Esta sensación de vivir al límite. De ir a la gasolinera y descubrir a cuánto está el litro, abrir la factura de la luz o del gas temblando por el importe, ir al súper e ir sumando antes de llegar a caja. Llegar a la frutería y comprar la fruta por piezas y la sandía por cuartos. Valorar si compras el doble de aceite por si sube más o si vas de una en una y cuando suba ya veremos. Si haces un viaje en coche o en tren, porque esa es otra, los precios por las nubes del AVE, eso sí, siempre y cuando lo puedas sacar porque a estas alturas, por ejemplo, no está abierta la venta de billetes a Alicante este verano. Cuándo pones la lavadora, si enciendes o no el aire acondicionado y durante cuánto tiempo. Si llenas el depósito o echas lo justo por si dentro de dos días baja; si te vas de vacaciones o de escapada pagando tres veces más por el mismo hotel de siempre… Esas decisiones aparentemente simples pero de una extraordinaria complejidad financiera en las economías domésticas y que te dan esa sensación de estar viviendo emociones extremas.
No deja de sorprenderme cómo nos adaptamos a todo. Asistimos impasibles a los más de 2€ que estamos pagando por el litro de gasolina y el precio de la luz a más de 200€/Mwh. Llevamos 3 días de excepción ibérica y lo realmente excepcional es que nos hayamos acostumbrado a estos precios. Nos llenan de palabras imposibles: inflación, deflación, estanflación… ¿recuerdan cuando todos éramos expertos economistas en la crisis de 2008 hablando cada día de la prima de riesgo? Pues ya nos veo como expertos “estanflacionistas” sin saber ni de lo que hablamos.
Estamos tan hartos de todo, tan agotados, tan anestesiados que ya compramos cualquier cosa que nos venden. De los ucranianos invadidos y asolados ya no se acuerda nadie, pero la invasión de Ucrania es la excusa perfecta para culpar a Putin, no solo de la guerra, sino de nuestras desgracias económicas: la luz: Putin, el gas: Putin, la gasolina: el aceite: Putin, los cereales: Putin. La inflación: Putin.
No sé si después de la pandemia con estar sanos y vivos tenemos suficiente y el resto pasa a un segundo o a un tercer plano o que permanecemos inmunes ante la mentira o bien, que ya nos tienen tan hartos los unos y los otros que hemos perdido cualquier interés.
Estamos tan aburridos de sus peleas llenas de palabras y vacías de contenido que parece que estemos inmersos en una sedación permanente. No hay más que ver cuales son las noticias más leídas en las web de cualquier medio, hagan la prueba y verán que en los primeros lugares están las relacionadas con curiosidades, sociedad, espectáculos, sucesos… y aquí viene la mayor sorpresa con “supervivientes”. Igual es porque, este vivir al límite, es en lo que nos ha convertido.
Si (
No(
