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Los principios básicos

viernes 06 de octubre de 2023, 19:55h

Ahora parece que todo se reduce a la opinión formateada y publicada y que la razón, el pensamiento y los principios básicos sobre los que asentamos nuestra sociedad ya no son necesarios.

Hemos renunciado a la verdad hace tiempo, con un sistema que admite parlamentarios sin el compromiso de un juramento (oath) o que permite, ampara y alienta mentir en sede judicial. En la calle, mentimos sistemática e innecesariamente, excusas inventadas incluso cuando no es preciso. En los negocios, hemos pasado de darnos la mano y cumplir a firmar contratos que no pensamos cumplir. Son legión los conductores sanos que llevan una falsa pegatina de discapacitado y usurpan sus aparcamientos. Pocos somos los que seguimos dando la cara contra viento y marea y menos aún los que mantenemos nuestra palabra como si nos fuera en ello la vida.

Los principios básicos, la ordenación elemental de la vida en sociedad, ya no valen. La verdad, la honorabilidad, el respeto y el compromiso se perdieron en la desidia de todos. Ahora valen la mentira, el robo y el estupro hasta en las instancias que deberían ser más solventes moralmente, el poder ejecutivo, el legislativo, el judicial, el tribunal constitucional, el tribunal supremo. La prensa. Desde hace años, la mentira en España es reina y el incumplimiento su consorte.

Estoy asistiendo con dolor al desmantelamiento del estado por derribo descontrolado. De alguna forma que se me escapa, en dos semanas hemos pasado de respetar la Constitución, la más venerable y sólida de nuestras leyes, a convertirla en un papelajo que no llega ni a recibo de gasolinera. Ni siquiera hay una razón de estado que pudiera dar sentido a tanto disparate. Lo sabemos todos, se trata solo de la venta del gobierno a un delincuente y no solo la presidencia, sino todo el gobierno con su legislatura. ¿De verdad un fugado de la justicia va a decirnos quién va a ser nuestro presidente y a definir cuáles han de ser las líneas gubernativas de su legislatura? ¿Y vamos a tragar en silencio? Es inaudito.

Los españoles ya no nos tenemos respeto, no tenemos honor ni orgullo ni valor. Nuestra palabra no vale nada, ni con nuestros vecinos ni internacionalmente. A tronchones, hemos abandonado valores sociales esenciales y hemos perdido muchas cosas, desde el amor a la patria entendido como respeto y reconocimiento a todos los españoles que somos, hasta la honorabilidad de ayudar al que acabamos de atropellar.

Nos creemos mejores de lo que somos, nos creemos solidarios, avanzados y generosos porque algunos españoles han montado ONG’s de alcance global o porque Antonio Banderas, Penélope Cruz y Javier Bardem rellenan la mayoría de vacuidades en RRSS. O porque la opinión publicada dice que somos bellísimas personas porque nuestros equipos de la UME apagan incendios en Chile o apuntalan casas en Chapagaun, Nepal. Nos estamos mirando en un espejo deformante y nos hemos creído lo que vemos. La verdad es otra: el 26.5% de los jóvenes entre 25 y 35 años solo tienen la primaria. La media europea es de 11.8%. Y el abandono escolar prematuro es del 14% frente al 9.7% de Europa (lideran el funesto ranking Murcia, Baleares y Cataluña).

El 44.8% del tiempo de ocio lo dedicamos al móvil frente un 6% que dedicamos a la lectura (epdata.es). El 72.3% de los jóvenes entre 15 y 30 años no sabe qué es una monarquía parlamentaria y entre los adultos de 25 a 40 años la cosa mejora poco: el 59.5% lo desconoce.

La literatura ya no existe en España porque la bazofia empastada no es arte. La música sin armonía se expande como un virus y el conocimiento derivado de las Humanidades y las Ciencias Aplicadas se ha diluido entre opiniones de instagramers ignorantes con chorrocientos mil seguidores aún más ignorantes.

Un mero chisme de twitter empuja a Cuca Gamarra ante los micros e involucra a Colombia cuya embajada en Bruselas tuvo que salir de urgencia a desmentir la chorrada. Y Yolanda Díaz, la vicepresidenta irresponsable que malbarató su cargo reuniéndose con un prófugo con delitos gravísimos contra el estado, que cree en conspiraciones de cohetes y que, como Gamarra, tardó menos en verlo en su Insta que salir a repetirlo públicamente.

La falsa presión social a que estamos sometidos es cada vez menos soportable. Buscando proteger a los más débiles han acabado dividiendo en grupos y clases a los que, antes, solo éramos ciudadanos, iguales ante la ley y libres ante el estado. Las divisiones sociales en neolengua, islamofobia, gordofobia, gerontofobia y hasta LGTBQIA+fobia, donde cada letra corresponde a una nueva división social, y ese + (más) ignominioso que indica que la división propende al infinito. Nos dividen y, sin cultura ni formación elemental, nos enfrentamos ahondando aún más en lo que nos separa.

Los españoles nos hemos perdido el respeto y muchos ya ni saben qué es eso.

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