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Ni pobres ni ricos sino todo lo contrario

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 04 de octubre de 2022, 11:26h

Pocos recordarán que en el año 1943 se estrenó en el teatro María Guerrero de Madrid una comedia escrita por los humoristas Miguel Mihura y Antonio Lara (este más conocido como Tono) con el título “Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario”. Entonces parecía una gracieta precursora del teatro del absurdo. Pero hoy, en 2022, parece una descripción de la imagen mayoritaria de los españoles vistos desde la voracidad fiscal del gobierno sanchista. Para el sanchismo puede ser tenido por rico cada ciudadano capaz de ganar más de 21.000 euros anuales ya que tales sujetos no merecen ninguna reducción de impuestos. Esto supone que nueve de cada diez pensionistas y ocho de cada diez empleados por cuenta ajena tienen la condición de rico oficial. A esta multitud no se le ve la opulencia que merezca moderar la presión fiscal por parte del Gobierno central pero si por parte de los gobiernos autonómicos con facultades legales que suponen que esos ciudadanos no son ricos ni pobres sino todo lo contrario.

Los llamados “barones” del PSOE no parecen conformes con dejar la baza de las rebajas fiscales en manos de los candidatos del PP y se revuelven contra la autoridad de María Jesús Montero, su ministra de Hacienda, y sus pretensiones de centralizar y uniformar la tributación con demagogias tan inconsistentes como el tributo a las grandes fortunas, es decir, los ricos de verdad y no los de “todo lo contrario” Pero resulta que esta idea pintoresca, como las de los “bandidos generosos” del siglo XIX que robaban a los ricos para dárselo a los pobres, es una ficción que solo afecta a unos miles de afortunados muy capaces de deslocalizar sus residencias o sus sociedades y, aunque no se den a la fuga, solo alcanzan a una mínima parte de lo que supondría un cierto ahorro de los gastos de representación, reputación y propaganda del sector público. El único objetivo de ese tributo redundante e irrelevante de dudosa legalidad sería dar la impresión de contraponerse a la supresión de los impuestos sobre el patrimonio en Madrid y Andalucía. Supresión avalada democráticamente por los votantes que dieron mayorías absolutas a partidos que lo proponían claramente en sus programas electorales, dando por hecho, como es evidente, que patrimonio no equivale a grandes capitales sino a cierta capacidad de ahorro. Este impuesto está suprimido en casi todos los países del mundo por suponer una doble imposición por algo que ya ha tributado en el momento de la inversión.

La recaudación pública no se alimenta de estas apariencias demagógicas que pretenden crear resentimiento con los fantasmas de señores de puro y chistera muy propios del humor de Tono y Mihura sino del impuesto sobre la Renta o el IVA que pagan todos los contribuyentes con su consumo y sus ingresos, sin ser ricos ni pobres sino todo lo contrario. Una recaudación acrecentada alrededor de treinta y dos mil millones de euros con el aumento de los precios de alimentación, carburantes, gas, electricidad, etcétera. Enviar un mensaje demagógico contra las inversiones en renta y patrimonio que sobrevivan en tiempos de crisis es un error de fondo. Como lo es mantener vivo el empeño en cerrar las centrales nucleares en tiempos de crisis del gas y de sequía.

Los que no son ricos ni pobres sino todo lo contrario cargan con los dispendios socialistas mientras los verdaderos pobres no alcanzan a recibir los descuentos o propinas anunciadas pero escasamente aplicadas en el plano real por su improvisación y complejidad burocrática. Los ingresos públicos suben hasta reducir el déficit del Estado en un 30% y el gasto se continúa incrementando alegremente. La “clase media trabajadora” a la que se refiere reiteradamente Pedro Sánchez es la pagana de un modelo necesitado de revisión de conjunto, sin improvisaciones ni electoralismos de corto plazo. La ofensiva contra las competencias autonómicas es una manifestación de la impotencia y la arbitrariedad de un Gobierno que solo aprieta de verdad contra la economía familiar de los que no son pobres ni ricos sino todo lo contrario y que ha venido desdeñando las medidas de alivio fiscal hasta que sus propios “barones autonómicos” se alarmaron ante la proximidad de unas elecciones y los resultados de unas encuestas.

El Gobierno está provocando el caos fiscal con sus ocurrencias improvisadas. Ni bajan de ninguna forma los impuestos ni van a pagar más de lo que ya pagan los que más tienen y la doble imposición de los auténticamente ricos es un perro que tiene las patas muy cortas. Este no es un país ni de pobres ni de ricos sino, mayoritariamente, de los de “todo lo contrario” que soportan la inflación y el gasto descontrolado de un Poder Ejecutivo que se niega a ninguna moderación del gasto público e insiste en la creación de nuevos impuestos.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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