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Argentina: entre un loco y un 'chorro'

lunes 27 de noviembre de 2023, 08:49h

El 19 de noviembre pasado, domingo, Argentina volvía a jugársela tras 40 años ininterrumpidos de peronismo populista y kirchnerista. La población, a tenor de los resultados obtenidos, debió decirse que “cualquier cosa menos lo que tenemos”. La elección no era fácil. Por un lado, Sergio Massa, exministro de Economía en el último gobierno del kirchnerismo y teórico mal menor ante la disyuntiva, pero al mismo tiempo el máximo responsable de la carrera dislocada de la inflación en el país del Río de la Plata (140 % en el último año).

En el otro lado del ring político argentino Javier Milei, un ultraliberal populista y excéntrico personaje advenedizo a la arena política, que albergaba la esperanza de arrebatarle la mayoría al representante del kirchnerismo con la promesa firme y clara de empezar desde el principio a poner en marcha reformas estructurales profundas de la economía, comenzando por las privatizaciones de empresas que el gobierno anterior había hecho públicas.

Desde el primer minuto, no ha faltado a su promesa. Milei es, pues, una nota discordante con el rumbo que está tomando últimamente la política latinoamericana de izquierdas, aglutinada en torno al llamado Grupo de Puebla (la ciudad mexicana que le vio nacer). Forman parte del mismo 150 miembros de 18 países, todos de izquierdas, alentados por José Luis Rodríguez Zapatero expresidente del Gobierno de España y gran defensor del dictador venezolano Nicolás Maduro. Junto a ellos, Cristina Fernández de Kirchner, actualmente condenada por la justicia Argentina, Alberto Fernández presidente de Argentina, el exguerrillero presidente de Colombia Gustavo Petro, Rafael Correa expresidente de Ecuador y también condenado por la justicia de su país, Evo Morales, condenado en Bolivia, Dilma Roussseff expresidenta de Brasil y destituida de su cargo por crímenes de «responsabilidad», el chileno Marco Henríquez Ominami, hijo del terrorista Miguel Henríquez, candidato fracasado a presidente de Chile en varias ocasiones, entre otros políticos ahora llamados progresistas.

Desde que en 1983 la clase media argentina llevara al socialdemócrata Raúl Alfonsín a la Presidencia con un entusiasmo desconocido desde la época de Evita perón, las cosas han ido transformándose radicalmente y ahora, con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, la población está sumida entre el escepticismo, la pobreza (un 43 % está ya sumida en ella) y la rabia. En ese ambiente ha surgido Javier Milei, economista, 53 años, y fuera de la política hasta hace solo un par de años (2021), que ha conseguido que su partido, La Libertad Avanza, a pesar de su falta de estructura y de cuadros políticos, un 56 % de los votos, frente al 44 % restante de Massa.

Procaz como él solo, Milei ha revolucionado el patio político argentino no solo con palabras sino también con hechos y con símbolos. Su logotipo, es decir, la imagen que condensa su visión política es una 'motosierra', con la que no ha parado de proclamar en todos sus mítines que no le va a temblar el pulso en recortar drásticamente el gasto público, eliminando y unificando ministerios y cerrando el Banco Central, una de sus propuestas más transgresoras.

Asediado hasta el cuello, el elector argentino no ha tenido más remedio que optar por el salto al vacío que supone Milei, frente a la otra alternativa, la de ir sin remedio al más absoluto fracaso que supone la vía Massa. Pero ambas alternativas no dejaban de ser una anomalía política que en ningún caso garantizaba cual será la fotografía que podremos encontrarnos en 2027, tras los cuatro años de mandato que tiene Milei por delante desde el próximo 10 de diciembre, fecha en la que tendrá lugar el traspaso de poderes.

El de Milei aparece como un tercer eslabón en el continente americano de los últimos tiempos, tras las estelas dejadas por los expresidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro, que demostraron no ser precisamente dos angelitos caídos del cielo. En cualquier caso, hay que advertir que, tras el fracaso de Javier Milei en la primera vuelta de las presidenciales, ha sido el apoyo del partido Juntos por el Cambio, de Patricia Bullrich el factor que ha propiciado dar la vuelta a las encuestas que, en principio, otorgaban una ligera ventaja al que fuera jefe de gabinete de la señora Kirchner. La generosidad de Bullrich era impensable antes de que se celebrase la primera vuelta porque recibió toda clase de calificativos, ninguno bueno, por supuesto, por parte del ya presidente electo, que no tendrá más remedio que recurrir a su partido para intentar vertebrar un gobierno medianamente serio que permita revertir la realidad política, económica y social en que ha desembocado el populismo de izquierdas argentino tras cuatro décadas ininterrumpidas en el poder.

Como escribía el columnista argentino Sebastián Fest en una de sus crónicas para un diario español sobre el momento que está viviendo Argentina, las palabras de una viejecita a la que abordó una reportera para una TV local, refleja perfectamente la dureza en la que se ha debatido la población con derecho a voto de la nación hermana: "No soy ni de uno ni de otro, pero entre elegir a un loco y a un chorro (ladrón) prefiero elegir a un chorro”. Lo sentimos, señora, porque al final ganó el loco. Lo que, de aquí en adelante, sea de ese país tendrá mucho que ver con la decisión de la mayoría del pueblo argentino.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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