Yo soy del estilo de Jesucristo ya que en la Iglesia no hay acepción de personas. El estilo lo marca el servicio a los más pobres como es el caso de los misioneros. Y desde la pobreza servimos a los más necesitados. Esto es lo que está haciendo el Papa Francisco, que no es otra cosa que el estilo evangélico.

Sólo puedo hablar de los misioneros españoles que están en África. Son 1.585, cualquier misionero en estos ámbitos geográficos arriesga su vida, no solo por las enfermedades que pueda contraer, como es el ébola o la malaria, sino por las situaciones físicas en las que se encuentra. Tenemos la certeza de que cada uno de estos 1.585 asume un riesgo próximo para su propia vida.

Tanto los gobernantes como los ciudadanos tenemos el deber de ser responsables con todo lo que tenemos y esto hemos de compartirlo con los demás. Es un deber de todos. Sin embargo, está imperando en nuestra sociedad, me temo que también en los gobernantes, la dictadura de la indiferencia. Con motivo de la crisis nos hemos dado cuenta de lo que vale el bienestar, pero tal vez estemos olvidando unos y otros que lo que más vale es el bien ser. Y esto sí que lo asumen tanto los misioneros como las personas que están en situación de dependencia, como son los enfermos y los más pobres.

No he tenido la suerte de estar en África, sin embargo si he recorrido todos los países de América Latina donde están el 70% de los misioneros españoles. Vivir como ellos viven es descubrir que la felicidad no depende de tener sino de dar, y los misioneros como Miguel Pajares y Manuel García han vivido esta experiencia hasta la entrega de su vida.

Miguel Pajares y Manuel García Viejo, antes de ser curas y misioneros, son ciudadanos españoles que han entregado su vida al servicio de los más pobres, especialmente los enfermos. Ellos tenían derecho como cualquier otro ciudadano de que el Estado español les atienda en sus necesidades vitales. Por tanto, el hecho de su repatriación a España no ha sido otra cosa más que el ejercicio del derecho individual de las personas y que nosotros debemos respetar.

La Iglesia española ha manifestado permanentemente su apertura y su disponibilidad para atender a todos aquellos que más lo necesitaban. Se puede verificar esta afirmación en los documentos y manifestaciones que emana la Conferencia Episcopal, y sobre todo en el testimonio que da la Iglesia a través de sus servicios, como es el caso de Cáritas, Manos Unidas, REDES, los 13.000 misioneros españoles y miles de voluntarios que desde la fe entregan su tiempo, sus talentos y sus dineros. Esta es la Iglesia española.

La dirección nacional de Obras Misionales Pontificias tiene un equipo perfectamente capacitado para el uso de las nuevas tecnologías. Anoche mismo, organizamos una quedada 'tuitera' con iMisión, que consiguió de 21.30 a 22.30 horas ser 'trending topic' en España. Puede acercarse a la página web www.domund.org y verificará el uso que hacemos de las nuevas tecnologías.

Ayer tarde, en el centro cultural de Arganzuela (Madrid) tuvimos un Pánel de expertos para responder a la pregunta, ¿Dónde llega el dinero del Domund?. Detallamos el recorrido de los donativos desde que sale del donante hasta que llega a manos del misionero. Además todo este recorrido lo tenemos publicado en las informaciones periódicas que damos desde la Dirección Nacional. Esto no lo hacemos porque sea buena la transparencia sino por el respeto que nos merece el más pequeño donativo que da un fiel y la necesidad del destinatario de esa ayuda económica. Le puedo asegurar que todo este recorrido es claro, diáfano y por supuesto, está entregado en el Regjstro Mercantil, al cual tienen acceso las personas que lo deseen.

Me sumo al reconocimiento de cada uno de los misioneros españoles que están en los cinco continentes. Estoy en permanente contacto con ellos, y admiro de manera particular a los misioneros y misioneras mayores que aparentemente parece que no pueden hacer nada, y sin embargo siguen siendo un referente de fidelidad y generosidad. El pueblo español se ha alegrado de la solicitud del Estado para ayudar a estos dos misioneros enfermos, quienes han opinado en contra ha sido por considerar que tal vez hubiera sido más eficaz su permanencia en el lugar de origen. Opinión que merece todos los respetos. Más allá de esta, está el reconocimiento a estas personas y el deseo de que Teresa Romero supere la enfermedad y recobre la salud.

