Rubiales: balón de oro de la vergüenza

En la cosa tragicómica del esperpento humano, el caso Rubiales corre sudoroso y con gran esfuerzo, regateando una, dos, tres, infinitas veces, a la vergüenza, dispuesto a marcar gol aunque sea en propia puerta. Juego impecable regateando el oprobio, se zafa hasta de la zafiedad dejando un reguero de sonrojo que da mil vueltas al campo. La ética los persigue, pero ellos son más rápidos. Corren como nunca para salvarse como siempre. En el partido del bochorno no tienen igual.

Las aficiones rugen desde la grada. La expectación es mundial. La solidaridad de las jugadoras de medio mundo está con Jenni Hermoso. Se plantan, todas, todo el equipo, no jugarán más en la selección si no dimite la cúpula actual de la RFEF.

Del otro lado, las nóminas, los abusos y quienes los apoyan. Que tu jefe te coja la cara con las dos manos y te plante un beso en los morros. Lo ven normal. Euforia. Cariño. Eso dicen. Son los que se cogen la minga ante el respetable en señal de ningún respeto. Y tienen sus apoyos. Esa España machirula que siempre encontraba amparo en el fútbol… hasta que mira tú, los jugadores que ganan un mundial no son jugadores, son jugadoras y el macho alfa alardeando de serlo, se estrella como una ola contra sus ovarios.

Las aficiones de este partido no son cualquier cosa, son la sociedad dividida entre quienes creen en el progreso y la igualdad de todas las personas, y quienes pretenden perpetuar un modelo caduco de dominación genital.

Una dominación genital que no se suscribe solo a la imposición de los testículos, sino que también lo es de clase. No son lo mismo las nóminas de ellas que las de ellos. Es la España de misa que ahora se hace llamar liberal viendo con buenos ojos que la madre de Rubiales se encierre en una iglesia a hacer huelga de hambre para pedir por su hijo. La grada de la caspa jalea incondicional a su equipo.

En este mismo diario puede leerse que el graderío aspirante a hiperplasia de próstata solicitaba a la UEFA que amenazara al gobierno con dejar a España fuera de la Eurocopa. Y esa, es la tercera cosa que se juega en este partido. Gente de instituciones privadas, elegida a sí misma, amenazando a gobiernos democráticamente electos.

En este partido no solo se juga la igualdad, se juega la guerra de clases, y se juega la dignidad, por más que algunos se empeñen en hacerle regates y tirar a la portería de la vergüenza.

Ellos, ganarán el partido del oprobio, pero con un poco de suerte, gracias a ellas, la sociedad conseguirá marcar el gol de la dignidad hacia un futuro mejor y más igualitario.