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Ceuta: primer objetivo de la penetración salafista en España

Ceuta: primer objetivo de la penetración salafista en España

lunes 13 de abril de 2009, 19:07h
El CNI y los servicios de Información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se encuentran en estado de alerta en Ceuta ante la presencia de chiítas en la ciudad. Las alarmas se han disparado al detectar procesos de radicalización en ciertos personajes ceutíes de origen musulmán, a los que se atribuye la presencia reciente de dos miembros del marroquí Partido Justicia y Desarrollo (PJD) en la Ciudad Autónoma (a la que consideran ‘ciudad ocupada’, al igual que a Melilla) para pronunciar conferencias en la reciente conmemoración de la fiesta religiosa del ‘Maulid’, a finales de marzo. Ceuta parece convertirse en un banco de pruebas de la batalla por la ‘fidelización del musulmán español’.
Según alertan los servicios españoles y marroquíes –que en la lucha contra el yihadismo salafista actúan conjuntamente-, uno de los conferenciantes, el profesor El Amin Boukhoubza, sería curiosamente el fundador de la Asociación de Amistad Marruecos-Irán, lo que configuraría un cóctel que analiza el CNI con preocupación. Sin embargo, y pese a la amenaza de una ‘invasión’ integrista, el servicio secreto español no unifica informaciones ni con la Policía ni con la Guardia Civil.

    Según fuentes políticas ceutíes, el CNI en la región anda ‘a su aire’ desde Tetuán, y el jefe de Antena (un suboficial del Ejército en el consulado español) extrema precauciones para que no le ocurra lo que a su colega en Nador, otro suboficial del Ejército con una larga experiencia en el País Vasco que ha sido recientemente expulsado por las autoridades marroquíes. Marruecos es el país al que el CNI consagra más esfuerzos: cuenta con un pequeño equipo en Rabat y agentes adscritos a los otros seis consulados de España, además de una red de confidentes locales. Los movimientos islamistas, moderados y radicales, constituyen el principal centro de atención de los espías españoles.

    No obstante, según ha sabido Diariocrítico de fuentes ceutíes, pese a tanto esfuerzo en medios humanos y materiales no se ha logrado que los distintos servicios compartan información sensible sobre los movimientos radicales en el Rif que pueden afectar a Ceuta y Melilla. El problema radica en la desconexión informativa del CNI con los servicios de información de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, que tampoco se traspasan datos entre ellos.

     Según medios políticos ceutíes, preocupados por la posibilidad de infiltración del salafismo en la ciudad, no existe un criterio uniforme a la hora de afrontar estrategias claras de actuación. Insisten esos medios en la divergencia de criterios entre la Policía y el CNI, por un lado –ambos buscaban fomentar un cierto ‘islamismo español’ en la población musulmana para evitar el control religioso de Marruecos-, y la Guardia Civil que, más conocedora de los peligros de una importación de conceptos religiosos diferentes al rito marroquí, apuesta por lo malekí y vigila con desconfianza el terreno que en Ceuta va ganando el islamismo importado.

Al parecer, esa descoordinación preocupa incluso a la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el espionaje exterior marroquí que dirige Yassin Mansouri, de 46 años, hombre de confianza del rey Mohamed VI, con el que compartió pupitre en el Colegio Real de Rabat. Parece ser decisión suya la expulsión, hace menos de un mes, del jefe del servicio secreto español en Nador. Aunque esta expulsión parece que tiene que ver más con la lucha antidroga –es probable que nuestro espía hurgara más de la cuenta- que con la lucha contra el integrismo radical y las diferentes maneras de afrontarla.


Fidelizar al musulmán español

Ahora bien, según los citados medios políticos ceutíes, España, con una población musulmana residente superior al millón de personas, se está convirtiendo en el escenario de una soterrada lucha de influencia, donde los movimientos suní y chií empiezan a establecer sus posiciones para controlar a una población musulmana capaz de, con el tiempo, ‘islamizar’ un territorio en el que los actores prevalentes, Marruecos e Irán, juegan a copar y fidelizar al musulmán español, con la permisividad del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Ceuta es la primera ‘batalla’. El Gobierno mira con cautela la penetración del movimiento chiita en la ciudad.

Esas fuentes denuncian que el Gobierno español asiste ‘sólo’ como observador ante los movimientos de influencia islámica que se perciben en Ceuta, cuya población musulmana es tradicionalmente seguidora de la escuela suní-malekí, cuyo comendador de los creyentes viene personificado en Mohamed VI, el máximo representante del trono alauí.

    Eso era así, pero ahora, según ha destacado el periodista ceutí Antonio Gómez en el diario digital elpueblodeceuta.es, en la última década se ha venido estableciendo en Ceuta una derivada del movimiento suní, el wahabismo o religión oficial de Arabia Saudí y que hasta la fecha significaba la presencia de dos modelos regidos por la misma columna del Islam [la Suní], pero con intereses enfrentados por la influencia religiosa marroquí que lidera el movimiento malekí.

