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Silo: a propósito del filme de Pablo Lavín

lunes 19 de septiembre de 2016, 12:10h

Ayer fue el pre-estreno en los cines de callao Madrid de la película "Silo camino de la espiritualidad" del director Pablo Lavín con la producción ejecutiva de Francisco Granella. La película que ha ganado varios premios está articulada por este recurso narrativo sobre la vida y obra de Mario Luis Rodríguez Cobos, filósofo, pensador y escritor, guía espiritual y conocido también con el seudónimo Silo-, recoge testimonios de quienes le conocieron a Silo a lo largo de su vida y recorre los lugares más emblemáticos dentro de la vida del fundador de la corriente de pensamiento conocida como Humanismo Universalista.

Gracias a Maite, Carmelo y Jose Manuel oí del maestro, cuando era estudiante en la Universidad de Alcalá y director del Periódico Afrotown y la voz de África en radio 10 del Henares, ambos órganos de la sección española del Nuevo Partido Panteras Negras en 1990. Su mensaje a travesó mi corazón como un ejercicio de revolución social que debe ser un principio básico para una espiritualidad comprometida.

En el encuentro con Silo resumí algunas de las principales de mis ideas 20 años después, insistiendo en el presupuesto hermenéutico de la identificación con los

Negros del campo frente a los de la casa, desde la cual puede la fe correr el riesgo de afirmar que Dios y la espiritualidad está actuando entre ellos. Es decir no son sujetos pasivos para el domingo, el sábado o el viernes en la mezquita. A partir de ahí, quedan desautorizadas las objeciones de los opresores. Para mi supuso la transformación de los fundamentos del sistema de nuestra sociedad, ya sea economía, política, moral o en la religión.

Como hace poco el dije a un pastor nigeriano de una iglesia africana de Parla, en cuya entrada la presidia un cristo blanco con ojos azules y pelo rubio, el lema "Abuy, qué más da, somos tod@s hijos de dios”, se asemeja al de tranquilidad y orden" y significa no solo someterse a la ley de los blancos sino asumir su representación no como una crisis sino cómo una categoría espiritual. La tan invocada integración social no es otra cosa que la continuación del presente en virtud del pasado, determinado por el gobierno. Si la Revolución espiritual como decía Martin Luther King es todo lo que desafía el "orden sacralizado por el hombre" del pasado, es decir, lo que cuestiona el dominio del opresor blanco. La película obvia esta centralidad del siloismo tan presente en la obra de Silo.

En ese sentido Silo sigue sentido único, pues diferencia de los líderes proféticos imbuidos de un universalismo eurocéntricos, introdujo un con un universalismo sin espíritu colonial, tratando de explicar sin éxito que el universalismo no es hermano del colonialismo, sino exactamente lo contrario del racismo. No se trata de “civilizar las razas inferiores”, como aspira a hacer el universalismo de siempre, sino de velar, al contrario, por la igual dignidad de todos. Esta sutileza está en el núcleo de la obra de silo. Estudio y se inspiró en la aportación de los más grandes pensadores y líderes negros (el Dr. Martin Luther King EEUU, Kaunda Zambia, Senghor Senegal, Nkrumah Ghana y Gandhi India). Para inspirarse en la obra carta a mis hijos de Kennet Kaunda, el negro viajó a las fuentes del conocimiento negro a Africa concretamente a Lusaka Zambia. Por supuesto en la película del director chileno Pablo Lavín todo esto desaparece.

Después en 2006 conocí personalmente al maestro gracias a Raquel Pereira y Jose Muñoz tuve el honor de intercambiar palabras con "el Negro" tanto en "el templo" parque de Toledo cuando vino a inaugurarlo, como en la universidad clásica de Lisboa, cuando fui invitado por el centro de las culturas a dictar una conferencia sobre la Reparación negra por siglos de esclavitud, colonialismo y Apartheid. En aquella ocasión Silo predijo el fin del bipartidismo, la Crisis de régimen y hegemonía actual a nivel global. Todavía no existía podemos ni el 15-M, ni las mareas, ni Pablo, ni Iñigo (bueno Monedero sí). Es aquí donde reducir a Silo a un mera realidad exclusivamente espiritual, místico abstracta y alejada de los pecadores es donde el director Pablo Lavín quizás no acierta. Y se asemeja la idea de Wallace tras al muerte de Elijah Mohammed en 1975. Sobre todo porque el argentino argumentó antes que nadie que si había que entender el momento presente, alguna suerte de agotamiento de aquella cultura neocolonial y de aquel relato que mantenía cohesionado un entramado social determinado y un reparto claramente asimétrico de papeles y de recompensas, había que pensar en la Reparación, enfatizando que antes de movernos hacia la acción directa para el cambio social debemos purificar nuestras intenciones. Este es el silo que a mi y cientos de miles de africano, latinos y árabes nos atrajo y no el de la película de Lavin. Dicho de otra forma, es decir una dimensión fundamental del verdadero cambio de régimen es la reparación, cuyo camino transforma la relación desde lo espiritual que es una dimensión inherente al ser humanos por ende al revolución.

