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Cosas veredes, amigo Sáncho

lunes 06 de noviembre de 2023, 11:41h

Hay países que se arruinan por voluntad propia. Aunque sea por aparente voluntad democrática. Supongo que esos ciudadanos se dicen a sí mismos que “si nos arruinamos, al menos que sea por los nuestros”. Si no es así, dígame usted cómo explicar que, pongamos por caso, la Argentina peronista, la Venezuela de Chaves y Maduro o la España Frankenstein, patroneada por Pedro Sánchez, hayan podido llegar hasta dónde están. En nuestro caso, solo a dos cuerpos de ponernos a la altura de los unos y los otros porque, en cuanto se apruebe la inmediata Ley de Amnistía, que supondrá de facto la abolición del Estado de derecho, estaremos ya a la altura de venezolanos y argentinos.

En nuestro caso, a fuerza de repetir una y otra vez que todo es por el interés de España, por la convivencia en Cataluña y bla,bla,bla, habrá quienes acaben por creérselo. Otros, sin embargo, no. Y por una sencilla y transparente razón, porque sabemos distinguir muy bien entre las razones de Estado y las razones de un aspirante a presidente del gobierno que no tiene ningún remilgo democrático en decir ahora digo donde antes dijo Diego. Si la amnistía no cabía en la Constitución de 1978 hasta días antes del 23 de julio pasado, una vez analizados los resultados electorales, comenzando por Sánchez y siguiendo por todos los ministros y exministros de su gobierno (señora Calvo incluida), y de los dirigentes de su partido, lo que antes no cabía en la Carta Magna ha pasado a ser imprescindible para la gobernabilidad del país.

Asistimos a diario a imposturas, a estratagemas que esconden un cinismo de libro. Vuelvo a preguntarle, si no, a qué obedece que, al mismo tiempo, el partido que sustenta al gobierno, el PSOE, pueda aplaudir en un momento dado a la Princesa Doña Leonor el día que jura cumplir y hacer cumplir la Constitución del 78 –exactamente lo mismo que hizo su padre varias décadas atrás–, al tiempo que pacta libre y voluntariamente con quienes quieren su derrocamiento y el fin del orden constitucional. Al menos sus socios de gobierno van por delante y por derecho, hasta el punto de que solo 3 de los 57 diputados del Congreso que le hacen falta a Sánchez para lograr de nuevo su investidura asistieron en el palacio de la Carrera de San Jerónimo el día 31 de octubre al histórico acontecimiento de la jura de Doña Leonor.

A nadie creo que extrañe ya que, si no mañana o pasado, en un futuro no muy lejano asistamos a otro nuevo “cambio de criterio”, como ahora se llama desde Moncloa a las mentiras constantes del presidente en funciones. Sánchez pasará de ser un tibio constitucionalista del 78 que, poco a poco y por la puerta de atrás ha ido desarmando la separación de poderes y el andamio constitucional con la toma del máximo tribunal que interpreta si una nueva ley está o no en sintonía con lo mandatado en la Carta Magna, es decir, el Tribunal Constitucional, presidido ahora por un zapaterista de pro, reconvertido también en sanchista convencido, Cándido Conde Pumpido. Digo que Sánchez no tendrá dificultad alguna (cosas mucho más complicadas ha venido haciendo durante los últimos cinco años…), en pasar de constitucionalista y monárquico por el imperio de la ley, a asegurar mañana que siempre ha luchado por derrocar la monarquía española y a su titular, Felipe VI e instaurar una nueva República.

Y, a juzgar por los resultados obtenidos en las últimas elecciones generales, que han mantenido a Sánchez unos cuantos diputados por debajo de los obtenidos por Feijóo, y tras la derrota de éste en su intento de investidura, el líder socialista se ha propuesto volver a ocupar la Moncloa (en realidad, a no abandonarla más), diciendo sí a todo lo que se le pide desde el nacionalismo y el independentismo. Y, con la experiencia acumulada ya por el presidente en funciones, en caso de que la indignación popular suba por encima de lo esperado, ya sabe que basta con seguir incrementando el gasto social, las subvenciones de todo tipo (trasportes, salario mínimo a costa de los empresarios, abonos culturales a diestro y siniestro, etc.), para acallar a los descontentos y, además, seguir aumentando el número de adeptos a la causa woke.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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