    Sin embargo, Ceuta se estaría convirtiendo ahora en una probeta al abrirse paso a una cierta presencia de la rama salafista, que busca seguir la tradicionalista doctrina original en la que la modernidad occidental se considera destructora de lo islámico. La ‘Operación Duna’, capitaneada por el juez Garzón en diciembre de 2006 y con once detenidos presuntamente relacionadas con el terrorismo salafista, dio fe de la presencia creciente del salafismo en Ceuta. Un salafismo que recreció y se fundamentalizó entre la insurgencia iraquí para cobrar nueva intensidad a partir de la invasión de marzo de 2003.

Confluencia de servicios secretos en Ceuta


Con todo este maremágnum de tendencias religiosas, los servicios de inteligencia español y marroquí han detectado la presencia de lo que podríamos denominar ‘pro iraníes’ o seguidores de la rama chií del Islam cuyo valedor principal se centra en el régimen religioso-expansionista de Teherán.

    A nadie se le escapa que el escenario de Ceuta supone un tablero de especial importancia para la estabilidad de la región: Marruecos, por intereses anexionistas, sumados a los de control religioso para evitar la puesta en duda de la magnificencia espiritual del monarca; los saudíes, por interés entre lo comercial y espiritual de control en un país, España, al que consideran un segundo hogar, y, ahora, los iraníes, empeñados en establecer las ramificaciones de su régimen en núcleos musulmanes concretos.
   
    Bajo el mando de los ayatolah, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, dirige el país que se rige por la Sharia (ley islámica), que es el modelo que quiere exportar al mundo musulmán… y Ceuta entra plenamente en sus planes.

 

El peligro de la ley islámica en Ceuta



Según ha recogido el periodista Antonio Gómez en el citado diario digital -y ha refrendado Diariocritico en medios políticos ceutíes-, precisamente la Sharia es la que plantea el Partido Justicia y Desarrollo en Marruecos (PJD), infiltrado en Ceuta. Para situar el grado de radicalidad de sus militantes baste recordar que desde sus filas islamistas se pidió, como protesta contra la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, que se boicotearan los productos españoles en Marruecos y se calificó de “provocación” la presencia de Don Juan Carlos y Doña Sofía en Ceuta.

     Como señalábamos arriba, la presencia en Ceuta hace escasas fechas de dos conferenciantes del PJD marroquí, partido muy ‘marcado’ por el régimen de Mohamed VI, ha disparado las alarmas entre los servicios secretos español y marroquí debido a la cada vez más notoria influencia de Teherán: a la ‘pelea’ de las escuelas suníes malekí y wahabí por alzarse con la influencia en Ceuta se contrapone ahora la corriente chií de procedencia iraní.

    De hecho, Marruecos ha mostrado recientemente su preocupación a través de una protesta oficiosa diplomática sobre la prevalencia institucional que en Ceuta se otorga a la espiritualidad religiosa del rito suní wahabí y no al malekí, mayoritario en Marruecos y en el Magreb. Y, de hecho también, los servicios de inteligencia marroquí y español han detectado la presencia de una corriente chiita en Ceuta lo que, en principio, preocupa a ambos países por lo que puede suponer de inestabilidad en la zona.

    Los políticos ceutíes analizan este fenómeno con preocupación, ya que en esta situación, barriadas como El Príncipe Alfonso y Felipe son un magnífico caldo de cultivo para fomentar el gen de lo radical. Mientras unos dan la cara amable a las instituciones, otros escardan la lana con negocios a lo bakalito desde donde se estructura todo. Las piezas más ‘santas’ traídas precisamente de países rigoristas (es decir imamis saudíes o santones) penetran en las asociaciones de estas organizaciones, en las mezquitas que éstos controlan y en las zawías donde tratan de hacer ver la luz espiritual a los jóvenes que no encuentran -en lo terrenal- salida a sus vidas (laboral, familiar, pobreza).

Esos medios destacan que la Ciudad Autónoma fomenta institucionalmente a personas reconocidamente practicantes de ritos rigoristas. Así, el presidente de la UCIDCE, Laarbi Maateis, contaría con el beneplácito de la institución y habría logrado llevarse para este año 130.000 euros para sus mezquitas, en detrimento de las que profesan el ritual malekí (antes ese dinero lo gestionaba Luna Blanca que sí es malekí).

    Maateis es una de las figuras del Tabligh en España. Sin embargo en Ceuta él no es el jefe, sólo la cara amable. El jefe, según quienes han estudiado este fenómeno, se oculta como encargado del cementerio musulmán de Sidi Embarek, ahora copado por islamistas rigoristas, lo que causa problemas a la hora de los ‘modos’ de enterramiento (tradicionalmente ruidosos para el malekí, silenciosos para salafí-wahabí).
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