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Hacienda y el lobo

domingo 25 de junio de 2017, 10:44h

Acabo de recibir una carta de Hacienda. No sé a qué narices me escribe tanto. Si yo no mando en mi dinero. Cada vez que cobro la nómina una parte importante se va a las faltriqueras del Gran Estado. Al final se financia con lo que pagamos los que estamos más fichados que el Lute en el final de franquismo. Antes de abrir la carta me hecho una apuesta con mi hijo. Apunta niño. Revisión sorpresiva del catastro (los ayuntamientos están secos). Un error en la declaración del IRPF. Todavía no me han pagado la devolución y ando mosqueado. Alguna multa de esas que ni te esperas. Te pasas en una vaguada o curva densa y ahí están los civiles. Escondidos para sacarte varios cientos de euros. En realidad nadie, salvo mi mujer, sigue al cien por cien las señales de tráfico. Así que es cuestión de fortuna que caigas o no caigas en las redes de cualquier radar.

A un amigo mío le vendieron, de extranjis, un localizador de radares. En pocas semanas ya no había quién se montara con él. A cada rato le sonaba una alarma estruendosa y el hombre hacía los viajes a base de aceleración y frenadas. Y encima no pudo evitar que le cazaran. En una calzada que había que ir a 40 seguía un coche de la Guardia Civil que iba a 50. Los beneméritos tuvieron la mala leche de pararse y multarlo. Ni se le ocurrió, claro, decir que iba detrás de ellos, porque entonces igual le doblan la multa.

Bueno, sigo con la carta de Hacienda. A lo mejor es por un piso antiguo de mi madre que hemos vendido. Nos han dado cuatro perras. Pero entre el notario, la gestoría, la plusvalía, y yo qué sé más, llevamos ya varios meses pagando y yo creo que hemos pagado más que lo que nos han dado por él. O a lo mejor es porque se me ha olvidado meter en la Renta cualquier abono literario. Seguro que no es como lo de Ronaldo con los derechos de imagen. Aquí los derechos andan un poco torcidos. Pero sea lo que sea Hacienda siempre se lleva la tajada más grande. No exagero, no. Si sumamos los impuestos directos e indirectos a ver quién se queda con el mayor trozo de la tarta.

También leo lo que dice Montoro (no me gusta ver a los políticos de portavoces de Hacienda, prefiero que hablen los técnicos) proponiendo una ley que prohíba las amnistías fiscales. Tarde llega, cuando el Constitucional lo ha machacado. Cualquier amnistía fiscal es un reconocimiento de que los controles no funcionan. Hay muchos miles de millones en los paraísos fiscales y solo se han recaudado 1.200. Lo que hace falta es más control y más inspectores dedicados a esa tarea, que de nosotros saben hasta la radiografía de las muelas.

Ah, se me olvidaba. La carta. La abro y es un requerimiento con recargo. Tengo que pagar 70 euros más de IBI. ¡Pero si pague lo que me dijeron! En fin, paga y calla hermano, es tu destino. Encima la apuesta la ha ganado mi hijo y no me perdona el tributo a su agudeza.

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