Aquí la primera cosa que destaca al turista extranjero, a parte del clíma tropical y del calor humedo típico de estas zonas, es el alto porcentaje de población negra, que corresponde al 80% de todos los habitantes de la región, heredera de los caracteres físicos y culturales de los esclavos que llegaron en barcos desde distintos países de África Central (Angola, Congo, Guinea entre todos...) durante la época colonial.
Desde allí se originan también los elementos folclóricos tradicionalmente asociados a Brasil, como el Carnaval, la Samba, la Capoeira, las Batucadas...Todo esto aquí en Bahía asume una particular carga emocional y espiritual, definiéndose como consecuencia de aspectos más representativos dentro de la amplia cultura afro-brasileira. Salvador sorprende por los colores, la música, la convivencia del viejo con el nuevo, del blanco con el negro, del rico con el pobre, expresión de las tantas contradicciones que caracterizan el Brasil, nación-continente con grandes recursos y historicamente unos de los principales centros de esclavidud de América del Sur.
Cultos y mitos
Dentro de este escenario tan variado, destaca lo que los antropólogos definen con el término sincretismo, elemento fuertemente característico de la fuerte presencia religiosa en la cotidanidad de este pueblo. Los cultos animistas africanos se moldearon alrededor de los iconos sagrados católicos propios de la domimación portuguesa, generando el culto de los santos o Orixas, figuras míticas que encarnan elementos de la naturaleza y que vienen recordados en cerimonias celebradas en los terreiros, lugares de culto propios del Candomblè. Así, por un lado, es frecuente encontrar no solo en la iglesia, sino incluso en los autobuses, mensajes de agradecimiento a Jesucristo, pidiendo protección o perdón. Paralelamente, son muchos los carteles en la calle que anuncian curanderas y consejeros espirituales, que ofrecen ponerse en contacto con los espíritus de los antepasados o para resolver problemas de amor no correspondido.
Una universidad rodeada de palmeras
Otro aspecto que me está sorprendiendo mucho, es la educación. La Universidad pública es enorme, la demanda excede ampliamente las plazas disponibles, por lo que hay una selección muy estricta y los estudiantes aceptados organizan una fiesta de inicio curso (calurada) para celebrarlo, en plan festival de música, que dura una semana entera.
Mi facultad está rodeada de palmeras, era una vieja casa colonial, también ha sido un hospital psiquiátrico, su aspecto resulta una via intermedia entre una casa de fantasmas y una residencia para ancianos, pero las clases son muy estimulantes, los profesores y los alumnos debaten costantemente los contenidos didácticos, hay mucha práctica y trabajos de grupos. A pesar de la falta de ordenadores y de reformas en el edificio, el ambiente resulta muy confortable, tenendo en cuenta la vista al mar preciosa que se puede apreciar desde su terraza. Bajando una cuesta, se accede a la playa, y subiendo una escalera hay una iglesia blanca pequeña donde todos los lunes un grupo de mujeres negras y gorditas, con el traje típico de la baiana de acarajè, se encargan de bendecir estudiantes y non con harina, palomitas y agua perfumada.
Por esto creo que Salvador no sea solo pobreza y turismo, siendo así mismo teatro de contradicción, sincretismo e ironía. La verdadera riqueza de esta tierra, más allá de los yates y de los hoteles con muchas estrellas, se puede ver en sus variopintas expresiones culturales. Aqui en Bahía, tierra de todos os santos, sagrado y profano, antiguo y moderno, saudade y alegría, impresionan cualquier visitador de todo el mundo, a tal punto que resulta dificil quedarse indiferente, o no querer volver una vez más.
Crónica publicada el 2 de octubre de 2008
Andrea Pistone
25 años
Facultad, Estudios y Universidades de destino y origen: Psicología. Universidad de Granada
Destino: Salvador de Bahia, Brasil
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