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50 Años de la desaparición de Joseba Rezola

viernes 17 de diciembre de 2021, 08:27h

Este 17 de diciembre, viernes, se cumplen cincuenta de la desaparición de quien fuera vicepresidente del Gobierno Vasco en el exilio, Joseba Rezola Arratibel, natural de Ordizia y brazo derecho en la guerra del Lehendakari Agirre como Secretario de Defensa.

Rezola era una magnífica persona, un buscador de acuerdos, un líder que escuchaba más que hablaba, un cristiano consecuente, un tipo generoso que cedió su puesto en el avión “Negus”, que le iba a sacar de Laredo, lo que le ocasionó su condena a muerte por “auxilio a la rebelión”. Un gigantón de casi 1:90, espaldas anchas, sonrisa franca que quedó hecho una piltrafa, reumatismo deformante, tras las diversas cárceles, las enfermedades adquiridas en ellas como consecuencia del trato inhumano, la avitaminosis, falta de higiene, la sarna, los piojos y una sanidad truculenta así como el hacinamiento en celdas minúsculas. Un patriota cuya mayor pérdida fue la de su niña Maiteder con dos meses de edad, estando él en Santoña y Aurora su mujer, refugiada en Cambó. ”Cuando le condenaron a muerte escuchó la sentencia inmutable. Cuando le dijeron que su hija había fallecido, de forma inconsolable. Hace falta vivir eso para entenderlo” contaba un burukide amigo.

El periodista inglés George Steer, corresponsal del Times, lo describió así en “El Árbol de Gernika”: "Su figura alargada, sus ojos azules inflexibles, su voz firme, quedarán impresas para siempre en mi sentido de la historia. ¡Cuántas veces me senté a su lado en la comida o en la cena del Carlton y charlamos con toda franqueza de cada retirada, de cada reacción por nuestra parte!. Su sereno estudio de Napoleón en la postrera noche de la defensa de Bilbao, la indolente y medio desconcertante risa que brotó de su boca impasible la noche que regresó con su botín italiano. ¿Cómo podíamos olvidarlas?. Rezola era una roca de bronce. Un hombre indomable que desconocía el miedo. Era el prototipo de la fraternidad, el tesón, la serenidad y el humanitarismo al cual en el subconsciente se parecen todos los vascos".

Conviene pues recordarlo si no queremos que la cadena se rompa. Él lo tenía claro hacia los demás. Llegó a escribir: “No podemos dejarlos en el olvido. Son un ejemplo y un símbolo. Nuestros jóvenes no tienen que buscar fuera héroes para posters o afiches, los tienen en casa, en su familia tal vez. Tan valientes, tan inconformistas, tan rebeldes, tan sacrificados, tan idealistas, tan disciplinados como para morir en las trincheras de nuestros montes o ante el pelotón de ejecución".

El Lehendakari Ardanza y Xabier Arzalluz colocaron en la casa donde nació en Ordizia una placa en su recuerdo.

A la muerte de Xabier de Landaburu, fue designado para representar al Partido Nacionalista Vasco en el Gobierno de Euzkadi, en calidad de Vicepresidente del mismo. Su eficacia con Leizaola presionando para que el juicio de Burgos fuera a puerta abierta salvó la vida de los encausados.

Tuve el honor de trabajar con él tres años, él en Donibane y yo en Caracas. El usaba el alias de Imaz y yo el de Ignacio Romero. Tengo la vivencia de una noche invernal en su cuarto de estar lleno de papeles y el recuerdo de sus ojos azules brillantes como brasas en un cuerpo golpeado por la enfermedad que superaba con su vitalidad, la claridad de sus ideas y su liderazgo positivo. Todo un tipo que deja huella.

Fue el alma de la Txalupa (Radio Euzkadi clandestina) que transmitía desde Venezuela. Sus cartas informativas tenían de todo. Partes de escucha, anuncios de actos, juicios sobre hechos, muchas noticias de todo tipo y darnos mucho ánimo en nuestro trabajo. En 1971 iba a estar con él en su casita de la Rue Sopite en Donibane, después de la Nochebuena, pero falleció el 17. El mundo se nos cayó encima. El motor de la Txalupa, de la Cuarta Rueda de la Resistencia como nos llamaba había entrado en el silencio. Fue muy duro recomponerlo todo sin su autoridad y sobre todo sin nadie que tuviera tanta fe en la comunicación. A los días fui a su entierro. Los gudaris emocionados portaban el féretro de su jefe. En el cementerio, el Lehendakari Leizaola dirigió unas sentidas palabras y leyó una poesía que había escrito. Terminado el acto se la pedí. La editamos en el Gudari que hicimos con este título: ”El héroe Humilde. Gudari de Gudaris”. Aquella poesía que guardé como oro en paño se la entregué a la presidenta de la Fundación Mireia Zarate en la conferencia que tuvimos sobre Rezola, conferencia que repetiré este viernes en Ordizia en el salón de actos de Barrena y el domingo 26 en el cementerio de Ordizia tendrá lugar una ofrenda floral. Este miércoles se ha inaugurado en el vestíbulo del Palacio Barrena una exposición fotográfica, muestra que permanecerá abierta hasta el día 23.

Itarko lo definió muy bien. ”Fue un gran resistente, uno de los más responsables, sin gestos, sin dramatizar, suavemente, tranquilamente, entusiastamente”. Lo dicho. Una roca de bronce. Un jelkide.

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