www.diariocritico.com

La crispación, el nuevo monstruo

sábado 04 de mayo de 2024, 10:29h

Al presidente Suárez se le llamó tahúr del Mississippi en el Congreso, se le acusó de forrarse con unos marcadores deportivos que se implantaron en todas partes y se le negó la paz en misa muchas veces.

Al presidente González le orquestaron una campaña de acoso y derribo, la más salvaje que ha sufrido nadie en democracia hasta hoy. El sindicato del crimen, como se le llamó, fue un grupo de directores de periódico, periodistas radiofónicos y opinadores profesionales, con contactos en la magistratura, la Policía, la Guardia Civil y los servicios secretos, que sincronizaron durante algunos años sus líneas editoriales, logrando poner en jaque a Felipe González.

También Aznar se llevó lo suyo, el No a la Guerra, la campaña de vídeos Hay motivo, poner los pies en la mesa con Bush, el impostado acento texano y, claro, intentar colar como de ETA el atentado islamista.

Zapatero recibió por su Economía en dos Tardes, su pésima gestión de la crisis, nombrar a Leire Pajín ministra sideral, sus hijas de la Familia Adams, bambi, etc. Y ya existían twitter e instagram.

Ocurre en todos los países del mundo, democracias homolagadas, democracias bolivarianas, dictaduras coreanas, estados fallidos, en la China comunisto-capitalista, en Rusia, en Ucrania, en Francia, en Gran Bretaña, en Italia… Es algo inherente a la política y a la condición humana: lo vimos en Babilonia y hasta hoy.

Que se sepa al menos, en ninguna democracia occidental seria, el presidente se ha puesto a gimotear, ha dicho que se tomaba cinco días de penas y quebrantos y que, a lo mejor, cogía los bártulos y se iba. Una persona que se viste por los pies hace lo que el presidente Suárez: primero reflexiona y luego escribe su carta de dimisión, la lee en directo y se va sin hacer ruido. O hace como Boabdil antes de llorar: presenta batalla.

O hace lo que han hecho el presidente Macron y su esposa con los ataques durante meses a su mujer acusándola de pederasta por la diferencia de edad y de ser transexual: acudir a los tribunales. ¿Por qué Begoña Gómez y Pedro Sánchez no?

Cinco días después de la carta emocional, trivial e irracional del presidente Sánchez, renace con un Tenemos que detener la Máquina del Fango. Habida cuenta del muro que levantó en su discurso de investidura entre él y todos los que estuvieran a su derecha, la Máquina del Fango, como el infierno sartriano, son los otros.

Es imposible decir quién empezó y además es irrelevante. Polarizar y enfangarse en el populismo es fácil y es rentable políticamente. Por supuesto que hacerse la víctima aún a costa de exponer su propia vida privada, como si Moncloa fuera Telecinco tiene réditos políticos: de pronto va a ganar en Cataluña y una mano invisible lo ha aupado nueve puntos en el CIS, calentando para las europeas. Se llama tacticismo. Como tituló el Washington Post, “El líder español Sánchez permanecerá en el poder tras el drama de su dimisión”. Es rastrero y es peligroso. En la calle no somos así, todavía.

Vivimos en una estructura social cambiante en la que la política nos ha ido dividiendo y subdividiendo en paquetes interminables cada vez más pequeños, enfrentados como clanes en la edad de piedra: los gordos, los independentistas, los homosexuales, los trans, los veganos, los terraplanistas, los animalistas, los de la estelada, los de la senyera, los que odian a España, los que aman a España, los cazadores, los agricultores. Hasta los ciclistas y los de los patinetes eléctricos exigen sus derechos humanos, eso sí, sacarse el teórico de circulación no, no vaya a ser qué. La excusa de los derechos humanos ha acabado por ser un paraguas para cualquier cosa, basta encontrar un loqueseafobo y me convierto en minoría a proteger de loquesea.

Sánchez es mentiroso y mal actor, pero muy guapo. Con voz de cordero degollado dice en la misma frase que España necesita protegerse contra las noticias falsas y los bulos dañinos de webs y lanza el bulo de que Rajoy dijo que la mujer de Sánchez debía dejar de trabajar y quedarse en casa.

Sánchez es un trepa, sin escrúpulos, sin respeto a las instituciones y las leyes, no hay más. No creo que se le ocurra sacar una Ley de Prensa o cosa semejante, pero jugará con ello, inflará un potente globo mientras siga enardeciendo a unos, cabreando a otros y rindiéndole a él, hasta que sea enorme, una enormidad llena de nada que se deshará tras el ciclo electoral… si le sale bien, claro.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
2 comentarios