En estos días ha sido noticia la despedida de Begoña Villacís. Un adiós sincero lleno de emoción, de gratitud y de reconocimiento, algo a lo que nuestros políticos nos tienen muy poco acostumbrados, como ella misma dijo: “La política es el único oficio donde se habla mejor de los compañeros a la espalda que a la cara”. Y además, no nos abroncó por no saber votar.
Saber irse debería ser una habilidad que se enseñara y que se entrenara y, en este caso, no me refiero solo a la política sino a la vida. En el amor, en el trabajo, en las relaciones… Entender cuando ya no te quieren, que no te necesitan; cuando no aportas, cuando ya nada es como era. Ese momento en el que es mejor marcharte que quedarte. Retirarse sin dramas, sin resentimiento, sin rencor. Aceptar que es el fin de una etapa es la única manera de pasar página.
Estamos demasiado habituados a los portazos y, creo, que no hay nada mejor que te recuerden por el tiempo en el que estuviste y no por el ruido que hiciste al salir. Partir sin amenazas, sin hacer una lista de todo lo que hiciste, sin recordar lo buenísimo que eres, sin reproches, sin permanecer detrás de la puerta... Irte bien es una manera de quedarte.
Todos tenemos a alguien en mente de esos que piensas “no se va ni con agua caliente” o los que están en una despedida constante, diciendo que se van pero ahí siguen, perennes. Cuántas veces nos creemos indispensables sin pensar que el cementerio está lleno de imprescindibles. Somos únicos pero no irreemplazables. Nos aferramos a un lugar, a un trabajo, a una persona, a una rutina aunque nos desgaste y desgastemos.Todo por no pararnos y reflexionar, sincerarnos y reconocer que ese ya no es nuestro sitio, que ya pasó tu tiempo.
Saber llegar, saber estar y saber terminar no por obvio que parezca, es fácil ni habitual. Irse bien es un acto de generosidad y honestidad, es cerrar la puerta y que no te cambien la cerradura ni te echen el cerrojo, aunque te vayas con la intención de no volver. Quedarte por necesidad debería ser un motivo suficiente para saber que debes irte.
Otra cuestión, que merece capítulo aparte, es la capacidad de soltar y dejar ir...
Si (
No(
