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Huidas hacia adelante

martes 19 de septiembre de 2023, 08:24h

Si uno apoya explícitamente a las dictaduras islamistas del Golfo y, además, a cambio obtiene pingües comisiones ilegales, aquí no pasa nada. Ese fue el caso del archifamoso Luis Rubiales, entonces presidente de la FEF (Federación Española de Fútbol) y de su amigo Gerard Piqué cuando entre ambos trasladaron la final de la Supercopa de España a Arabia. Tampoco por un supuesto viaje a Nueva York pagado a cargo de la Federación con una amiga mexicana, ni por unos audios nada ejemplares con el mencionado Piqué, capitán del Barça entonces en ejercicio, celebrando con descaro y sin vergüenza sus negocios conjuntos en Arabia y la Supercopa, ni al salpicarle de lleno el escándalo del arbitraje con los pagos del Barcelona durante años al vicepresidente de los árbitros, Enríquez Negreira, dependiente de su Federación.

Sin embargo, un beso robado de Rubiales, un ‘pico’ –el patán insiste en llamarlo así- a Jennifer Hermoso, una de las jugadoras del combinado español campeón del mundo de fútbol femenino en Australia, le ha costado al ínclito, zafio, patán, grosero, maleducado, chulo, manipulador, corrupto y mafioso presidente del fútbol español la pérdida de su envidiable puesto de trabajo, el de presidente de la FEF, un cargo político que, entre unas cosas y otras, llevaba aparejado la nada despreciable cifra de casi un millón de euros anuales (incluída la vicepresidencia de la FIFA), un salario 500 veces superior al que cobran de media muchas jugadoras profesionales del fútbol femenino español.

Así se explica que Rubiales se aferrase al cargo con uñas y dientes y que hasta su madre se pusiese en huelga de hambre en una iglesia de Motril para lavar el buen nombre de su hijo.

Rubi, como lo llaman los cercanos, apoyado por su estupendo equipo de comunicación, hizo creer a políticos socialistas y a medios afines que iba a dimitir el jueves que convocó esa extraña y esperpéntica asamblea del fútbol español para tratar su caso. La sorpresa surgió cuando, por el conrario, repitió varias veces que no dimitía, que huía hacia adelante como hace siempre su otro amigo, el presidente Sánchez, que no dice una verdad ni por equivocación.

Esta vez, el destino y los oscuros planes de amnistía que el inquilino de la Moncloa viene pergeñando desde el 23 de julio pasado, fecha de las elecciones generales que perdió frente al PP de Núñez Feijóo, le ha venido estupendamente a él y a todo el consejo de ministros mantener esta teórica pugna “ética y feminista” contra el gran macho Rubiales, porque así distraía la atención de la opinión pública frente a la maniobra que perpetra para mantenerse en el poder. A saber, un pacto con el prófugo de la justicia y todavía delincuente Puigdemón para lanzar una nueva amnistía y aceptar la celebración de un referéndum en Cataluña (después vendrá el del País Vasco ), y si hay que pasar por encima de la Constitución, se pasa porque, al fin y al cabo, las leyes están para “perfeccionarlas”. Y si esa perfección legal apunta en el sentido de mantener a Pedro Sánchez como presidente, razón de más.

Al final Rubiales no consiguió aplicar al pie de la letra el Manual de resistencia de Sánchez y tuvo que tirar la toalla. Han respirado el presidente, su ministro de Cultura, Mikel Izeta y el presidente del C.S.D. (Consejo Superior de Deportes), Víctor Francos. Ahora el ya expresidente de la FEF tendrá que explicar en varias comparecencias ante la Audiencia Nacional hasta qué punto era verdad lo que decía aquella canción de Pau Donés cuando cantaba con Jarabe de Palo aquello de : “Por un beso de la flaca, yo daría lo que fuera / Por un beso de ella, aunque solo uno fuera”.

Pedro Sánchez, sin embargo, sigue con el “sostenella y no enmendalla” del tema de la amnistía y ya se ha cobrado su primera víctima en la persona de Nicolás Redondo Terreros, un socialista ejemplar como su padre, Nicolás Redondo Urieta, secretario general de UGT y diputado del Congreso cuando le montó una huelga general nada más y nada menos que a Felipe González al poco de llegar a la presidencia del gobierno. Un aviso a navegantes díscolos socialistas que no sabemos si el actual secretario general se atreverá algún día a extender al mismo Felipe González, a Alfonso Guerra y a unas cuantas decenas de compañeros socialistas (exministros, ex dirigentes significados del PSOE), que ya peinan canas y que comparten con Redondo Terreros la idea de que en la constitución del 78 no cabe ninguna amnistía. O lo mismo es un síntoma de debilidad del todopoderoso Sánchez. El tiempo dará y quitará razones, pero el personaje seguirá siempre huyendo hacia adelante.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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