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Siete españoles honorables

miércoles 06 de septiembre de 2023, 18:09h

Hemos perdido el sentido rector de las palabras y semejante disparate nos ha traído al falseamiento del mundo real sustituyéndolo con imágenes deformadas de una sociedad cada día más idiotizada. Ya no se puede llamar negro a un negro, ni siquiera persona de color: el término estúpido es racializado. Llamar gordo a un tipo que desayuna dos pizzas familiares y tres litros de Cocacola es delito de odio y todos, una palabra omnicomprensiva, ya no significa todos sino sólo la mitad. Y, al cambiar el significado de las palabras, perdemos la realidad para sustituirla por imágenes lisérgicas que llevan a creer que los gallos violan a las gallinas o que el autoritarismo rancio de Junts es progresista.

Puigdemont es un racista, como lo son todos los independentistas con cargo. Odian a España y nos odian a los españoles. Ahora, encima, un amoral oportunista como Sánchez está dispuesto a seguir cercenando las instituciones de la nación y a destrozar todo lo bueno que hemos construido desde 1977, incluida la Constitución del 78.

Dice el señorito que lo hace para superar la fractura de 2017. Pues no y, además, niego la mayor. Esa fractura se llama delito de lesa patria: un cobarde supremacista liderando una versión pueblerina del KKK y declarando la República independiente de Cataluña durante siete segundos para, acto seguido, huir como una rata cobarde escondido en el maletero de un coche. Muy edificante todo. Y niego la mayor: el reyezuelo del PSOE no busca superar ninguna fractura sino sólo una investidura que ni merece ni debería ganar.

Sánchez ha subyugado al legislativo hasta prácticamente vaciarlo de contenido salvo cuando hace de comparsa para sus desmanes. La bandera y el himno ya no se ven ni escuchan en ningún acto oficial y, mientras hay CCAA leales que sí necesitan de la cooperación del estado, este señorito a lomos de palabras cargadas con significados imposibles, regala la Constitución, el gobierno y el Parlamento a una banda de supremacistas.

Canarias, un poner, una CCAA de buenas gentes, hospitalarias y muy trabajadoras, ni siquiera ha conseguido que su representación cartográfica sea la real y no un maldito recuadro a veces al suroeste de Cádiz y a veces ¡debajo de Baleares! Eso sí que es desdén institucional y, con leyes tan malas como perniciosas cual la Logse, la Lomloe y ahora la ley Celáa, hay miles de chavales de esta generación de cristal que cree que las Canarias están "debajo de las Baleares" (sic en exámenes de selectividad). Salvo Himar González, nobleza obliga, todos los meteorólogos practican el apartheid del recuadro con Canarias.

En Canarias falta inversión pública para muchas cosas importantes, transporte entre islas, centros educativos y de salud, infraestructuras eléctricas e hidráulicas... que el estado debe proveer. Pero no son ruidosos en sus quejas, son sensatos, buenos españoles y tolerantes y el gobierno peninsular solo les hace pedorretas.

Cataluña es rabiosa, intolerante, antipática, amargada y racista como demuestran sus constantes declaraciones contra Andalucía, Extremadura, Murcia, Ceuta, Melilla y Castilla. Y encima nunca jamás en su patética historia han sido nada más que un apéndice de otros, del reino de Valencia o del de Aragón. Su reclamación de independencia se basa en una barretina enroscada hasta las cejas, una borrachera de ratafía, una indigestión de historia y mucho odio por los demás, pero cero realidad.

Yo no sé si hay que bombardearlos cada 50 años o echarlos a patadas de España, lo que sé es que nos deben 80.000 millones de euros al resto de nosotros, lo que sé es que el reyezuelo no puede malbaratar la Constitución de todos para que nos la metan sin vaselina nuestros principales y más grandes enemigos, lo que sé, en fin, es que ser español es una forma muy específica de ser, de vivir y de entender la vida, y que un codicioso sin moral, apoyado por partidos que nos odian, está dispuesto a disolver nuestra manera de vivir a cambio de un plato de lentejas adobado con amnistía a golpistas y referendos tan imposibles como inaceptables.

Así que pregunto: ¿No habrá fuera de la derecha siete diputados prudentes, con sentido histórico del estado y comprometidos con España que en la investidura de Feijoo se marquen un Casero y le voten para desactivar al megalómano y sus cómplices los enemigos de todos? Serían héroes para la historia.

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