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Savater, 'El País' y la libertad de expresión

lunes 29 de enero de 2024, 10:47h

Ya venía a decir Don Quijote a su fiel Sancho que la libertad es el don más preciado para el hombre. Savater, Don Fernando, (filósofo, articulista, profesor, novelista y dramaturgo, entre muchas otras cosas), ha hecho siempre de la libertad y la independencia su bandera. Ahora El País ha decidido prescindir de sus colaboraciones por ser frontalmente contrarias a la línea editorial del periódico. Pues muy bien, El País sabrá lo que hace, pero acaba de certificar su defunción como periódico libre –si es que aún quedaba alguna duda-, y de coronarse como el líder de la genuflexión constante, lamentable y deprimente al gobierno Sánchez. Ya no es el diario independiente de la mañana, sino el diario gubernamental de todo el día. Ya no es el diario global, como ahora se autoabandera en la cabecera digital, sino el diario provinciano e inquisitorial del mundo mundial. No creo que Pepa Bueno, la directora del diario madrileño, se haya parado un momento a considerar lo que supone ese gesto con un hombre que lleva publicando sus artículos en el diario desde hace ya casi medio siglo. Bien es verdad que está allí porque es una fiel y ciega sierva de las instrucciones de Moncloa y a ésta última, aunque parezca otra cosa, las verdades del filósofo le escuecen y le molestan.

Un francés, hijo también de esa cultura que Savater ama tanto, Georges Brassens lo dijo ya hace casi 75 años en La mala reputación (1952), una canción que versionó muy pronto en España Paco Ibáñez, y que ahora sirve no sólo de explicación sino de acicate para todos aquellos que, como el filósofo vasco, quieran seguir teniendo por bandera la libertad y la independencia.

En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal

Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño…

No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Pero Savater no ha sido el único juzgado y condenado por la inquisición progubernamental de El País. Desde 2018, fecha de la llegada al poder de Pedro Sánchez, al de Savater hay que sumarle un par de docenas de nombres más, entre ellos Antonio Caño, José Manuel Calvo, Luis Prados, David Alandete, Maite Rico, Ignacio Torreblanca, Javier Ayuso y Álvaro Nieto. También dejaron de colaborar los escritores Francesc de Carreras, Ricardo Dudda, Antonio Elorza, Teodoro León Gross, Manuel Arias Maldonado, Juan Claudio de Ramón, Félix Ovejero, Alejandro Molina, Yoani Sánchez o Héctor Schamis. Pueden encontrar sus escritos en las páginas de Theobjetive.com, ABC, El Mundo o Expansión.

Siento gran admiración y respeto por Fernando Savater. Y no por estar siempre de acuerdo con él, ni mucho menos. Eso, a cualquiera que exprese sus pensamientos públicamente le preocupa lo justo, y estoy seguro de que Savater se divierte mucho más con quienes disienten de sus opiniones que con quienes lo alaban sistemáticamente. Es, lógicamente, imposible que todo el mundo comulgue con las percepciones de uno y, además, eso es muy saludable. Lo que no es admisible bajo ningún prisma es aceptar la cancelación civil como “premio”, como respuesta sistemática por parte de aquellos que se consideran depositarios de la verdad, de las esencias de la democracia con el único afán de manejarla a su antojo poniendo aquí o allá, según convenga en cada momento, las llamadas líneas rojas que, por cierto, en el sanchismo son tan móviles como las parejas de la Guardia Civil, que van por aquí o por allá según convenga a cada momento (político en el primero, de la investigación del caso en el segundo).

Me precio de venir colaborando en estas páginas electrónicas de diariocritico.com desde hace ya más de tres lustros y mi alma se llena de alegría al comprobar con la misma frecuencia con la que publico mis columnas de opinión, como frecuentemente el artículo que me antecede o me sucede en estas páginas electrónicas defiende exactamente lo contrario de lo que defiendo yo. Eso dice mucho y engrandece a un medio, lo hace libre y abierto . El contraste de ideas, de pareceres, la controversia, debidamente alimentada por razones y no por consignas hace grande a un medio de comunicación, a una sociedad, a un país. Y en eso está este diario desde su fundación.

Debo decir públicamente que jamás se me ha quitado o puesto ni una sola coma en cuanto escribo y publico en estas páginas. Y, no tengo ninguna duda, en que si eso sucede algún día, al siguiente ya no me volverá a ver por aquí.

Mi mayor respeto, digo, por Fernando Savater, y mi tristeza más profunda por ver cómo un diario que ha sido el referente de generaciones de españoles y que nació libre y abierto, se ha vuelto sumiso y servil con un poder, el del sanchismo, que debiera vigilar de cerca, independientemente del signo que sea. Si no es así, ya puede ir quitando ese subtítulo que durante tanto tiempo ha llevado en su cabecera.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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