El espectro de Hernández en el legado de Reuter

El pasado mes de marzo la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad el archivo del fotógrafo alemán Walter Reuter, tras evaluarlo como "una joya artística y cultural, tanto por su contenido como por su valor artístico". La colección, que se custodia en Cuernavaca, consta de unas cuarenta mil imágenes, capturadas entre 1942, cuando el artista empezó a desarrollar su actividad en México, y 2005, año de su fallecimiento en la capital del Estado de Morelos. Nada hay por tanto en ese repertorio de su titánico y brillantísimo trabajo anterior, especialmente a lo largo de los tres años que pasó en España dejando testimonio gráfico de las circunstancias y episodios de la Guerra Civil; unas imágenes que en estos días cobran apasionante actualidad, tras su descubrimiento casual hace unos pocos años y su exhibición pionera en una exposición que ahora se celebra en Valencia.

Los dos mil quinientos negativos de Reuter recién hallados forman parte del legado de Guillermo Pérez Zúñiga, precursor del cine científico español y director de la Filmoteca y Servicio de Cinematografía de las Misiones Pedagógicas de la Segunda Republica Española; un proyecto pedagógico-cultural en el que habitualmente sobresale el grupo de teatro ambulante La Barraca, coordinado y dirigido por el escritor, escenógrafo y guionista Eduardo Ugarte y el poeta universal Federico García Lorca.

Tras su muerte, los herederos de Pérez Zúñiga donaron esta preciosa e ignota herencia a la Filmoteca Española, donde fue celosamente protegida por la conservadora Trinidad del Río, quien, llegado el momento y la intuición de que era algo único, la puso en manos de un equipo de prestigiosos restauradores, formado por Rogelio Sánchez, Alfredo Moreno y Aku Estebaranz. Este grupo de especialistas, brillantes arqueólogos de la imagen, contando con la financiación de la Dirección General de Memoria Democrática del Gobierno de España, puso en marcha el laborioso proyecto de recomponer y digitalizar el ingente material de negativos, entre el que han aparecido multitud de fotografías desconocidas hasta el momento.

Conocedores de la existencia de estas imágenes, los responsables de la concejalía de Recursos Culturales del Ayuntamiento de Valencia, inmersos en la tarea de conmemorar el ochenta aniversario de la muerte de Miguel Hernández, contactaron con Estebaranz para hacerse con el material relacionado con el "poeta del pueblo" a los oportunos y expositivos efectos. Entre este, además de la ya conocida foto de Miguel saliendo del Ayuntamiento en la jornada inaugural del Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, el día 4 de julio de 1937, descubrieron dos más. Una recoge el momento de la intervención del delegado danés, Martin Andersen Nexø, autor de Pelle Erobreren/Pelle el conquistador, con Miguel escuchando atento en la esquina inferior derecha; y otra en la que éste aparece en primer plano con el fondo del Salón de Plenos del consistorio valenciano.

Es un contrapicado tomado desde muy cerca, Miguel mira arriba, seguramente hacia el escenario donde diserta no sabemos si Juan Negrín, que hizo la apertura, o Nicolás Guillén, María Teresa León, André Malraux, Margarita Nelken, Antonio Machado, Silvia Townsend, Jean Cassou, Elena Garro, Jacinto Benavente o cualquiera de los 110 delegados de 28 países que acudieron al encuentro. El poeta tiene la mano, con los dedos recogidos, blandamente apoyada en su mejilla, y detrás se divisa el basamento de una gran columna y varias luminarias del techo.

José Luis de Damas, guionista y director de cine de culto, miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, mira la foto, por primera vez ante sus ojos, entre el asombro y el desconcierto. Le trae recuerdos gratos de aquellos días de 2010 en los que empezaba a conmemorarse el centenario del nacimiento del poeta oriolano, para el que De Damas escribió y dirigió la obra teatral Miguel, canto y vuelo, que, junto a una selección de poemas hernandianos, deslizaba unos de sus cuentos inconclusos titulado El gorrión y el prisionero. La pieza escénica, contando con la producción de Paco Marsó y el plácet de Lucía Izquierdo, nuera y heredera del legado de Miguel, se estrenó en el Teatro Principal de Alicante, para luego iniciar una gira por distintas ciudades españolas.

Hondamente conmovido, José Luis me dice: "Hay que "ajogarse" en esta imagen, que dirían los paisanos de Miguel, para descubrir "enormidades" en la fotografía expresionista y pura de Walter Reuter, virtuoso en el manejo de sobrecogedores claroscuros, como alumno aventajado de los grandes cineastas alemanes Fritz Lang, Friedrich Wilhelm Murnau, Robert Wiene, Ernst Lubitsch o Josef von Sternberg. Y fíjate que este gran fotógrafo alemán, en su huida precipitada del nazismo emergente en su país, la mayor sinrazón del siglo XX, vino a caer en un congreso humanista internacional organizado por la España republicana, donde coincidió, para escribir con luz y sombras, con esa otra "enormidad" tan viva de un joven campesino y poeta asombrado que se llamaba Miguel Hernández. Y se sitúa junto a él, que está atónito ante lo que ve y escucha, con su presente imberbe, con lo que quien sabe barrunta. Asombrado, fascinado, amedrentado ante la magnitud del evento, feliz al constatar el apoyo de toda la elite internacional de la cultura mundial a la causa democrática y republicana; su causa. También y en alguna medida impotente, porque tan solo tiene versos y no piezas de artillería para evitar tanta sangre y lograr una victoria rápida que acabe con el dolor de todo un pueblo; su pueblo. Porque, como dijo Pablo Neruda, sólo tiene "la espada de luz de su poesía". Observando ahora y atentamente esa imagen fotográfica, sin duda una verdadera obra maestra de Reuter, veo algo instantáneo, por supuesto, pero a la vez el inicio de un largometraje sin fin sobre Miguel, que amaba el cine, sobre todo el del oeste, casi tanto como a Josefina y a la Humanidad".

Ahora, desde el viernes 31 de marzo hasta el 30 de junio, esa foto de Miguel cuelga en una pared de los salones de las valencianas Drassenes/Atarazanas del Grau, junto a las otras muchas que ilustran la exposición Miguel Hernández, el poeta necessari, de la que daremos cuenta en la siguiente entrega. Por ahora nos quedamos con un trocito del cuento inconcluso recuperado por De Damas, en el que el poeta se autobiografía en la persona de Miguel Canto, encadenado en una celda sombría en la que se cuela un gorrión al que el penado dice: ". voy a morir. Me matarán. Dicen que soy una mala persona y que es preciso que muera. No sé que habré hecho. Ni en sueños ni despierto me acuerdo de haber sembrado ni cosechado el mal. Sólo una mujer pudiera salvarme, pero su casa está lejos de aquí, en la región más soleada de estas tierras (.) Mañana no viviré. lo siento por mi hijo, ¡quien tuviera tus alas, gorrión loco!".

Pues lo dicho: que seguiremos informando.