Octubre está siendo y será el mes de la Princesa Leonor. Comenzó con la jura de bandera, que besó con determinación, respeto y honor, y terminará con la jura de la Constitución. Mientras, le esperan los Premios Princesa de Asturias después del día que vivió ayer, su primera vez presidiendo el desfile del 12 de octubre, día de la Hispanidad.
Reconozco que cuando la vi con su uniforme, esa postura marcial y esa impresionante belleza, me abordó un sentimiento de orgullo e incluso de emoción que hasta me sorprendió. También, me emocionó la mirada cómplice de sus padres, el Rey observando por el rabillo del ojo los movimientos de su hija y ese momento honrando a los caídos y cantando junto a su padre y al resto de militares “La muerte no es el final”. Su naturalidad y sorpresa al saludar a sus compañeros de la Academia y esa sonrisa nerviosa con ese cruce de miradas, que quizás quise ver, cuando te gusta un chico, no hay que olvidar que tiene 17 años.
Estuvo impecable, honrando su posición y lo que representa. En unos días jurará la Constitución, la misma que algunos cuando toman posesión de su cargo se comprometen a acatarla y después la vulneran y se la saltan por propio interés para aferrarse al poder. La misma Carta Magna que aquellos que la violan tienen la llave de España con un chantaje indecente.
Leonor es presente y es un ilusionante futuro. Es tradición y modernidad. Es continuidad y avance. Es frescura y firmeza. Es serenidad entre tanto desasosiego. Es unidad, conciliación e igualdad. Es respeto, valores, orgullo y honor. La princesa heredera es mucho más de lo que representa. Es una mujer en un mundo tradicionalmente reservado a los hombres.
En unos días la Princesa de Asturias cumplirá 18 años y culminará un mes decisivo para ella y que muchos españoles recordaremos. Y termino haciéndoles una confesión: ayer, observando las tribunas -con sus presencias y sus ausencias- y la presidencia del desfile albergué la esperanza de que España mañana no sea republicana.
Si (
No(
