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Volverán sus oscuras señorías

jueves 20 de julio de 2023, 15:39h

Ya se acaba el sufrimiento vergonzante de la campaña electoral, emponzoñada por el mentiroso que acusa a los demás de mentir y por una subasta deshonesta, casi obscena, de reparto de gabelas, prebendas, paguitas y chuches para los jóvenes especialmente que, como no son muy listos ni muy esforzados ni muy exigentes ni muy leídos, les van a dar su voto a cambio. O eso creen los asesores que diseñan cebos y anzuelos para incautos.

Para los próximos cuatro años, no sabemos qué propone cada candidato —más allá de las chuches—: cómo van a manejar una deuda que supera en 25% el PIB del país, cómo van a tratar los intereses de esa misma deuda, 850 millones de euros diarios, 35’5 millones cada hora que pagamos todos pero que, especialmente, va a pagar la generación Zote, un relevo poblacional llenito de personas que son muy sensibles, lloran mucho y por todo, tienen mucha empatía y creen que cambiando la a por la e se cambia el mundo. Pero son incapaces de esfuerzo, carecen de anticipación, desconocen la astucia y han sido educados, por decir algo, en un sistema tan malo como inicuo para todos pues pronto vamos a depender de personas que apenas suman de cabeza, leen mal y comprenden peor (ahí están los informes PISA en los que cada bienio caemos algunos puestos) y aprueban por tocarse los cataplines de septiembre a junio. El 90%, sorprendentemente, llega a la universidad y, como el sistema es tan bueno, hay una universidad en cada pueblo y apeadero, con catedráticos que no serían admitidos ni como alumnos en una universidad seria. Por cierto, en el ranking mundial la primera universidad española aparece en el puesto 176.

No sabemos qué plan tienen para el manejo de la IA que pronto empezará a dejar legiones de parados; no sabemos qué plan tienen contra el paro estructural que padecemos desde hace cinco décadas; nadie parece tener un plan serio para los autónomos —todas las propuestas parecen limitarse a la cuota-chuche mensual—; no sabemos por qué “no alcanza” para el mantenimiento de las autovías y en unos meses estaremos pagando peajes y por qué “sobra” para temas secundarios que tragan cientos de millones en naderías bien publicitadas y pésimamente diseñadas. Y, por supuesto, nadie habla de cómo reducir la presión fiscal, en alza desde hace cinco años y la tercera más alta de la UE.

El silencio ambiental me demuestra que seguiremos igual, entre los Y tú más y los Como no puede ser de otra manera. Uno de mis hijos ha terminado la ESO. De su clase de treinta alumnos, cinco no han conseguido el título por vía estudio, pero se les aprobará por sus santos (palabrota). He visto a papás y mamás llorar literalmente para que le aprobaran las mates a su niño, un tío que ya se depila los genitales. ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué pasará dentro de dos legislaturas, esta que empieza en septiembre y la próxima, cuando nuestras pensiones las tengan que pagar licenciados cuya comprensión lectora es tan baja que hasta en el futuro de camareros que les espera se confundirán al tomar las comandas?

No tenemos un plan coherente e integrador para solucionar el problema hídrico del país; no hay un plan estratégico para el turismo, nuestro oro, una industria cada vez más exigente y cada vez peor tratada por los políticos españoles —ahí está la alcaldía de Barcelona y su turismofobia—; no hay un plan para ordenar la inmigración más allá de los tópicos de Vox. No hay un plan de reposición para nuestra pirámide de edad invertida y no hay un plan para recuperar la clase media que se nos desangra por el lado de la pobreza.

La política se ha convertido en eslóganes dulzones —la cursilería de Sumar es vomitiva— y y tan simples como vacuos. La izquierda acusa a la derecha de mentir y la derecha acusa a la izquierda de mentir. Con el humo de esa cerilla se ha escamoteado más de media campaña y, a tenor de lo que se lee en prensa y RRSS, ha funcionado.

Volverán, pues, las oscuras señorías de sus escaños su indolencia a aposentar; pero ésas que tenían un plan para el país, ésas capaces de consenso, esas preocupadas por la clase media, ésas con una estrategia a medio y largo plazo, ésas no volverán.

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