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Aún recuerda la 'tomadura de pelo' que le hicieron en enero de 2005

Rajoy no quiere ningún pacto con los 'herederos' de Zapatero

Rajoy no quiere ningún pacto con los 'herederos' de Zapatero

martes 30 de abril de 2013, 11:06h
Lo pida Pérez Rubalcaba, o lo pida Griñán: Rajoy no quiere ningún pacto de Estado con los 'herederos' de Rodríguez Zapatero. En su memoria está aún candente aquella 'tomadura de pelo' que a él mismo le hicieron en Moncloa en enero de 2005, cuando, con toda candidez, ofreció al gobierno socialista cinco pactos de Estado para salir del impasse en el que, según él, se encontraba España. El Gobierno de entonces le 'engañó', lo que le produjo serios problemas con el sector más duro del PP. Ahora, Rajoy tiene las riendas y dice que si quieren, que 'traguen'.
Mariano Rajoy lo ha dejó muy claro este lunes en el Instituto de la Empresa de la Familia ante decenas de empresarios: no habrá pacto de Estado con el Partido Socialista. Si Griñán y Rubalcaba quieren pactar ahora, que sea bajo las premisas económicas del Gobierno aprobadas el pasado viernes por el Consejo de Ministros. Es decir, que traguen con lo que hay y garanticen al mismo tiempo la paz social, compartiendo, eso sí, el desgaste político con el Gobierno. Y si no, que se callen.

Esa posición, según fuentes populares, no va a cambiar, "porque está haciendo lo que España necesita", según insisten esas mismas fuentes del PP próximas al Gobierno.

Ahora bien, lo que anida en la intrahistoria de esta posición cerrada, bunkerizada, de Rajoy es un episodio en el que el hoy presidente del Gobierno, cuando era jefe de la oposición, fue desairado públicamente por el equipo de Rodríguez Zapatero. Esa experiencia negativa, que le costó a Rajoy ciertas tensiones internas con el sector más duro del PP, ha dejado huella en el actual presidente. Y ahora que tiene la sartén por el mango dice: que traguen o que callen, pero no habrá pacto de Estado.

La 'tomadura de pelo' de 2005

Los antecedentes para entender la actualidad política en este sentido hay que buscarlos en enero de 2005. La situación política era tensa y Zapatero se vio obligado a recibir en la Moncloa a Rajoy, quien no ocultaba su malestar por las noticias que sobre ETA y otros temas como la reforma del Estatut catalán le llegaban desde ámbitos policiales y judiciales próximos al PP. La cita se celebró el 14 de enero de 2005, el día que Batasuna le envió un 'mensaje' a Zapatero, y el mismo día también que el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, presentaba ante el registro de la Cámara Baja el proyecto de "Estatuto político para Euskadi" o 'Plan Ibarretxe'.

Ese encuentro de más de dos horas fue fundamental, porque marcó el punto de inflexión en las relaciones entre el Ejecutivo socialista y la oposición del PP. La intención de Rajoy era pactar con el presidente el desarrollo del Estatut catalán, cuya reforma había arrancado en Cataluña con visos de confrontación política. Rajoy salió "muy satisfecho" de la entrevista, según declaró a la nube de periodistas congregados en Moncloa. Había presentado un 'pacto de Estado' de cinco puntos que, según él, Zapatero le había aceptado: se crearían comisiones bilaterales a 'alto nivel' para debatir las cuestiones pendientes y llegar a consensos.

En síntesis, Rajoy le propuso a Zapatero una sencilla fórmula para evitar que mediante leyes que sólo necesitan para su aprobación una mayoría absoluta -la mitad más uno- se pudiera reformar de una manera sibilina la Constitución, que precisa de mayorías absolutas reforzadas de dos tercios. La fórmula consistía en pactar que las grandes reformas legales -empezando por los Estatutos de Autonomía- necesitaran del aval de dos tercios del Congreso, lo que garantizaba que no pudieran aprobarse si no era con un consenso total entre las dos grandes fuerzas nacionales. Así se impedirían, por ejemplo, 'locuras' como las de Ibarretxe y su 'plan secesionista', o las tensiones que ya se anticipaban con el Estatut de Cataluña.

Rajoy salió muy contento de la entrevista, como dijo en rueda de prensa, pero luego compareció la vicepresidenta Fernández de la Vega, que rebajó de tal manera la 'satisfacción' del líder de la oposición que dejó explícito que de lo dicho no había nada.

Rajoy se sintió 'engañado'

Dirigentes populares de esa época han reconocido que Rajoy se sintió "engañado por Zapatero", a quien califican aún hoy de "trilero". Pero que el 'engaño' del 14 de enero de 2005 fue el peor de todos, porque significó un cambio radical en la estrategia del PP. Rajoy acudió a Moncloa con la idea de un pacto de Estado, pero actuando en contra de lo que opinaba la 'vieja guardia aznarista', encabezada por Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, acompañados en sus tesis frentistas por portavoces claves en materias como Interior -Ignacio Astarloa-, Justicia -José María Michavila y Federico Trillo- o Economía -Vicente Martínez-Pujalte-, que exigían una oposición cerrada, una guerra total.

A esos críticos vinculados a la FAES de Aznar no los escuchó Rajoy en ese momento, pero cuando, el 28 de febrero, recibió -a través de una carta de José Blanco a Ángel Acebes- la composición de la comisión negociadora socialista prometida por Zapatero, no pudo menos que rechazarla por "falta de nivel político" y dio por roto el pacto para consensuar el modelo de Estado.

"Fue una tomadura de pelo zapaterista", nos dicen aún hoy dirigentes populares, que tuvo como consecuencia arrojar a Rajoy en manos del ala más dura del PP. Pero eso era lo que acaso pretendían Zapatero y su asesor Ignacio Varela, convencidos de que una radicalización del PP hacia la derecha beneficiaba electoralmente al PSOE. Y así fue. Pero ha dejado una huella imborrable.

Así que ahora Rajoy no quiere saber nada de lo que diga el presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE, José Antonio Griñán, que en aquel momento era consejo de Economía de la Junta y evidente 'delfín' de Manuel Chaves, y mucho menos lo que diga el siempre poderoso Alfredo Pérez Rubalcaba, que entonces tenía una enorme fuerza como portavoz del PSOE en el Congreso: el muñidor de los pactos con otras fuerzas políticas... menos el PP.


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