Cuando morir es la única razón

Algo falla, todo falla, fallamos todos… unas niñas de doce años, hermanas gemelas, con toda la vida por delante, solo han visto razones para morir. Juntas, de la mano, se han subido a unas sillas en el balcón de su casa y han saltado al vacío desde un tercer piso. Una de ellas no ha logrado su objetivo pero la otra ha corrido la peor de las suertes y ha fallecido. Posible acoso, problemas de identidad, burlas, inadaptación, problemas psicológicos… da igual, poco importan los motivos cuando la verdad es que nadie fue capaz de ver una realidad más habitual cada vez.

Dedicamos un día a la salud mental y ¿qué pasa con el resto? ¿Qué estamos haciendo con nuestros niños y adolescentes? En un reciente estudio de la Fundación ANAR se habla con preocupación del incremento de los intentos de suicidio y de las ideas suicidas en menores en España. En los últimos diez años los intentos de suicidio se han multiplicado por 26 y casi por 24 las ideas de suicidio. Y este aumento ha sido mucho más significativo en los últimos tres años, desde la COVID, hasta el punto que el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes.

Nos hablan de integración, de diversidad, de inclusión, de protocolos y, sin embargo, en Mislata (Valencia) ha dimitido la cúpula directiva de un instituto por el desamparo que sufre el centro con 15 alumnos que se encuentran en riesgo por conductas suicidas y, a pesar de ello, no cuentan con recursos humanos ni terapéuticos para prevenir y controlar lo que luego lamentamos, cuando ya es irreversible.

En Zamora, niñas de trece años quedan para dar palizas y humillar a otras y grabarlas jactándose de ello. ¿Esta violencia gratuita? ¿Estas conductas agresivas? ¿Este acoso irracional? ¿Qué está pasando? Restamos valor a la vida, relativizamos lo importante y damos importancia a lo irrelevante. Estamos robando infancias y adolescencias, dando poder de decisión a quien no lo debe tener mientras quitamos autoridad a quien es imprescindible que la tenga.

Discursos vacíos, preocupaciones de manual, oradores que fingen cuidado e inquietud por los más vulnerables, tweets efectistas que lo único que pretenden es hacerse virales…

Cada dos horas y media una persona se quita la vida en nuestro país. Quienes se suicidan, por desgracia, ya no votan o ni siquiera tenían edad de votar. Ojalá y la medida aprobada en el Congreso a propuesta de Más País por UNANIMIDAD, que ya es difícil, se lleve a cabo y esta vez sí salgamos, al menos, un poco mejores.