Estados Unidos impone respeto

Las milicias proiraníes han cruzado una complicada línea roja al atacar a tropas norteamericanas en Jordania y causar la muerte de tres soldados norteamericanos.

La respuesta de Washington contra más de 80 objetivos iraníes en Irak y Siria ha sido contundente con la intención de imponer respeto en el delicado marco de evitar la extensión del conflicto. Por eso, el ataque no ha sido directo contra objetivos en Irán. El foco se pone en el ataque norteamericano mientras que habría que plantearse qué hacen en esos países tropas iraníes, qué objetivos albergan.

Es clave el apoyo de Estados Unidos a Israel en su operación por acabar con Hamás en Gaza y con el objetivo de liquidar a los grupos proiraníes apoyados por las brigadas Al Quds de la Guardia Revolucionaria iraní en lugares como Cisjordania, Líbano, Siria, Yemen, Irak.

El riesgo de una extensión de los enfrentamientos bélicos crece cada día. Se balancea en un mar donde las partes se golpean, pero sin llegar a un grado directo que provoque inevitablemente la guerra abierta. Las consecuencias serían imprevisibles. Pero llega un momento en el que la prudencia no puede confundirse con debilidad y pérdida de respeto y credibilidad. Ocurre con los terroristas hutíes en Yemen que han dañado gravemente el comercio internacional con sus ataques en aguas cercanas al mar Rojo, hasta que Estados Unidos, Reino Unidos y otros países han respondido con contundencia y han destruido varias instalaciones hutíes. El pulso continúa.

Con la muerte de tres soldados norteamericanos en Jordania Irán pretende la extensión del conflicto y la implicación, más directa todavía de Washington. Crear el caos en la región porque a los terroristas fanáticos no les importa poner en peligro las vidas de su gente, lo hemos comprobado en Gaza, lo que pretenden es crear una situación que les permita ganar terreno para sus intereses de poder y dinero en las diferentes regiones. Detrás está Irán, que mueve los hilos, y la Rusia de Putin que con una inversión calculada está logrando beneficios valiosos, entre otros desgaste y distracción de sus enemigos que apoyan a los ucranianos.

No hay que olvidar que una explosión generalizada de la violencia en Oriente Medio tendría una reacción directa y fatal en el precio del petróleo y por tanto un duro golpe a las economías occidentales. Es la gran baza de los ayatolas y sus milicias terroristas.

En su estrategia de controlar la expansión del conflicto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha anunciado sanciones contra cuatro colonos israelíes por sus actuaciones violentas con algunos palestinos en Cisjordania. Una decisión que puede tener algo de salomónica pero que significa una seria advertencia al gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu en su política contra los palestinos.

Está claro que no es nada sencilla la situación creada por los ataques terroristas de Hamás y sus apoyos el 7 de octubre contra Israel y la respuesta de legítima defensa donde la propaganda juega un papel esencial. La vida de más de 130 rehenes israelíes secuestrados por Hamás está en juego. Se negocia su liberación a cambio de un alto el fuego que puede servir a Hamás para reorganizar las fuerzas que le quedan. El tiempo parece jugar relativamente a su favor. La operación militar israelí para acabar con Hamás requiere su tiempo, pero tiene un gran desgaste.

Lo que debe quedar claro es que Irán y sus milicias en diversos lugares de la región no pueden actuar impunemente, ni atacar a Israel, ni a Estados Unidos ni a nadie, ni condicionar el comercio internacional. Para salvaguardar la seguridad y la estabilidad, hay que actuar con eficacia y operatividad para anular esas amenazas para todos, y eso incluye a todos los países de la región, y, sobre todo, a los propios palestinos.