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Pero ¿quién puede, y quiere, suceder a Mariano Rajoy?

(Casi) todas las claves de una guerra interna en el PP

(Casi) todas las claves de una guerra interna en el PP

lunes 09 de febrero de 2009, 13:21h
Quien suscribe se encontró casualmente días pasados con Mariano Rajoy, que almorzaba en en una conocida tasca cercana a la sede de Génova en una mesa contigua, junto con sus dos más cercanos colaboradores. Le pregunté qué iba a ser de él en medio de la tormenta que, en esos momentos, arrasaba el Partido Popular. No puedo citar sus palabras textuales, pero me dijo más o menos lo mismo que a otros interlocutores periodistas con los que ha venido reuniéndose en privado, off the record, en las últimas semanas: algunos creen que las cosas sucederán de otro modo, pero yo voy a seguir pese a quien pese. Es el mensaje que va difundiendo el líder de la oposición y presidente del PP, el único hombre que, hoy por hoy, puede arrebatar a Zapatero el cetro en La Moncloa.
Pero ¿puede verdaderamente arrebatárselo? Las encuestas, ya antes del descubrimiento de un escándalo de espionaje interno en la Comunidad de Madrid, eran malas. Peores aún se presentan, dicen quienes saben, tras el estallido de un ‘affaire’ de presunta corrupción urbanística y de tráfico de influencias, investigada por el juez Garzón, que afecta a círculos ‘populares’ de Madrid, Valencia, Galicia y Andalucía. Los feudos del PP, tocados. Especialmente la Comunidad regida por la ‘lideresa’ Esperanza Aguirre, considerada la dirigente del PP más hostil, junto con sus lugartenientes  --con el vicepresidente de la Comunidad Ignacio González a la cabeza--, a los planteamientos ‘centristas’ y moderados de Rajoy

    Rajoy da mal en las encuestas y, con su falta de agresividad y arrojo, desespera hasta a sus más próximos: prolonga sus sobremesas hasta las seis de la tarde, no le gustan los aviones ni los contactos con quienes no conoce bien. Pero, hoy por hoy, es el único posible, dice uno de sus colaboradores, que, no obstante, no esconde un cierto sentido crítico hacia algunas actitudes “escapistas” del líder. “Rajoy es honrado, está bien preparado, tiene sentido común; pero le faltan deseos de ganar, a veces puede ser desesperante”, reconoce, aun diciendo admirar sus cualidades, que sin duda son muchas.

Esperanza Aguirre parece ya definitivamente descartada de la agenda de posibles sucesores, si es que alguna vez estuvo en ella; demasiada movida en la Comunidad de Madrid, demasiados rumores sobre sus colaboradores, demasiada prepotencia en la por otra parte muy carismática lideresa. De su rival y competidor, el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, se dice que ha llegado a un acuerdo más o menos explícito con José María Aznar: si Rajoy falla en 2012, el ex presidente del gobierno y presidente de la Fundación FAES apoyará a Gallardón como sucesor de Rajoy al frente del partido, y Ana Botella sería quien ocupase la alcaldía hasta las siguientes elecciones municipales, en 2015: una ‘operación Hillary’ en versión municipal. Pero la verdad es, lógicamente, que ni Aznar ni Gallardón han querido hacerse siquiera eco de estos rumores. Aunque el propio Rajoy, se dice, apoyaría al alcalde madrileño si él falla en 2012, frente a Zapatero o frente a quien ZP coloque como cabeza de lista de los socialistas.

¿Llegará a 2012?

    Suponiendo, claro, que Rajoy  llegue políticamente incólume hasta 2012. Tiene por delante la superación de los escándalos madrileños (espionaje, tráfico de influencias y ladrillo), las elecciones gallegas, donde Núñez Feijoo difícilmente alcanzará la mayoría absoluta, las complicadas elecciones vascas y las elecciones europeas. Solamente en estas últimas podría el PP, en el mejor de los casos, alcanzar una victoria homologable y relativamente satisfactoria. Es lo que dicen las encuestas que manejan en el partido, donde, en cualquier caso, el desánimo de muchos es patente.

El acto de nombramiento de Rodrigo Rato como doctor ‘honoris causa’ de una Universidad madrileña fue toda una muestra de cómo andan las cosas en el interior del PP. Allí, casi en presencia de Rajoy, se hablaba mucho de la sucesión del propio Rajoy. Pero Rato, que es sagaz y no tiene prisa, aguarda a que todos le aclamen antes de tomar una decisión, si es que finalmente la toma, cosa de la que ni él mismo parece estar ahora seguro. En 2012 tendrá sesenta y tres años, sus colaboradores de antaño andarán más o menos por la misma edad en un país en el que los últimos presidentes del gobierno llegaron al cargo poco después de haber cumplido los cuarenta. Le va bien económica y personalmente; ¿para qué va a complicarse la vida, arriesgándose en una operación difícil y encabezando un partido que ya no controla? Es, más o menos, lo que parece haber dicho a algunos interlocutores de confianza que han ido a conocer sus pensamientos y ambiciones políticas. 

    Entonces ¿un tapado? ¿Un Rodríguez Zapatero en versión ‘popular’? Pero ¿quién? ¿El presidente valenciano, Francisco Camps? ¿Otro ‘barón’ autonómico, un alcalde de ciudad importante, algún parlamentario descollante? Y, sobre todo: ¿es verdaderamente necesario plantearse ahora, con prisas y sin certezas, la sucesión de un Rajoy al que la mayoría de los dirigentes regionales sigue apoyando, hasta el momento al menos? Imposible plantear una respuesta definitiva a todas estas preguntas: nadie puede responderlas, porque nadie conoce aún la respuesta. Y Rajoy, como le dijo a quien suscribe en su encuentro fortuito, está lejos de tirar la toalla.

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