¿Habrá acertado el presidente?

Un comentarista que no recuerdo comparó con agudeza que Rodríguez Zapatero tenía ya las cuadernas -maestras, supongo- para armar su inmediato gobierno, en el que solo otros cuatro ministros en funciones continuarían con toda seguridad. Era una acertada alegoría náutica para describir las piezas básicas sobre las que había que montar un gabinete que tiene que dirigir los interese de España en un situación que se prevé dificultosa tanto por los problemas económicos como por carecer de una mayoría parlamentaria estable. Se hacía necesario en consecuencia nombrar a unos ministros que no solo fueran preparados y eficientes, sino también que tuvieran capacidad de comunicar de modo efectivo con los electores, cualidad de la que carecían algunos de los cesantes.

Y ya se conoce el nombre de los titulares del nuevo Gobierno, con muy escasas sorpresas: Que Carme Chacón se haga cargo de Defensa no es sorprendente como no lo sería que fuera cualquier otra mujer, considerando que José Luis Rodríguez Zapatero está determinado a que las políticas de igualdad sean universales y aceptadas. En este caso, aparte la valía demostrada de la nueva ministra, se convierte en un icono de la conquista por la mujer de un puesto siempre reservado antes a los hombres. Como sorpresa también, el cese o no aceptación de Jesús Caldera, uno de las personas que más trabajó por el liderazgo de Rodríguez Zapatero en el partido y un activo extraordinario del gabinete cesante. Y más sorpresa aún, la continuidad de Magdalena Álvarez que, si bien ha hecho una importante labor en Fomento secundada por un eficiente Secretario de Estado, ha conseguido ponerse enfrente a media España por su malos modos y su arrogancia.

De las nuevas figuras que entran en el Ejecutivo, todas son destacables por una preparación indiscutible y experiencia en la política. La apuesta por Cristina Garmendia para Investigación es un acierto por recurrir a un valor que se ha forjado en el ámbito de la empresa y no en los canales de la investigación pública, por lo que puede lograr una más profunda interrelación entre ambos ámbitos. El nombramiento de Beatriz Corredor es también atinado por aunar alguna experiencia municipal y su conocimiento profundo del mundo jurídico inmobiliario. De Miguel Sebastián, tan denostado últimamente, habría que recordar los elogios a su labor cuando dirigía uno de los más solventes servicios de estudios económicos de España.

Puestas así las cosas, la conclusión tendría que ser que el éxito está asegurado. No es así, porque la economía española va a condicionar el programa socialista en algunos puntos y, además, la necesidad de llegar a pactos con otras fuerzas políticas, especialmente para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, introducirá dificultades y distorsiones. La situación va a exigir que la acción política se centre en las políticas sociales comprometidas, en la investigación/innovación y en el impulso de las infraestructuras del agua y del transporte, aparte de atender las necesidades de seguridad con el eficiente Pérez Rubalcaba al frente.

No se puede obviar, por otra parte, que Rodríguez Zapatero delega en los ministros, pero dirige meticulosamente las actuaciones políticas de más envergadura. Él será quien trace las prioridades y marque los recursos. Se decía antes que contaba con valiosas cuadernas, pero él es la quilla de la nave. Eso no lo duda nadie. Si acaso, la exigencia inexcusable de dedicar más atención a la política exterior dejará mayor autonomía a sus ministros, siempre bajo la atención  contenida de las dos vicepresidencias. En otras palabras: un Ejecutivo más experimentado cabalmente dirigido por su Presidente para abordar una etapa política en la que el centro de la atención seguirá en los asuntos de terrorismo y modelo territorial, pero con el agregado muy importante de las políticas sectoriales que neutralicen los efectos de una situación económica deteriorada que hay que combatir mediante actuaciones que especialmente supongan un alto valor añadido, como ha puesto de relieve en su comparecencia.