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Picasso y el 'Me too'

viernes 28 de octubre de 2022, 12:21h

Lo poco que queda de este año y casi todo el siguiente, los gobiernos y máximos responsables políticos de cultura de España y Francia, han decidido unirse para celebrar por todo lo alto el cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Ruiz Picasso, con cuarenta y dos exposiciones y un sinnúmero de actos que tendrán lugar en ocho diferentes países.

No obstante, y a pesar del consenso universal sobre el valor grandioso y único de la obra del artista malagueño, en todas las presentaciones oficiales del proyecto y eventos, se cuela, como al descuido, la violencia con la que trató a las mujeres de su entorno. Inevitable en estos días, la reconsideración del pasado con lentes del presente y pautas procedentes de la cultura de la cancelación, estrechamente y por añadidura unidas en este caso a los postulados del movimiento “Me too”.

Comisión Nacional del 50º aniversario de PicassoVerdaderamente sorprendente el hecho de que se ignoren las condiciones de vida y el estatus femenino que se enseñoreaban en todos los sectores de la sociedad a principios y mediados del siglo XX, que situaban a las mujeres en un estatus de minoría de edad legal a lo largo de toda su existencia, por lo que su tutela plena pasaba del padre al marido con absoluta normalidad. No parece que haya penetrado en algunos magines los versos de aquel poema de Nicolás Guillén titulado: Cualquier tiempo pasado fue peor: “¿No es cierto que hay muchas cosas/ lejanas que aún se ven cerca,/ pero que ya están definitiva-/ mente muertas?”.

Una editorial del diario El País del pasado mes de agosto ya anunciaba la que al creador y a su memoria se le viene encina: “Es posible que parte de esas conmemoraciones aborde de forma poco canónica algunos de los aspectos de la obra y la vida del pintor. Hoy, el estatuto civil y moral de la mujer está a años luz de la época en la que vivió Picasso, en España y fuera de España, y el estándar de exigencia ha cambiado radicalmente: Picasso saldrá previsiblemente mal parado ante acusaciones de manipulación o de abuso sobre mujeres a las que pintó, dibujó o esculpió y además fueron reales”.

Polémica habemus.

La morfina de Santiago RusiñolTampoco es descartable que aquellos estrechamente vinculados con el Plan Nacional sobre Drogas, saquen a relucir su larga relación con estupefacientes como el hachís, del que tanto disfrutaron compañeros de profesión. Porque ahí están, por ejemplo, sus gusto por el hachís, compartido con Eugène Delacroix; con la morfina, opiáceo analgésico del que durante décadas dependió Santiago Rusiñol y que le inspiró algunas de sus mejores obras, como, valga la redundancia, La morfina; con el opio, fumado o consumido en disolución alcohólica en forma de aquel láudano del que, casi sin excepción, gozaron a conciencia los pintores impresionistas; o la cocaína que parece de cuando en vez le allegaba su buen amigo Luis Miguel Dominguín.

Maltrato de género y consumo de estupefacientes. La cosa pinta mal, pero todavía queda que cortar por su larguísima relación con la prostitución, práctica cuya abolición en España ya está en la recta final de sus trámites parlamentarios. Para empezar, en su cuadro Les Demoiselles d'Avignon, obra, que según la catedrática de Historia del Arte Lourdes Cirlot no es solo: “… una de las obras principales de Picasso, sino de todo el arte contemporáneo; el punto de arranque de una nueva estética”, ni son de Aviñón, ciudad de la Provenza francesa a orillas del río Ródano que don Pablo visitó por primera vez cinco años después de firmar el cuadro, ni en puridad cabría calificarlas de señoritas, ya que representan a las pupilas y coimas de uno de los varios burdeles que existían en la calle barcelonesa de Avinyó, establecimientos que Picasso visitaba con asiduidad y que en este caso concreto evocan a las que formaron parte del elenco carnal de Ca la Mercè, situado en el principal del número 44 del esmentat carrer.

Les Demoiselles d´AvignonLa cosa se puede ir definitivamente de las manos si sale a la palestra el cuadro La doleur, actualmente propiedad del Metropolitan Museum de Nueva York, y pintado a principios de 1900, ojo al dato, cuando el artista era menor de edad, porque recordemos que la mayoría a los dieciocho no se decretó hasta noviembre de 1978. El lienzo, del que el artista siempre renegó por considerarlo una pieza muy menor y fruto de “una broma entre amigos”, representa a un casi adolescente, el propio Pablo, con su inconfundible jersey de rayas horizontales, recibiendo una felación, muy probablemente de parte de una de las prostitutas que visitaba en la ya mentada calle de Avinyó, donde él mismo residía.

 La doleurAquí, los guardianes de los derechos recogidos en la Ley de Protección Jurídica del Menor igual tienen algo poco bonito que decir.

Es evidente que en nuestro civilizado entorno no se puede considerar la posibilidad de quemar entera la obra de Picasso como si fueran libros de autores rusos en la Ucrania de Volodímir Zelenski​, pero está claro que alguna satisfacción habrá que darles a las legiones de bienpensantes, politicorrectos y meaflojitos, que juzgan y condenan con valores de hoy los hechos y circunstancias del ayer.

Quizá fuera una alternativa razonablemente e intermedia celebrar las exposiciones del cincuenta aniversario picassiano en cámaras secretas y bien disimuladas, como aquella que tenía Manuel Godoy en su palacio para resguardar de la curiosidad pública el cuadro de Francisco de Goya conocido como La maja desnuda, en la que la amante del válido, Pepita Tudó, aparecía como Dios la trajo al mundo, y que en esta especial circunstancia sólo se mostraría a personas sólidamente formadas, de recto espíritu y mente inmaculada. Sí, es verdad, se trata de una solución de compromiso y un poco farfullera, pero quizá la única para no añadir leña a la pira que alimentan los tantos ofendiditos for ever y los algoritmos del hiperespacio. Y luego, pues, ya se irá viendo.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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