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De cuando Bono quiso cristianizar a su partido

domingo 21 de enero de 2024, 10:14h

Se cumple medio siglo de la muerte de María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, que en su vida religiosa tomó en nombre de María de las Maravillas de Jesús, y dieciocho años desde que el entonces Presidente del Congreso, el jacarandoso socialista manchego José Bono, se implicó en la cruzada de dedicarle una placa a la monja en las paredes de la Cámara Baja de las Cortes Generales.

La idea surgió a primeros de noviembre de 2008 y a petición del entonces vicepresidente segundo de la Mesa del Congreso, Jorge Fernández Díaz, quien tres años más tarde sería nombrado ministro del Interior del Gobierno de España, y en estos días anda siendo procesado por la Audiencia Nacional, que investiga su papel en el operativo parapolicial conocido como “operación Kitchen”. Personaje peculiar, miembro del Opus Dei, asegura tener un ángel de la guarda llamado Marcelo, que le ayuda en pequeñas cosas como aparcar el coche, y en otras de mayor enjundia que nunca ha concretado.

Bono hizo suya la propuesta con el apoyo de PP, CiU, y PNV, partiendo de la base de que María Maravillas había nacido en uno de los inmuebles que fueron derribados para ampliar las instalaciones del Congreso hasta la calle de Cedaceros. Pero antes de seguir con el asunto de la placa, vayamos a un repaso sucinto de la vida de la religiosa.

Nacida en 1891, fue hija de Luis Pidal y Mon, segundo marqués de Pidal y embajador de España ante la Santa Sede, y de Cristina Chico de Guzmán y Muñoz, dama de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa. Desde muy pequeña, supo que su destino era sufrir por Jesús y, entre las mortificaciones a las que al efecto se sometía, consta que ataba su larga melena a una viga del desván y allí permanecía colgada hasta perder el conocimiento por el intenso dolor. Suponía, además, que tales padecimientos arrepentidos debían sentirlos también los seres irracionales, y por tal motivo, se sabe que en una ocasión ató a dos burros por el rabo y los aguijoneó para que se despeñaron por un barranco entre rebuznos de pavor.

En 1919, cumplidos los veintiún años, profesó el voto de castidad, y entró en el Carmelo de El Escorial, Madrid. Sin embargo, no tardó en percibir el hediondo ateísmo que impregnaba a España y al que su congregación no sabía responder adecuadamente. De manera que, en 1924 y para remediar esos males, fundó un Carmelo de nuevo cuño atendiendo a lo que el mismo Jesucristo le había revelado con estas palabras: “Este Carmelo quiero que sea el bálsamo que cure las heridas que me abren los pecadores”. Eligió como enclave el Cerro de los Ángeles, en el madrileño municipio de Getafe. A finales de octubre de 1926 y concluidas las obras, fue nombrada priora del Monasterio del Sagrado Corazón y Nuestra Señora de los Ángeles.

Entre flagelaciones, mortificaciones y devota oración, fueron pasando los años, hasta que en 1931 fue proclamada la Segunda República; un nuevo régimen que llegó, a su juicio, cargado de agnosticismo y de erróneas ideas de igualdad entre sexos y géneros, que ella respondió con contundencia dirigiéndose así a la mujer en general: “Déjate enseñar, déjate mandar. Déjate sujetar y despreciar. Y serás perfecta”.

En julio de 1936, y tras el Golpe de Estado militar, las autoridades republicanas expulsaron a las monjas del Cerro, confinándolas en el convento de la Ursulinas de Getafe, desde donde Maravillas y sus exiguas huestes escaparon para instalarse en un piso de la madrileña calle Claudio Coello. Pasado un tiempo consiguieron llegar a Lourdes, en el departamento francés de Altos Pirineos; pero no tardaron en regresar a España y en 1938, aún en plena guerra, se instalaron en Las Batuecas, Salamanca, donde fundaron un nuevo Carmelo. Terminada la contienda, volvieron a la sede primigenia.

