www.diariocritico.com

La omnipotencia de Puigdemont le inhabilita

lunes 11 de septiembre de 2017, 08:29h

“Nada ni nadie romperá la convivencia en Catalunya. No lo permitiremos”, ha proclamado Puigdemont en su discurso institucional de preparación de la Diada. Así responde quien se sabe acusado de llevar la iniciativa de esa ruptura. La frase, para el bronce, muestra la debilidad política de quien la emite, pero, además refleja mucha megalomanía (¿No lo permitirán?). Quizás necesite de ella para auparse ante la imagen cada vez más fuerte del Estado español en las últimas semanas. Aunque también podría tratarse de un acto fallido: Puigdemont estaría advirtiendo a sus partidarios independentistas de que estaría dispuesto a suspender la celebración del referéndum si resultara muy evidente de que podría romperse la convivencia en Catalunya.

Porque con un mínimo de sentido, cualquiera puede darse cuenta que la ruptura de la convivencia la propician quienes siguen impulsando una ruptura política e institucional cualitativa con sólo el apoyo de la mitad de la ciudadanía. No importa si son el 47% o el 58% (o si han caído al 42% como apuntan las últimas encuestas); eso es lo de menos. La cuestión central es que una profunda ruptura como la que propugna el independentismo no debe plantearse con una división del país por la mitad. Un mínimo de cordura aconseja no dejar frustrada a una de las dos mitades, gane quien gane.

Pero es todavía más irracional seguir impulsando esa ruptura cuando ya se ha hecho evidente esa partición de la sociedad que se trate. Si es cierto eso de que una imagen vale más que mil palabras, la escena de estos días de un Parlament partido por la mitad debería ser suficiente para detener el procés, para todo aquel que actuara de verdadera buena fe. Y no me puedo creer que no tenga cerca a nadie que le advierta que el hecho de que una mitad se movilice más que la otra, eso no le da mayor legitimidad política. Tal vez seguirá confundiendo la ciudadanía activa con la ciudadanía sustantiva, que es sobre la que se basa el funcionamiento de la democracia representativa. A menos que siga soñando con una democracia popular de infausta memoria.

¿Sera cierto eso de que ya nada ni nadie puede detenerlo desde dentro? Entonces, simplemente Puigdemont está sangrando por la herida. Sabe de sobra que si no detiene el camino hacia el referéndum está dividiendo la sociedad catalana y que irremediablemente eso pone en alto riesgo la convivencia en Catalunya. Lo que directamente le convierte en un cínico, porque me niego a pensar que sea simplemente un descerebrado.

En cualquier caso, ha perdido la razón moral y la razón política. Y no le queda más remedio que acudir a la prepotencia del NO LO PERMITIREMOS, para dictar por unanimidad que no habrá ruptura de la convivencia pese a la división sociopolítica de la sociedad que sigue propiciando. Algo que sólo agrega una cuota más de responsabilidad en el delito político de actuar sin pararse a pensar en la frustración y el dolor que todo va a provocar. No me cabe duda de que un personaje así se inhabilita para dirigir asuntos públicos.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios