Gracias por venir

“Gracias por venir” era la canción con que cerraba sus espectáculos musicales en La Latina, Lina Morgan, recordada actualmente en un teatro de Madrid. Lo mismo parece haber dicho el Domingo de Ramos Yolanda Díaz a los quince partiditos o pandillas y treinta y cinco grupos de trabajo que acudieron al polideportivo Magariños a oírle decir “Quiero ser presidenta”. Ramón Tamames que la miró y la escuchó muy atentamente en la pasada moción de censura, afirmó: “A Pedro Sánchez le ha salido un grano”. El subconsciente de Patxi López medio captó la intención llamándole presidenta segunda en vez de vicepresidenta segunda. Pero ahora la dama parece ir a mayores y dice que quiere ser la primera mujer “presidenta de España”, cargo que no existe pues aquí solo hay presidente del Gobierno. No parece empresa fácil con una tropa tan desorganizada y sin “Unidas Podemos”.

No sé si es compatible en la práctica ser vicepresidenta segunda del Gobierno sanchista gracias a la promoción de Podemos y estar en campaña para presidenta al frente de un “Sumar” que no va de partidos sino de sindicatos. Yolanda es más sindicalista que comunista o socialista. Como además es ferrolana como yo, nacida junto a una ría, sabe que todos navegamos en el mismo barco aunque en distintos camarotes. Va camino de redescubrir el nacionalsindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos. Pero todo eso suena a hueco en un sistema parlamentario donde los presidentes se eligen por los diputados electos por el sistema proporcional con el que, en ningún caso, se puede obtener una mayoría suficiente sino sumando escaños. El camarote de Yolanda parece aquel legendario de una película de los Hermanos Marx en la que las personas que lo atiborraban pedían distintas comandas al camarero y Groucho gritaba: “Yo dos huevos duros”. Pienso esto sin evitar cierta simpatía que el paisanaje me hace sentir hacia Yolanda Díaz, más elegante y mejor peinada que las que quedaron fuera del camarote.

Sánchez no tiene posibilidades de aspirar a una mayoría suficiente para gobernar sin depender de terceros, ni con mayoría absoluta ni relativa superior a la suma de sus rivales PP y VOX. Necesita como confiesa prorrogar su sistema de coalición con cuanto se mueva a la izquierda o contra la Constitución pero no con esa izquierda dividida en tres dentro de su propio Consejo de Ministros. Lanzó a Yolanda como un misil durante la moción de Tamames pero no para que crease un movimiento antipartidos que resta en vez de “Sumar”. Yolanda ofrece una fantasía sin arquitectura estable lo que es una mala fórmula para la resistencia. Sánchez no tiene otros recursos que mantener a su Frankenstein bien recosido aunque no esté auténticamente unido. No aprovechó la crisis, aparentemente disimulada por la renuncia de dos ministras que prefirieron ser candidatas de mal augurio, en las ya convocadas oficialmente elecciones municipales, para reforzar el núcleo sanchista porque no tiene reservas propias. Se ha conformado con sustituir a dichas damas por dos caballeros muy de segunda división, sin brillo interior ni exterior y sin tocar a las ministras parasitarias que le impone “Podemos”. Yolanda es su única apuesta femenina y dialogante con pretensiones de arreglalotodo. Ahora resulta que lo que quiere ser ella es ser la primera mujer presidenta de España. No sé quién va a resultar más peligroso si Yolanda para Sánchez o Sánchez para Yolanda. Pero Sánchez debe de tener en cuenta que los pucheros ferrolanos son de digestión muy lenta pero contundente. Mientras solo cante “Gracias por venir” el peligro aún es vaporoso. Pero si la fórmula se consolida sin Podemos el peligro para el Gobierno Frankenstein es evidente. No es lo mismo asociarse con un monstruo que con dos enfrentados entre sí por el mismo sector de votantes.