Silo fue ante todo un espiritualidad decolonial. Desgraciadamente tras la marcha de Silo en 2010, no se supo defender la dimensión e idea decolonial del siloismo, siendo su voz frecuentemente silenciada la dimensión sociopolitica. Quedando difuso su registro en un impasse de espiritualidad que no se aparate como bien subrayó siempre Silo de la epistemologia colonial propia de los que Molefi Asante llama: eurocéntrismo, más susceptible de suscitar rechazo que adhesión.

En la película aparecen una parte de sus ideas. Otras así como acciones relativas a la descolonización de la espiritualidad, la fe y camino (reparación) se abandonaron por una suerte de recluirnos en los conventos medievales a espera del diluvio final que nunca llegó. Debido en grana parte al fuerte personalidad de líder y sobre todo a la incapacidad de afrontar la crisis generacional. Y lo que llegó fue el 15-M con sus dioses y misioneros laicos cuya fe esta basada en repudiar a Fanon o Cabral para fumar la pipa del imaginario recolonizador de Zizek, Gramcci o Toni Negri. Años después asaltaron los cielos. Y han vuelto a lo misma espiritualidad colonial con prioridades de siempre: primero suprimieron los debates identitaria sobre todo extranjería e inmigración (excepto el referéndum catalán y el feminismo de las mujeres blancas) para no perder el voto de la gente de centro –que es lo mismo que derecha.

El espacio social cuya de representación inauguró Silo dejó de lado el igualitarismo desde la diversidad o universalismo decolonial. En ese sentido la película de Pablo Lavain abandona la enorme capacidad social del negro, demostrada con la Marcha mundial por la paz y la no violencia, de movilizar los espíritus en favor de la reparación haciendo cantar los goles de Iniesta en Sudáfrica a los hijos de aquellos que fueron colonizados, vendidos como esclavos o que liberaron París de los Nazis en 1945. Frente a una cantinela neocolonial (hegemonica hoy en occidente) que da la impresión de querer integrarlos, por no decir civilizarlos. Lo que supone la verdadera crisis de representación que consiste en que cada vez el ruido sea mayor en las redes sociales (nuevos conventos laicos) y menor es en cambio nuestra la capacidad de articular un imaginario decolonial –que puede o no ser un sistema político- para orientarlo.

Frente a esto, para mí la revolución que introdujo Silos en nuestras vidas debe significar que la historia de los blancos ya no es la clave de la comprensión de nuestra existencia, y que estamos dispuestos a hacer todo lo necesario para dejar que nuestra existencia presente y futura sea concretada por las representaciones negras de la realidad. Que las cosas pueden ser, y por tanto llegar a ser, de otra manera. La reparación negra contiene esta tensión entre lo real y lo posible, entre "pasado blanco" y "futuro negro". Y es ineludible para supera la crisis de representación y régimen actual. De aquí se deduce que la REPARACION ha de definir su mundo, y, en concreto, hacerlo en términos afrocentrados considerando las posibilidades que tiene abiertas.

En coherencia con mi experiencia y el film, hay que decir y digo algo que algunos -incluido sus seguidores como sus detractores niegan: el movimiento de Silo fue de las pocas organizaciones que dieron crédito a las ansias de reparación, justicia y paz de los 200 millones de africanos de habla hispana (negros, no de color ). En un momento en que la progresía de buen rollito jipiosa y la izquierda caviar negaban sistemáticamente nuestra memoria histórica, el derecho a definirla y posibilidad para salir el espacio del No ser. Gracias a ese apoyo los negros avanzamos un poquito más con la PNL 2010, lo que ha permitió que haya 3 alcaldes negros en España. Las ideas y sobre todo praxis de Silo influyeron notablemente en la Orientación, enfoque y las luchas sociales por la integración de los derechos de ciudadanía de los inmigrantes promovida en España por los panafricanistas; para quienes el Mensaje de Silo contribuyó enormemente a combatir la negrofobia, xenofobia y el racismo. Ayudando a muchos personas blancas a salir del sin sentido, la supremacía blanca, skin privilegie, su burbuja eurocéntrica y su epistemología colonial. Para mí, como un receptor más de su mensaje, ni se trata de un tema lejano, ni me situó en la ingenuidad "objetiva" asexuada, al margen del tema, pues desde 1989 tuve la suerte de ser testigo directo en la difusión y praxis de su mensaje: lo que hizo de mí y supongo que de todos nosotr@s: mejores personas. Por tanto fue un día inmenso de reencuentros, de emociones no sólo para recordar al amigo y maestro sino para recorrer juntos el camino necesario de la reconciliación desde la reparación, la fuerza, la paz y alegría

¡¡¡Uhuru Silo!!!

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