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La novia de Frankenstein

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 27 de marzo de 2023, 11:49h

Del episodio nacional de una moción de censura, predestinada al archivo de las Cortes Generales, sería necesario un Benito Pérez Galdós para describirla en sus detalles literarios. Pero quedará el recuerdo de dos presencias destacadas por encima del vulgar torneo entre la minoría de David-VOX y la mayoría de Goliat-sanchismo: Ramón Tamames que quedó como un señor independiente y Yolanda Díaz que emergió como candidata de una izquierda dependiente del Gobierno y único salvavidas para la fórmula de coalición vital para el sanchismo.

De Ramón Tamames solo puedo alabarlo. Él y yo somos los únicos supervivientes de aquella famosa lista de los siete de 1956 que fue la semilla del árbol de conciliación que afloraría en la Transición. En la cárcel de Carabanchel vimos llegar a Fernando Sánchez-Dragó con un grupo de muchachitos titulados “escritores jóvenes” que no sabíamos por qué los habían traído allí salvo por leer autores desaconsejados oficialmente. El mérito político de Tamames -además de sus avales literarios y académicos- es haber sabido pasar con naturalidad desde las viejas posiciones rupturistas del comunismo totalitario hasta el democrático reformismo conciliador. Su aceptación a comparecer en el Congreso a iniciativa de VOX no significa que se haya encerrado en una opción partidista limitada sino en la convicción de que esta ocasión de difundir un testimonio de concordia era un servicio a España, necesitada de respirar otros aíres que la tosca y sectaria propaganda sanchista. Todos nosotros, los de la lista de 1956 —los supervivientes y los ausentes— haríamos lo mismo si nos lo demandasen. Somos la generación ilustrada con el bachillerato de don Pedro Sainz Rodríguez frente a los de la Ley Celaá. Una generación educada para responder a todos los desafíos con espejo retrovisor y visión de futuro.

De Yolanda Díaz -más sindicalista que comunista- no puedo dar referencias personales porque no tengo el gusto de conocerla pero no puedo evitar esa cierta simpatía que nos profesamos instintivamente los nacidos en torno a la ría de Ferrol, hoy el ámbito llamado Ferrolterra, porque sabemos que aquellos aíres marítimos inspiran patriotismo y sentido del Estado. Quizá porque la vecindad de las construcciones navales hace sentir que, aunque en distintos camarotes, navegamos en el mismo barco. Por ello reconozco que la he visto lucir mejor que su presidente y que los gritos de su portavoz Patxi López. Yolanda insinuó un liderazgo indefinido a la izquierda de Sánchez o a la derecha de Podemos. Que puede salirle bien o mal y que le hagan pagar sus pretensiones estelares unos y otras. Se ha comprometido a desempeñar un papel muy difícil sobre un escenario de arenas movedizas, en plan de presidenta segunda, por error del tal Patxi López, más que como segunda vicepresidenta del Gobierno.

El papel de Yolanda es el de la novia de Frankenstein, aquél personaje inolvidable del cine de terror en blanco y negro del que solo nos acordamos gentes como Tamames y yo que éramos jóvenes cinéfilos en los años cincuenta del siglo pasado. El monstruo le exigía al doctor Frankenstein que le fabricase una compañera y este la crearía a su manera, es decir, con piezas anatómicas de cadáveres recosidas y reanimadas con la electricidad de las tormentas. Cuando en la moción de censura Tamames la vio vestida de blanco nupcial como correspondía, dijo: “sumar, creo que se llama”. Efectivamente, la novia de Frankenstein se llama “Sumar”, pero no se sabe que elementos compondrán la suma ni cuales están dispuestos a renunciar a sus propias marcas electorales para diluirse en la marca blanca de Yolanda.

No se sabe si Yolanda quiere expropiar el ruinoso edificio de Podemos o esperar a que se desplome en las próximas elecciones municipales y edificar una fuerza electoral sobre sus escombros. Es una apuesta dudosa pero es la única con la que puede soñar Sánchez unos resultados electorales suficientes para competir con Feijóo. Yolanda tiene a sus espaldas esa cuadrilla de Irene Montero e Ione Belarra teledirigidas por Pablo Iglesias, soberbias incompetentes, capaces de resistirse a corregir el dislate de la Ley del “Sí es sí”, que permanecen incrustadas en el Gobierno y sin rebelarse contra el plan de Pedro Sánchez de reconstruir la nueva izquierda unida yolandista que necesita para resistir al impulso del Partido Popular. Al monstruo, como el de la película, no le gusta su novia cadavérica y esto puede no acabar en matrimonio feliz sino en conflicto macabro y en desmantelamiento del laboratorio, como en la película. Por ello “Sumar” —“Sumar creo que se llama” la ironía demoledora de Tamames— es un mal diagnóstico para Yolanda. Pero, dicho esto, hay que reconocer que Yolanda y Tamames han sido los únicos protagonistas notables en una larga y espesa sesión parlamentaria en la que el censurado batió el record de la oratoria aburrida. El entorno presidencial sabrá porqué acumular tantos folios y presentar tanta novia para combatir contra una moción imposible. Sánchez ha adelantado la presentación de la novia de Frankenstein y relevo de dos ministras inocuas antes de viajar a la China, dando a las ministras de Podemos la garantía de que van a seguir en sus puestos a pesar de todos sus errores para que mediten hasta el próximo Domingo de Ramos. “El Domingo de Ramos el que no estrena no tiene manos” decía un refrán costumbrista de un tiempo pasado en que la Semana Santa marcaba la vida social más que el deseo de vacaciones. El próximo dos de abril veremos qué color estrena Yolanda Díaz para proclamarse como la novia ideal fabricada por Sánchez para su putrefacto monstruo. El motivo por el cual Sánchez adelantó la presentación en sociedad de Yolanda ante un parlamento reunido por una moción de censura demuestra que hay prisas por consolidar una propuesta de Gobierno de coalición como oferta electoral convincente. La novia de Frankenstein es el último recurso para intentar consolidar esta oferta.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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