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2023 traerá mayor polarización

sábado 31 de diciembre de 2022, 11:32h

Pese a que 2022 concluyó con una sonada advertencia del Jefe de Estado, Felipe VI, sobre el riesgo que supone la división del país, acogida con adhesión por parte de las principales fuerzas políticas del Gobierno y la oposición, lo cierto es que el pronóstico para 2023 parece indudable: la división sociocultural y la polarización política continuaran aumentando este año próximo.

Vista desde el exterior pareciera que es difícil que la tensión en la política española pudiera ascender a nuevas cotas, luego de haber afectado el orden constitucional. Sin embargo, sobre este clima de polarización hay que retener que 2023 es un año rabiosamente electoral. Desde enero a mayo, se desarrollará la campaña para las elecciones municipales y desde junio a diciembre la que desembocará en las elecciones generales. Si, ya se sabe que, formalmente, la campaña para las municipales comienza a las 0.0 horas del 12 de mayo y se cierra el sábado 27 a esa misma hora. Pero no hay duda alguna de que los próximos cuatro meses la contienda no tendrá respiro, tanto en el ámbito local como en términos de confrontación nacional. Las fuerzas políticas saben que los resultados que obtengan en las elecciones locales les otorgarán el puesto de salida en la carrera para los comicios generales de diciembre.

En otros países europeos, las campañas electorales también sirven para auscultar la eventualidad de formar coaliciones con sentido de Estado. Los comandos políticos prestan atención a la evolución de las encuestas y el estado de la opinión pública a ese respecto. Pero ese escenario en la España actual solo se plantea en términos de confrontación. Nunca se insistirá suficiente en que el país tuvo su oportunidad de formar una coalición de centro izquierda, que facilitara las políticas de Estado. Pero tras esa ocasión perdida, la disyuntiva estuvo clara: optar por una mayoría simple para formar gobierno, a sabiendas de los dolores de cabeza que ello supondría. Al decidir en ese sentido, Pedro Sánchez eligió unas alianzas que disolvían en la práctica la posibilidad de impulsar políticas de Estado. Tal vez no fue consciente al comienzo de cuan excluyente era la mayoría simple que formaba respecto a la posibilidad de formular políticas que redujeran la división y la polarización, pero hace tiempo que ya es evidente que no tiene otra perspectiva que aceptar esa realidad y realizar una fuga hacia adelante. Hoy ya resulta imposible pensar que, con los apoyos que tiene para mantenerse en el Gobierno, es posible impulsar políticas de Estado. Y con ese horizonte, Sánchez se va a lanzar a la desesperada para intentar la renovación de su mandato en este año que está por comenzar. Incluyendo un aumento del gasto que elevará la ya insostenible deuda del país, que alcanza a un 128% del PIB nacional.

Enfrente tiene a una oposición que encara dificultades similares. Las encuestas reflejan que la única posibilidad de desplazar a Pedro Sánchez del poder, consiste en formar una coalición con la ultraconservadora Vox. Pero esa alianza, tanto si se constituye como gobierno, como si se mantiene con el apoyo de Vox desde fuera del ejecutivo, también es refractaria respecto a la posibilidad de impulsar políticas de Estado. Resulta muy difícil pensar que cualquier exigencia programática de Vox pueda ser aceptada por la izquierda del país, incluyendo al partido socialista. Disuelta la cuña de centro que representaría un partido liberal, las políticas de Estado solo podían proceder de una alianza entre Partido Popular y PSOE, algo que resulta impensable en las circunstancias actuales.

Así que la perspectiva que ofrece 2023 es la de una arena política empeñada en una mayor división sociocultural y polarización política. Desde luego, cabe la pregunta de si esa polarización tendrá soporte también en la sociedad civil. Una mirada preliminar a ese ámbito sociopolítico muestra dos reacciones. Por un lado, la gente que muestra su hartazgo de la tensa confrontación política y sus secuelas, y por otro, la gente que es simpatizante o militante de las fuerzas políticas en liza, que parece estar reviviendo la vieja tradición española de la cultura política de banderías. Es difícil saber cual de esas tendencias tendrá más peso en los meses sucesivos, pero todo indica que el escenario está dispuesto para un aumento de los partidarios de la polarización. Y todo ello, con un horizonte donde, gane quien gane en las elecciones, no es posible vislumbrar alguna posibilidad de una concertación nacional que permita políticas de Estado.

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