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Luis Herrero, ese incordio

Luis Herrero, ese incordio

sábado 14 de febrero de 2009, 09:58h

Conozco desde hace muchos años a Luis Herrero Tejedor. Un tipo que es un incordio. Como debe ser, en mi opinión. Es, lo considero, amigo mío, y creo que él también a mí, aunque discrepemos en casi todo. Pero eso, al final ¿es tan importante? El caso es que a mi amigo Luis Herrero, periodista y eurodiputado español por el Grupo Popular –por este orden—lo han expulsado de Venezuela por haber calificado en público de “dictador” al presidente Hugo Chávez. Una decisión arbitraria y poco democrática, por decir lo menos, por parte del mandatario venezolano, en vísperas de un referéndum que se ha sacado de la manga, siempre en aras de perpetuarse en el poder y aprovechándose de la debilidad de una oposición que ha cometido muchos y lamentables errores.

Con la expulsión de Luis Herrero, que le ha resultado un incordio, ya digo, Chávez abona el calificativo con el que el periodista y eurodiputado español le ha etiquetado. Supongo que los medios venezolanos no harán demasiado caso a esta vejación contra alguien que estaba observando la pureza de la celebración del referéndum, y supongo, y temo, que el mandatario bolivariano incluso ganará este referéndum, que en el fondo no va a lograr su objetivo: que se mantenga en el poder, y mantenga en el poder a sus familiares, y a sus bolivarianos rojos –por el color de sus camisas, más que nada-- , durante muchos años, o a perpetuidad.

Porque pienso que Chávez, y su ideología, no encajan en la nueva era que se ha abierto en el mundo, también para los pueblos hermanos latinoamericanos embarcados en trayectorias difíciles, como Bolivia, Ecuador o la propia Venezuela. Países que tienen una muy peculiar valoración de lo que es la izquierda, de lo que es el populismo, de lo que es el indigenismo, y que pueden irse al sumidero gracias a la acción de sus dirigentes políticos, que están propiciando –he podido comprobarlo recientemente ‘in situ’--  una profunda división social, que va mucho más allá de la dicotomía progresistas-conservadores.

Lo verdaderamente progresista es la democracia. Y democracia es también tolerar a incordios como Luis Herrero, a quien seguramente le cuadra poco el encasillado de ‘progresista’, algo que seguramente él no quiere aplicado a sí mismo. O quizá sí, porque ya digo, Luis Herrero, que también es un incordio en su propio partido –me parece que, al final, Rajoy tendrá que incluirlo en la lista de candidatos en las euroelecciones; lástima, porque nos perderemos un buen sustituto de ese macroincordio que es Federico Jiménez Losantos en la COPE— es una perpetua contradicción en sí mismo. Uno de esos diablos inquietos con los que los dioses quieren castigar de cuando en cuando a los que se conforman con el ‘rebus sic stantibus’. Un coñazo que va por el mundo, y por las ondas, diciendo lo que le parece, aunque, contra lo que hace su compañero Federico, sin herir ni difamar a nadie. Y eso es algo que hace del gran periodista un político regular. A menos a ojos de los del ‘aparato’, de los que conciben la política como la visaoro, el audiblindado  y el viaje 'gratistotal'. Y, por supuesto, a ojos de los chávez de este planeta, que son más de los que pensamos.

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