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Campaña 25-M: El peor de los escenarios

Campaña 25-M: El peor de los escenarios

miércoles 21 de marzo de 2012, 20:16h
"Alea jacta est", que diría Julio César. La suerte está echada. Tendría que pasar algo muy gordo, alguna "movida" tan grave como la del 11-M. para que cambiaran las cosas, y las cosas por más que le duelan a algunos están entre los 55 o 56 diputados para el PP-A, los 44 o 45 para el PSOE-A, los ocho o nueve para IULV-CA, y cero o uno para UPyD. No hay más cera que la que arde ahora que estamos en vísperas de la Semana Santa, por mucha leña al fuego que quiera echarle Pepe Griñán en forma de la vieja guardia de Felipe González y Alfonso Guerra a los últimos mítines de esta anodina campaña en la que, pese a celebrarse las elecciones en solitario, Andalucía ha pintado menos que nunca. Como me recordaban hace pocos días algunos insignes miembros del PSOE andaluz ahora en retirada, lo peor que le podría ocurrir a Andalucía en estos momentos es que Javier Arenas lograse 54 diputados y que la UPyD de Rosa Díez y el PA de Pilar González no consiguieran representación alguna. Tal y como están las cosas, un gobierno de coalición entre el PSOE e IULV-CA con un Diego Valderas o un Juan Manuel Sánchez Gordillo teniendo en sus manos la llave de San Telmo y las consejerías cruciales del Ejecutivo, sería un auténtico desastre para los andaluces. Ese sería sin duda el escenario más trágico que se podría dar el día 26. Los otros, ya sea un Gobierno con mayoría absoluta de Javier Arenas, o en minoría y apoyado por UPyD, son totalmente asumibles por una sociedad, la andaluza, que parece estar bastante harta del omnímodo poder que han acumulado los socialistas durante los treinta últimos años.

Ya sólo queda esperar la traca gorda de la noche del viernes con el desembarco en Sevilla de medio Gobierno de la nación con Mariano Rajoy a la cabeza en apoyo a su candidato, Javier Arenas y del número uno de la lista por Sevilla, su alcalde emblemático, Juan Ignacio Zoido. La llegada de los añorados líderes el pasado Felipe González, Alfonso Guerra y Alfredo Pérez Rubalcaba arropando a Pepe Griñán y la última movilización de las bases para dar la imagen de que todo está ganado o de que no todo está perdido, que, al fin y al cabo, es lo mismo. Todo un desfile de grandes estrellas de la política en esta alfombra roja del Hollywood andaluz en el que todos se juegan, no el óscar, sino su futuro a corto y medio plazo. Me da la impresión que ni siquiera un mitinero infalible como es Guerra, va a ser capaz de arrancar entusiasmos arrebatadores en las masas de un partido, el PSOE andaluz, y un candidato, Pepe Griñán, que hace ya algún tiempo que arrojó la toalla en espera de que lleguen mejores tiempos para la lírica socialista. Cómo lo tendrán de complicado que ni siquiera el ex presidente de la Junta y último candidato socialista elegido por las urnas, Manuel Chaves, estará presente en el mitin de cierre de campaña en Sevilla. Muchos lo van a echar de menos. Eso sí, volveremos a ver a un cáustico González y a un mordaz Guerra pidiendo un apoyo masivo contra la invasión de la derecha en el último bastión del PSOE. Y muchos se acordarán de aquellos actos de la década de los ochenta en los que el progresismo se identificaba con su partido y el atraso y la corrupción política con el PP. Es decir, más de lo mismo. Pero los tiempos y la Justicia han cambiado, y mucho, el panorama y ahora son los directores generales y los consejeros socialistas los que ocupan los principales titulares sobre esa misma corrupción.

Como era de prever, el final de la campaña andaluza está coincidiendo con la entrada en prisión de algunos de los principales implicados en la trama de los EREs fraudulentos. Hasta ahora, sólo dos, el ex director general de Trabajo y Seguridad Soocial, Francisco Javier Guerrero, y su chófer y compañero de juergas, Juan Francisco Trujillo, -"el dúo de la cocaína"- a quienes la jueza Mercedes Alaya ha impuesto fianzas millonarias e imputado por medio centenar de delitos. Por desgracia este ha sido el único asunto andaluz que ha centrado la campaña y al que el PP se ha agarrado como a un clavo ardiendo para poner en la picota a un Griñán que no ha sabido, no ha querido o no ha podido separarse de una trama de la que, por acción u omisión, es responsable. El caso de los EREs va a seguir su curso y, por muchos papeles que se hayan podido destruir, no me extrañaría nada que, si gana Javier Arenas, salgan a la luz montones de pruebas que van a engrosar el ya de por sí voluminoso sumario que instruye todavía la jueza Alaya. Quizás no haya que esperar demasiado para ver desfilar por el Juzgado número 6 de Sevilla a algún que otro alto responsable de la actual Administración andaluza. Al tiempo.
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