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OTAN: se acabó la fiesta

sábado 02 de julio de 2022, 13:47h

Meses previos de preparación y miles de policías, soldados y funcionarios trabajando para preparar hasta el más mínimo detalle del desarrollo de la cumbre, y unos 40 millones de euros -es la cifra que se ha barajado en los medios-, para que presidentes de estado y jefes de gobierno de los 30 aliados a la OTAN y los de los países asociados, se hayan sentido en Madrid como en su propio país, o casi. El resultado ha sido excelente gracias a que, por una vez y sin que sirva de precedente, gobierno de la nación, CAM y Ayuntamiento de Madrid han colaborado empujando en la misma dirección y en el mismo sentido. O sea, que cuando se quiere se puede...

El balance de la cumbre ha sido calificado como “histórico” por la mayor parte de los jefes de las delegaciones respectivas y todos han manifestado expresamente también su satisfacción por una perfecta organización. La marca España, pues, ha vuelto a ganar varios enteros y, por cierto, una buena parte de ellos se les deben a los buenos oficios de SS.MM. los Reyes de España, Felipe VI y Doña Leticia, envidiables anfitriones de la cumbre, dentro y fuera de las salas y salones de reuniones.

Europa ya ha asumido que los tiempos de paz y prosperidad han terminado como consecuencia de una guerra iniciada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, contra uno de los países asociados y antiguo aspirante a formar parte de la Organización Atlántica, Ucrania. Y lo paradójico es que esa guerra que se libra en el flanco oriental del viejo continente desde febrero de este año, se hace con la Federación Rusa que, hasta esta cumbre figuraba como socio estratégico según se acuñó en la cumbre de Lisboa (2010).

Y, como no hay más remedio que hacer de la necesidad virtud, al menos la invasión rusa ha propiciado una mayor cohesión de los países integrantes de la OTAN, los ha obligado a redefinir muy claramente sus objetivos y ha fortalecido la Alianza. Vienen tiempos inciertos y escabrosos y, para hacer frente a ellos, no queda otra que armarse de razones, de valores y de nuevo y cada vez más sofisticado armamento. Así lo ha entendido también el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, que ha admitido ante Joe Biden y Jens Stoltenberg, una implicación mayor de nuestro país a través de la utilización más intensiva de la base norteamericana de Rota admitiendo dos destructores más de la Armada de Estados Unidos en España -ya serán seis-, y a duplicar el presupuesto de Defensa en los próximos siete años.

Bienvenido sea el cambio de postura del jefe del ejecutivo español que ha pasado de declarar públicamente, al principio de su mandato, su voluntad de eliminar el ministerio de Defensa, a duplicarle su presupuesto en ese horizonte próximo.

Los ciudadanos madrileños, que han acogido con un envidiable estoicismo las restricciones de tráfico y de tránsito en buena parte del meollo central de la capital, pueden ya recuperar sus rincones y avenidas; los indigentes volverán a ocupar los soportales de la Plaza Mayor y los bancos de la de Isabel II; descuideros, carteristas y camellos tienen de nuevo el campo libre para desarrollar sus cotidianas e ilegales actividades.

En fin, que todos volveremos otra vez a la normalidad de los precios por las nubes, la mengua de vértigo de los pocos ahorros acumulados en la época de confinamiento, y la extensión de la pobreza generalizada e imparable entre capas sociales cada vez más amplias, y a contemplar con la misma perplejidad que dolor como en este país no se puede llegar ni a un solo acuerdo incluso dentro del mismo gobierno de la nación.

Lo mismito, lo mismito que cuando uno acude a la boda de la hija del amigo. De pronto todo son sonrisas, parabienes, copas, baile y felicidad. Pero, apenas unas horas después, se acaba la fiesta, todo el mundo a su casa y los invitados deben ya dejar de soñar y caer de nuevo en la cuenta de que ese mundo feliz, en el mejor de los casos, puede materializarse falsamente durante algunas horas o, lo más normal, instalarse en él a través de los sueños. Sueños húmedos en el caso de Sánchez que, después de anhelar durante más de dos años su encuentro sideral con Joe Biden, lo ha conseguido finalmente. A cambio de un nuevo y monumental cabreo de sus compañeros podemitas de gobierno y de sus aliados preferentes –Bildu, Ezquerra, PNV, etc.-. Pero… ¡que le quiten lo bailao! Así, además, está más cerca de sus ilusiones de algún carguito internacional que le edulcore la más que probable derrota en las próximas elecciones generales.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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