Yo, Pedro

Humillación, insultos, chantajes, ninguneos, mentiras, pisoteos de la dignidad, faltas de respeto…¿soportaría estos comportamientos en su vida personal o profesional? Seguramente no, ¿verdad?. Pues eso es lo que está aguantando Pedro Sánchez aferrado a un sillón que no quiere perder y alentado con el fervoroso y servil aplauso de los suyos.

El presidente, en funciones, envuelve de “virtud” su necesidad, habla de cambio de opinión para evitar decir mentira, vende la amnistía como concordia, nos cuela el nacionalismo como progreso, condona una deuda metiéndonos la mano en el bolsillo a los españoles; apela al interés de España para salvaguardar el suyo propio, mira a la Princesa prometiéndole lealtad mientras pretende quitarle la silla, llama “President” a un prófugo de la justicia, sus palabras dicen igualdad y sus actos desigualdad, denomina conflicto a un delito, es capaz de inventar eufemismos imposibles a la vez que hace de su manual de resistencia una forma de vida.

El nacionalismo había perdido adeptos, no hay más que ver los resultados en las elecciones tanto catalanas como nacionales y, sin embargo, el jefe del ejecutivo no solo lo ha resucitado sino que le ha dado fuerza. Los nacionalistas e independentistas lo saben y se están encargando de dejar claro que los tiempos, los puntos y las comas de la investidura los ponen en ellos, al tiempo que se vanaglorian de que este es el primer paso; el siguiente, supongo, será un nuevo referéndum ilegal, o puede que legal ¡quién sabe!… Delincuentes impunes a los que se les premia riéndoles la gracia borrando sus delitos. A ver, después de esto, cómo le contamos a nuestros niños la importancia del esfuerzo, los valores, la rectitud, el respeto, la verdad, el bien, el deber, las obligaciones… y ya no les cuento cómo les inculcamos el amor a su nación ¡No es país para españoles!

Se aproximan días tristes e inciertos en los que, aunque se empeñen en decirnos lo contrario y si todo sigue adelante, el progresos se tornará en retroceso porque perderá la democracia, se dilapidará el Estado de Derecho, se multiplicará la confrontación, la división y la desigualdad, lo inconstitucional se hará ley y veremos cosas que “nos helarán la sangre” mientras Pedro seguirá tirando de refranero y pensando “ande yo caliente…”