La tierna infancia, la alocada juventud y el Estado

La cuota de Sumar al nuevo y otra vez mastodóntico gobierno Sánchez (22 carteras, incluida la del superministro Félix Bolaños, que se ha quedado con lo que antes eran dos, Presidencia y Justicia), se extiende a cinco ministerios. Uno de ellos, el de Infancia y Juventud, capitaneado por Sira Rego. De nuevo una coalición de gobierno se muestra ante la opinión pública para poner en tela de juicio si es menester crear un ministerio nuevo para hacer frente a nuevos problemas (véase, por ejemplo, el de la Soledad, como han hecho algunos ejecutivos del mundo occidental), o más bien y al contrario, hay que crear un nuevo problema para poder colocar allí a una colega a la que no se le encuentra acomodo en otro sillón ministerial. En el que nos ocupa, obviamente, se ha tirado por el segundo camino.

Sucedió lo mismo, en el gabinete Sánchez cuyo mandato acaba de terminar, con el ministro de Consumo, el ínclito Alberto Garzón Espinosa -que en paz política descanse-, para quién Pedro Sánchez transformó una dirección general de toda la vida, Consumo, en todo un ministerio para que su titular no diera un palo al agua en la materia propia, ni se le ocurriera pensar en lo que tanta falta ha ido haciendo después, buscar fórmulas para disminuir su consumo, en base a la inmensa sequía con la que nos hemos ido encontrando los ciudadanos de la península ibérica con esto del cambio climático.

En eso no, pero sí que se ocupó el señor Garzón en poner patas arriba el turismo nacional, y en plena pandemia, con aquello de que nuestra industria número uno no aportaba valor añadido a la economía, afirmación que provocó un incontrolable soponcio a hoteleros, restauradores, agencias de viajes y hasta a los dueños de baretos y tabernas patrias. Pero, no conforme con eso, Garzón se metió más tarde con los ganaderos grandes y pequeños, con las macrogranjas y hasta con los juguetes de los niños en plena campaña de Navidad.

Mucho me temo -y quien avisa no es traidor- que, con la nueva ministra de Infancia y Juventud, el ruedo político nacional va a tener también momentos de gloria para llenar, no ya una plaza de toros, sino el Bernabéu y el Nou Camp juntos, de padres y madres inquietos, si es que no asustados y hasta aterrados, por las políticas que puedan surgir de un ministerio de materias tan sensibles en el que pueden caber tanto el buenismo como la ingeniería social.

Habrá, posiblemente, acuerdos de colaboración entre los ministerios de Igualdad e Infancia y Juventud para implementar políticas educativas en el terreno sexual que ya inició Irene Montero, llevando o animando a comunidades autónomas y hasta a ayuntamientos a meter tema tan delicado hasta en los jardines de infancia.

A uno, desde luego no se le ocurren temas que vayan más allá de los que puedan incluirse en los ministerios de Educación y Sanidad, es decir, la enseñanza y la salud, en las políticas del neonato ministerio. Pero claro, para eso ya están los de toda la vida…

Vemos, pues, al staff del nuevo ministerio en pleno (ministra, secretaria de estado, asesores…), desarrollando una frenética actividad en estas primeras semanas para intentar delimitar su campo de acción al tiempo que tendrán que ir cerrando un plan de trabajo para implantar esas políticas fijadas en los plazos decididos. Vamos que, padres y madres, abuelos y abuelas, no bajen la guardia porque su mayor bien a proteger, sus hijos y sus nietos, pueden acabar siendo más hijos y nietos del estado que de ustedes. Y no digan luego que no han sido avisados porque, incluso la entonces ministra de Educación y hoy recatada embajadora del estado español ante la santa sede, Isabel Celáa, ya lo anunció en voz bajita y montó el escándalo padre. El caso es no dejar ni un minuto de tranquilidad a la sufrida población. Al final va a ser verdad aquello de la política del miedo.