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Nada, nada de esto fue un error

lunes 14 de noviembre de 2022, 09:16h

Faltan pocos días para que el balón empiece a rodar sobre el césped de los ocho faraónicos estadios donde se jugarán los partidos de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA Qatar 2022; coliseos y campos donde crepitan los ecos del duro trabajo semiesclavo de legiones de desheredados de la fortuna, llegados, durante años, desde India, Pakistán, Nepal, Bangladesh o Sri Lanka; de los cadáveres de cerca de seis mil quinientos obreros, que, según las escrupulosas estimaciones del diario británico The Guardian, han muerto durante su construcción, bastante más del doble de los que perdieron la vida en los atentados del 11-S; y de la estimación de una terrorífica emisión a la atmósfera de más de tres toneladas y media de dióxido de carbono, CO2, uno de los principales agentes del galopante calentamiento global.

Faltan pocos días, para que comience el que Amnistía Internacional califica como “Mundial de la vergüenza” y Joseph Blatter, el que fuera Presidente de la FIFA en 2010, año en el que el más alto organismo mundial futbolero eligió a Qatar como sede del evento, ha considerado oportuno salir a la palestra mediática para reconocer que el fallo fue, valga la redundancia, un clamoroso error. Aunque a lo Pilatos y muy en línea FIFA, trata de echar balones fuera responsabilizando del yerro a Michel Platini, entonces máximo dirigente de la UEFA, no le duelen prendas a la hora de calificar como monumental desacierto la elección como sede al Estado del Golfo Pérsico, durante tanto tiempo e internacionalmente acusado de presunto financiador del terrorismo yihadista.

El arrepentimiento o al menos reconsideración de Blatter, llega tarde; muy tarde y en su relativo mea culpa no encaja, ni con calzador, el dicho o refrán de que “nunca es tarde de si la dicha es buena”.

Lo ha explicitado, a su manera y recientemente, Jorge Sampaoli, actual entrenador del Sevilla: “Ahora no se puede quejar nadie porque esto se tenía que haber resuelto mucho antes (…) la FIFA determinó que se juegue en un lugar que no se debería haber jugado y en una fecha que no se debería haber jugado. Pero todo por la plata, por el negocio”.

Aunque conviniendo con el míster argentino, el que el tiempo de los arrepentimientos y las quejas ya ha pasado, no es menos cierto que en su momento y hasta bastantes años después, no era fácil darse cuenta de la magnitud del disparate que hoy podemos resumir en los párrafos ut supra, y que, por tanto, justo es reconocer aquí a algunos de los que, aún cercanos en el tiempo, cabría calificar de pioneros.

En marzo de 2021, en una entrevista concedida al postcad alemán Einfach mal Luppen, Toni Kroos, jugador del Real Madrid y de la selección alemana de fútbol, ya cuestionaba duramente al país que acoge en Mundial a raíz de las espeluznantes denuncias que comenzaban a salir a la luz: “Los inmigrantes están sometidos, trabajan sin descanso con 50 grados de calor, sufren una alimentación insuficiente, sin agua potable y a temperaturas de locura”. Otrosí, apuntaba hacia otra diana: “Además de esas lamentables condiciones laborales, también está la cuestión de que la homosexualidad es un delito penal en Qatar y también está enjuiciada”.

Sobre esta cuestión abundan en estos días las redes sociales, con imágenes de ejecuciones públicas de gays en el país anfitrión, acompañadas de leyendas de durísimo y quizá excesivo humor negro, que rezan cosas como: “En Qatar, después de ver un partido, puedes ver gratis como ahorcan a los homosexuales. Es maravilloso sentir los valores del fútbol”.

Citemos también a otro ilustre y adelantado denunciante. En enero de este año y en una entrevista a Sportmail, Éric Cantona, la leyenda de los red devils y de la selección francesa de fútbol, declaraba: “No voy a ver el Mundial de Qatar. Entiendo que el fútbol es un negocio, pero Qatar no es un país futbolero. Que se haga allí es solo por dinero y la manera en que trataron a las personas que construyeron los estadios es horrible. Miles de obreros murieron, y aun así celebraremos ese Mundial".

Como en la canción del cantautor argentino Coti Sorokin, empezamos a entender la diferencia entre el juego y el azar; entre los valores del fútbol y el todo por la pasta, así sea pasando por encima de los derechos humanos más elementales.

Patético, pero entre la inevitabilidad de la ignominia y la necesidad de hacer algún gesto ante la misma, cada cuál ha tirado por donde Dios le ha dado a entender.

Francia ha anunciado que no instalará pantallas gigantes en sus calles para que el personal pueda ver el Mundial. Lo mismo han hecho Barcelona y ciudades de otros países.

Por su parte, los directivos y jugadores de la selección danesa de fútbol han decidido no viajar a Qatar con sus familiares: “… para minimizar las ganancias económicas de un país que no respeta los derechos humanos”, al tiempo que la marca deportiva Hummel, que equipa al combinado, y la Federación de fútbol del país han optado por desdibujar los escudos y logos de ambas para: “… no ser visibles durante un torneo que le ha costado la vida a miles de personas”.

Un poco en la misma línea, Amnistía Internacional ha instado a la FIFA a que destine al menos 440 millones de dólares a compensar a los trabajadores migrantes que han sufrido indecibles abusos laborales durante los preparativos del oprobioso Mundial.

En cuanto a las aficiones, cabe reseñar las peticiones de boicot lanzadas en los estadios alemanes de la Bundesliga, especialmente en los feudos del Borussia Dortmund y el Hertha de Berlín, donde en varios partidos se han desplegado inmensas pancartas con el lema: “15.000 muertos por 5.760 minutos de fútbol. ¡Qué vergüenza!”.

Finalmente, y por lo que se refiere al colectivo patrio, el famoso streamer vasco Ibai Llanos ha declarado que, a pesar delas tentadoras ofertas, que ha recibido, no le sale de las gónadas participar en el circo mediático, al tiempo que simpatizantes y miembros de la organización cívica española Parroquianos Sin Fronteras, de la que me honro en honrar, se han comprometido, mediante juramento, promesa o palabrita del Niño Jesús, a no ver por la tele, como Cantona, partido alguno del Mundial.

Todo ello volviendo a la canción de Coti, en el convencimiento de que nada, nada de esto fue un error, si no un coge el dinero, corre y haz como si no vieras la barbarie.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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