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Otro ladrillo en la pared

sábado 02 de diciembre de 2023, 17:03h

El 9 de noviembre de 1989, el mundo vivió una explosión de alegría sin límites contemplando las imágenes del alborozado gentío derribando un muro que desde un lado llamaban Antifaschistischer Schutzwall o Muro de Protección Antifascista, y desde el otro Schandmauer o Muro de la Vergüenza.

El personal no cabía en sí de gozo, a excepción de cuatro pelagatos, entre los que solo me constan de manera fehaciente, quien eso escribe, y el escritor Günter Grass, Premio Nobel de Literatura y Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que, a propósito del asunto, escribió una novela,

Es cuento largo; por la que le cayó la del psychic octopus o pulpo Paul. De lo mío no se acuerda ni la Tomasa de los títeres que manejaba las marionetas de cachiporra en Don Cristóbal y la Señá Rosita, pero mantengo viva la memoria de una sensación en la que, mientras para la parroquia planetaria significaba el fin de la Guerra Fría y el inicio de la concordia, servidor se barruntaba que con el desplome de una política mundial de bloques, que mal que bien había mantenido un cierto orden dentro de un fabuloso desorden, el prolapso del hormigón con cables de acero iba a dar el banderazo de salida a una carrera hacia el capitalismo ultra salvaje; a una guerra no fría, sino extremadamente gélida; a un sistema de relaciones personales y laborales semifeudales; y a la eclosión de regímenes políticos neofascistas.

Para no seguir adelante con apreciaciones derrotistas y adjetivos apocalípticos, intentemos circunscribirnos a los fríos datos. El muro de referencia tenía entre 4 y 4,5 metros de altura y una longitud de 45 kilómetros que dividían Berlín en dos, y a estos se añadían otros 115 kilómetros que aislaban la República Democrática Alemana, de la República Federal Alemana.

Pues bien, mientras que en el año de referencia, 1989, en el mundo había 15 muros, en la actualidad hay cerca de 80. Otro dato, sustancial: los bastantes más de mil kilómetros de muros, vallas y alambradas que se han venido construyendo en Europa desde el inicio de la década de los noventa, cuando se dio por descontado el final de las hostilidades entre bloques, equivalen a unos seis o siete muros de Berlín.

Sombrío y encapotado por estos y otros pensamientos, me acercó a ver la exposición que con el título 'El Muro de Berlín. Un mundo dividido' se ha montado a lo grande en los espacios de la Fundación Canal, en la madrileña Plaza de Castilla.

Exposición 'El Muro de Berlín. Un mundo dividido'Mientras espero en la cola de los tickets escucho a unos jóvenes tararear la archifamosa canción del grupo británico Pink Floyd, Another Brick in the Wall/Otro ladrillo en la pared, publicada 10 años antes en un álbum titulado 'The Wall', que el común de la peña asocia indubitablemente a la premonición del derrumbe de la muralla berlinesa.

Estoy a punto de decirles, aunque inmediatamente resuelvo negativamente el titubeo, que la tonada fue compuesta por Roger Waters, bajista y segundo vocalista de la conocida banda de rock progresivo, para bucear en los vacíos e incertidumbres que en él dejó la muerte de su padre en la batalla de Anzio, que tuvo lugar entre enero y mayo de 1944 y en los aledaños de la ciudad del mismo nombre.

En la canción, Waters se pregunta afligido: “Daddy, what you leave behind for me?”/ Papá, ¿qué dejaste para mí?”. Interrogante retórico porque él mismo se responde en el acto: “All in all it was just a brick in the Wall”/ “A pesar de todo, solo fue un ladrillo en la pared”. De manera que, la relación real entre la canción con la caída del muro de Berlín, es entre cero y nada.

Claro que esto es solo una anécdota sin la menor trascendencia porque lo verdaderamente sustancial es que desde que cayó el muro berlinés, otros han crecido en el mundo como setas en otoño lluvioso y templado.

Se calcula que, actualmente, cerca de un 70% de la población mundial vive en un país que ha levantado barreras en sus fronteras y que Europa ostenta el vergonzosísimo segundo puesto en el ranking de muros fronterizos en el mundo, un 27%, que de seguir el ritmo constructivo del presente, pronto será del 30%, solo precedida por Asia donde se ubican más de la mitad de los muros del planeta.

Verja de MelillaPor países, Israel ostenta el dudoso honor de encabezar el número de muros en 6; otros 5 han levantado Turquía, Jordania e Irak, para separar sus territorios de Siria; Irán ha construido 3 muros; los mismos que la India con sus países vecinos, con una longitud de más de 6.500 kilómetros, lo que supone haber sellado más del 43% de sus fronteras; Marruecos ha levantado un paredón frente al Sahara Occidental de 2.720 kilómetros de longitud, que está considerado como “la mayor barrera militar funcional del mundo”; desde 1994, Estados Unidos ha ido poniendo en pie y frente a su vecino mexicano una muralla que hoy mide más de 21.000 kilómetros con 3 barreras de contención, intensísisa iluminación, sofisticados detectores de movimiento y sensores electrónicos, drones, equipos de visión nocturna conectados a la policía estadounidenses, así como vigilancia permanente con camionetas todoterreno y helicópteros artillados.

Muro entre México y EEUUMéxico ha hecho algo similar, en la medida de sus posibilidades, con Guatemala; España ha construido dos vallas paralelas de 8 kilómetros de longitud y 10 metros de altura en Ceuta, y otro muro en Melilla denominado “perímetro antiintrusión” con 11,5 kilómetros de largo; Turquía ha levantado muros frente a Grecia y Bulgaria; Hungría en sus fronteras con Croacia y Serbia; Macedonia con Grecia; Austria con Eslovenia y esta con Croacia; Letonia y Estonia han elevado un paredón frente a Rusia y lo mismo ha hecho Noruega montando una valla de 200 kilómetros de largo y 4 metros de alto. Francia ha edificado otro muro en Calais para evitar la inmigración a las Islas Británicas. Muros, muros y más muros. Algunos intangibles en sus materiales de construcción, como el del Mediterráneo, convertido ya en fosa común de miles de muertos.

El asunto, ya podrán imaginar, además de un trasfondo político, tiene otro económico, que edifica un muy lucrativo negocio en el que participan empresas multinacionales como Airbus, Thales, Leonardo, Lockheed Martin, General Dynamics, Northrop Grumman, L3 Technologies, Elbit, Indra, Dat-Con, CSRA, Leidos y Raytheon. En España, la empresa European Security Fencing, es líder en la fabricación del alambre en espiral conocido como “concertinas”, que es corolario no sólo de sus propias fronteras con Marruecos, sino en las correspondientes a Hungría-Serbia, Bulgaria-Turquía y Austria-Eslovenia. Muros, muros y más muros. Larguísimos, sólidos, muy altos, y dotados de las últimas tecnologías.

En Another Brick in the Wall, Roger Waters evocaba la ausencia de su padre como barrera autoimpuesta para aislarse de las estrictas y con frecuencia crueles normas que regían su escuela en la década de 1950. Los ladrillos en las paredes de estos días nos hablan de otra cosa infinitamente mayor y más aterradora que la de Berlín y las de los coles británicos de mediados del siglo pasado, pero hay que decir que, en todo caso, la exposición está siendo un gran éxito, que es magnífica y que merece mucho una visita.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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