La parte por el todo

"España es racista", "los heterosexuales son unos aburridos", "los gays son de izquierdas", "los de derechas no pueden ser feministas", "los hombres no concilian", "los obreros son de izquierdas", "los empresarios son de derechas", "en España no hay democracia" . y así un sinfín de aseveraciones que son sentencias.

Hay racistas, hay xenófobos, hay heteros que son un rollazo y gays que son soporíferos. Hay homosexuales de derechas, personas de izquierdas que no saben ni lo que es el feminismo; hay hombres expertos en conciliar y armonizar, mujeres que confrontan y se desentienden, obreros que votan a la derecha de la derecha y empresarios que votan a la izquierda de la izquierda incluso que van en sus listas. y no se me podía olvidar, gente que vota por correo libremente, sin vender ni comprar su voto.

¿Por qué se cuestiona todo y, sin embargo, no dudamos de lo que deberíamos dudar? ¿Por qué entramos al trapo de todo? ¿Por qué sentenciamos? ¿Por qué tiramos por tierra todo lo conseguido? ¿Por qué no aprovechamos los conflictos para mejorar y no para generar más polémica? ¿Por qué.? ¿Por qué nos quieren arrebatar el criterio? ¿Por qué nos llevan hacia un pensamiento único? ¿Por qué está confrontación? ¿Por qué tanto enfrentamiento?

La democracia, la familia, los valores, la convivencia. es como si quisieran desestabilizar hasta destruir los pilares de la sociedad. Generalizar lo particular, que todo el rato haya ruido, que creamos, que la anécdota es la esencia. que desconfiemos de todo, que no creamos en nada; que estemos tan hartos que ya no queramos ni discutir, ni discrepar, ni votar, ni tan siquiera opinar, porque sentimos ser una gota en un océano y total ¡no merece la pena!

Igual no es para tanto, pero esa es la sensación que tengo. Estamos deseando que pase algo para crisparnos, rodearnos de ruido y elevar la anécdota a categoría; aunque eso perjudique a nuestro país, enfrente a nuestras familias, confronte a nuestros amigos o haga tambalear la democracia, sin pararnos a pensar que no siempre la excepción confirma la regla.