Desgraciadamente así es. Sucedió lo mismo cuando la enfermedad del SIDA. Cuando esta enfermedad pasó a Occidente se despertaron todas las alarmas. Miles de niños están muriendo en África por la malaria, por el hambre y por otras enfermedades, pero como estas parece que no llegan a Occidente, no nos preocupan tanto. Esta es una de las consecuencias del egoísmo que denuncia el Papa Francisco, y de la indiferencia que nos lleva a excluir de nuestros intereses a los que consideramos de menor valor. Sin embargo, el hecho de que haya cerca de 1.600 misioneros españoles en el continente africano nos tiene que llenar de orgullo al saber que estos coetáneos nuestros sí valoran la vida del otro, incluso hasta el punto de entregar su vida.

Gracias a Dios, los misioneros y misioneras españoles están muy valorados por la sociedad española, hasta el punto de que la mayoría de nuestra sociedad les considera como un modelo de personas y ciudadanos. Especialmente, admiran y aman a los misioneros, los jóvenes que en un número superior a 10.000 cada año viven la experiencia misionera durante su tiempo de vacaciones. Estamos en las vísperas del Domund y en toda la sociedad, esta palabra evoca admiración y solidaridad. Es verdad, que los españoles son muy generosos económicamente con los misioneros, es el segundo país después de Estados Unidos, pero nuestras ayudas económicas son claramente insuficientes, por eso, el día del Domund es una oportunidad para ser generosos con ellos. En su nombre, doy las gracias a todas las personas que quieran colaborar en estos días misioneros.

El 1 de octubre inauguramos una exposición en el Centro Cultural Arganzuela con el título 'El Domund, al descubierto', y en el mismo lugar hemos organizado muchas actividades culturales para informar a los ciudadanos. Este hecho significa que queremos y deseamos mostrar el principal objetivo del Domund, que es promover en todos los hombres, creyentes y no creyentes, el sentido responsable de la solidaridad con el resto de las personas, compartiendo con ellos lo que somos y tenemos. Los cristianos también compartimos la fe, que nos parece el mejor de los regalos recibidos. Esta es nuestra principal expectativa, por eso, como si fuéramos niños salimos con confianza al encuentro de los demás para invitarles a colaborar, y pedimos la oración, el sacrificio, y la limosna, no para nosotros, sino para los misioneros. España y los españoles (creyentes y no creyentes) somos muy solidarios con los necesitados. Lo hacemos con nuestra solicitud en los momentos de cualquier emergencia, lo hacemos con nuestra colaboración con proyectos de promoción y desarrollo, y lo hacemos con nuestra inserción en los ámbitos sociales más necesitados, como es el caso de los misioneros.

Este año celebramos la 88ª jornada a nivel mundial, sin duda alguna es uno de los gestos de solidaridad universal más admirables. Se celebra esta jornada en 130 países, el mismo domingo, con la misma intención y finalidad. En este día, también los cristianos de los países más pobres entregan su pequeña limosna, y la ofrecen al Papa para que se sume a otras aportaciones. Más tarde, las limosnas de los 130 países se distribuyen de forma justa y equitativa entre los 1.103 territorios de misión que dependen directamente del Santo Padre. Es seguro que los que han dado poco, porque no tenían más, reciben muchísimo más, pero ellos han dado lo que tenían. Esta es la mística de la caridad cristiana.

En nombre de todos los misioneros, quiero agradecer el interés que se han tomado para formular las preguntas a las que he respondido. Ello muestra que la actividad misionera de la Iglesia sigue siendo uno de los valores que fortalece nuestra fe y enriquece nuestra convivencia. Espero que en estos días podamos vivir la experiencia de salir de nosotros mismos, mirar al otro, y descubrir que vale más dar que recibir. Este es el sentido del Domund que celebraremos el próximo domingo día 19, con el lema 'Renace la alegría'.