Montero 400, España 0

Tenemos a Pablo Iglesias desatado por las RRSS utilizando todo tipo de apaños y triquiñuelas para defender, adalid medieval, a su damisela Irene Montero. Lo hace con su voz admonitoria y la ristra de amenazas culpando de todo a cualquiera que se halle a su derecha, incluido el PSOE.

Es raro que sea el nepotista que la enchufó en el gobierno como feminist first class el que ahora no la deje ni hablar porque, pobre damisela de porcelana, tiene descontenta al personal, salvo a su cohorte de paniaguados a 55.000€ año que la rodean, chicuelas transqueer, resilientas & yeah que no saben hacer la O con un canuto pero que gritan mucho, le hacen mucho la pelota a la ministra y le aguantan su carácter amargo, gritón y malencarado, no en vano más de 60 funcionarios de su ministerio, de un total de 140, han pedido traslado así sea a las Quimbambas.

Esta mujer, empedrada de buenas intenciones como el camino del infierno, se empeña en culpar a jueces, a futbolistas, a los osos del Pirineo y hasta a Vox (¡!) de que su ley sea, básicamente, una cagada. Seguro que la chiquita tenía buena intención, y hasta le ilusionaba hacer una ley como el que hace una tarta, pero igual que al mal pastelero, a ella en vez de ley le salió un churro.

Lleva varios meses bramando que el consentimiento es el corazón de “su” ley (¡cómo si no lo fuera ya en la ley anterior!) y mientras tanto van casi 400 violadores beneficiados de su inepcia. Ahora, cuando la alarma social generada afecta a ocho veces los votantes de Podemos, PSOE sale con una contrarreforma, sombra aquí, sombra allá, que nos devuelve a la ley anterior de la que nunca debimos salir y menos para que una malcriada sin lecturas nos metiera en este lío de excarcelaciones. Ni importan las intenciones ni importan los gritos de una ministra histérica, solo importan los hechos y en este caso son abrumadores: 400 violadores a la calle en 100 días. (Tribunal Supremo 9; Andalucía 70; País Vasco 54; Comunidad Valenciana 46, Madrid 42; Baleares 39; Galicia 32; Castilla y León 22; Castilla-La Mancha 21; Asturias 16; Canarias 14; Catalunya 13; Extremadura 8; Cantabria 7; Navarra 3; Murcia 2; La Rioja 2 y Aragón 2)

Por otra parte, Adif, Renfe y el ministerio sacan a licitación un pliego para suministrar trenes de media velocidad para Asturias y Cantabria y con una cenutriez propia de Navantia, la empresa que fabricó un submarino que no flotaba, no caben en los túneles. El escándalo salta, menudos son Revilla y Barbón, y con celeridad se cesa al “responsable de Inspección y Tecnología de Adif” y al “responsable de Gestión de Material en la Dirección Técnica y de Operaciones de Renfe”, dos pelagatos a pesar de la rimbombancia barroca de sus cargos.

Lo de los Ibertrén da más pena que risa, pero al fin fue la empresa adjudicataria, CAF, la que detectó el error, habló con Renfe, que miró a Cuenca antes de concluir que la culpa venía de 2018 cuando “se midieron” los túneles y buscaron dos pelanas para pagar el cabreo asturcón. Eso sí, Isabel Pardo de Vera, a la sazón directora general de Adif Alta Velocidad, recibió en premiazo ser nombrada Secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Es la perfecta aplicación del principio de Peter y el máximo nivel de incompetencia.

Sorprende y contrasta la rapidez en los ceses por unos trenes que ni siquiera están en fabricación y el malcrío con que se trata a la ministra peor preparada de Europa por cuya acción están saliendo a la calle delincuentes sexuales peligrosos, uno de ellos incluso llamó a su exmujer para advertirla de que “en cuanto salga, voy y te mato”.

Nuestro presidente está cercenado y comprometido en su debilidad y en su poder. No solo es el puching ball internacional de Marruecos (¡Qué habría en ese móvil!) que nos desprecia cada vez que puede; no solo es la muñeca hinchable de ERC que se lo f---a cada vez que necesita dinerito, favorcitos carcelarios o un código penal ad hominem, es que ya no puede ni cesar a una inútil como Montero de ¿su? gobierno. Empiezo a pensar que el cese de Máximo Huerta fue bullying al ver lo que pasa en esa casa de lenocinio llamada Moncloa.