A partir de ese momento, Sor Maravillas se centró en la creación de nuevos conventos de la orden (en 1933 ya había fundado uno en Kottayam, Estado indio de Kerala), en Mancera de Abajo, Salamanca; en Duruelo, Ávila; en Arenas de San Pedro, Ávila; en San Calixto, cerca de Hornachuelos, patria chica de Antonio Ruda; en Aravaca, Madrid; en Torremolinos, Málaga; y en la Aldehuela, Getafe, Madrid, donde vivó hasta su muerte el 11 de diciembre de 1974 en loor de santidad. Tanto loor que en 1988 fue beatificada en Roma por Juan Pablo II, el mismo Papa que la hizo santa en una multitudinaria ceremonia de canonización que tendría lugar en la madrileña plaza de Colón, el 4 de mayo de 2003, junto con Sor Ángela de la Cruz, Jose Maria Rubio, Pedro Poveda y Genoveva Torres.

Antes del fasto, y como es preceptivo dentro de la Iglesia Católica, tuvieron que demostrarse varios milagros obrados por la santa en ciernes. Entre otros cabe destacar el de un niño argentino, Manuel Vilar, que parecía haberse ahogado al caer a una piscina, pero ya en el hospital y en parada cardiorrespiratoria, su madre rezó a Sor Maravillas y el crío se recuperó; el del peruano Gregorio Morante, quien, gracias a la intervención de la Madre, logró que unos ladrones se apiadaran de él y no le robaran la cartera dentro de un autobús; el de la argentina Yolanda Diéguez, que consiguió expulsar, con la milagrosa ayuda de Sor Maravillas, a un molesto, moroso y ateo inquilino; y el obrado ante el cinéfilo, vidente y showman español Paco Porras, que viendo a su madre en coma, la gran actriz Josefina Delgado-Ureña, dentro de un hospital almeriense, colocó fotos de Sor Maravillas sobre el vientre de la enferma, logrando que se recuperase en cuestión de horas. Aunque ahora reconoce que quizá pudo haber algo de efecto placebo, me confirma indubitable que la mejoría fue evidente y espectacular.

Y ahora volvamos a la placa. Tras la propuesta de Fernández Díaz y el apoyo entusiasta de Bono el 4 de noviembre, la vicepresidenta primera de la Mesa, la socialista Teresa Cunillera, abandonó la reunión arguyendo que su partido se inclinaba por la paulatina eliminación de símbolos religiosos en los edificios públicos, y mal podía apadrinar una iniciativa de este tipo. Similar reacción se extendió por otras formaciones del Congreso, incluida una mayoría de diputados del PSOE. Así las cosas, Bono dio marcha atrás y el 19 del mismo mes, anunció que renunciaba al proyecto diciendo: “… este asunto ha generado una agria polémica y en ese clima el acuerdo pierde su significación originaria”. Poco después y en los pasillos de Congreso, bromeó con un grupo de diputados a propósito de sus correligionarios de militancia, diciendo algo así como que les gustaba la fruta.

En cuanto a mi posición personal, he de decir que desde hace algún tiempo poseo un precioso portarretratos de la santa, regalo de mi buena amiga la guionista cinematográfica Olga Menéndez, y un poco a lo Bertrand du Guesclin la tengo instalada en mi Belén perpetuo, donde convive en paz y armonía con, entre otros, Vladímir Ilích Uliánov, “Lenin”​, un anónimo escanciador de sidra, José Martí a caballo, una cerámica mochica donde una pareja hace un 69, una diminuta Última Cena y unos cristos que, brazos en alto y juntos parecen hacer una danza Bollywood.

Puedo asegurar y aseguro que jamás se ha producido la menor desavenencia o rompimiento de la paz entre ellos; vamos, que no dan ninguna guerra y que Sor Maravillas preside la pandi tan telenda.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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