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Miguel Boyer el hombre que no se supo callar

Miguel Boyer el hombre que no se supo callar

- Su respuesta a una pregunta sobre Rumasa precipitó la expropiación del mayor holding español- Sus enfrentamientos con Alfonso Guerra y Nicolás Redondo le llevaron a abandonar el PSOE y a asesorar al PP

lunes 29 de septiembre de 2014, 19:25h
- Señor ministro, ¿qué pasa con Rumasa?

Esta breve pregunta que le hice a Miguel Boyer en febrero de 1983 le costó al Estado español 5.000 millones de euros, lo que equivalía a 800.000 millones de pesetas de 1983. Fue sin duda, como dijo en su día Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de competencia, «la pregunta más cara de la historia de España» y sus efectos resultaron demoledores.

En realidad no fue la pregunta la que provocó la expropiación del mayor grupo empresarial y financiero de la época sino la respuesta: "¡Que como no me entregue inmediatamente la auditoria que le he pedido le mando a los inspectores del Banco de España". Era viernes por la tarde y los bancos estaban cerrados, aquel día no pasó nada,  pero fue el lunes siguiente cuando los clientes acudieron como abejas a un panal para llevarse sus ahorros.

El Gobierno de Felipe González se vio obligado a convocar un consejo extraordinario para expropiar a José María Ruiz Mateos su imperio. ¡Jamás se lo perdonó! y le persiguió como si se tratase de su peor pesadilla. Y todo porqué no supo ni pudo callarse. Siempre decía lo que pensaba aunque no fuese políticamente correcto.

Treinta y un años después es fácil entender que aquella pregunta y, sobre todo aquella respuesta, que provocó la expropiación del mayor holding empresarial que existía entonces marcaron toda una época. Con aquella quiebra se recondujo la mayor crisis bancaria que se había producido en el mundo después del crack de 1929 y que hizo caer 52 bancos españoles, que representaban más del 40% del sistema financiero español. Un precedente que marcó la expropiación del Banesto de Mario Conde, y que fue fundamental para abordar  el rescate financiero pilotado por Luis de Guindos.

No es por tanto de extrañar que el anterior presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero contratase a Miguel Boyer como asesor cuando se sintió agobiado por la Gran Crisis. Pensaba, no sin razón, que era quien más sabía cómo salir de una recesión y por tanto el más capacitado para ayudarle. El "superministro" como le llamábamos los periodistas, había abandonado el PSOE, tras dimitir como ministro de Economía de Felipe González el 3 de junio de 1985, convencido que era un partido de demagogos, porque había perdido toda su capacidad modernizadora, como confesó durante su último almuerzo con el presidente de la CEOE José María Cuevas.

En realidad su paso por el Gobierno había sido muy breve, apenas fue ministro durante veinte meses, pero sin embargo en ese periodo España dio el mayor impulso modernizador de nuestra historia, solo comparable con el Plan de Estabilización de 1959. Como en varias ocasiones me comentó con esa fina ironía que tanto le caracterizaba: "Además de la expropiación de Rumasa hice otras cosas".

Y efectivamente así fue, junto a Carlos Solchaga, que era el ministro de Industria, y Joaquín Almunia, el titular de Trabajo, convencieron a Felipe González de que no cayese en los errores que había cometido Françoise Mitterrand impulsando una política expansiva de corte keynesiano para superar la recesión provocada por el shock petrolífero de los años setenta y que se extendió hasta la mitad de la década de los ochenta.

Esta fue la razón por la que en lugar de cumplir el programa con que los socialistas habían ganado las elecciones de 1982 en el que habían prometido la creación de 800.000 empleos durante la Legislatura, hicieron un plan de saneamiento similar al que se vio obligado a hacer Rodríguez Zapatero en mayo de 2010 y que ha continuado Mariano Rajoy dos años después enfrentándose a las duras críticas de la izquierda, que propugnaban adoptar medida de estímulo del crecimiento, aunque eso supusiera aumentar el fuerte endeudamiento acumulado.

En 1983 Miguel Boyer presentó el "programa económico a medio plazo", que provocó un durísimo ajuste y destruyó más de un millón de puestos de trabajo, fundamentalmente en la vieja industria, que quedó arrumbada. Pero gracias a aquellos sacrificios, la economía se saneó haciendo posible el "boom" económico registrado en la segunda parte de 1985. Gracias a aquello, España pudo ingresar meses después en la Comunidad Económica Europea.Como era previsible, esa cura de caballo que hizo en nuestra economía pudiese remontar dos recesiones y una década sin crear ni un solo puesto de trabajo, le llevó a un durísimo enfrentamiento con los sindicatos y con el ala izquierdista de su partido que lideraba Alfonso Guerra.

Boyer estaba absolutamente convencido de que la concertación social no servía para hacer el ajuste de costes salariales que era necesario afrontar para que las empresas españolas pudieran ser más competitivas y se pudieran internacionalizar. Esta fue la razón por la que se negó a comprar paz social a cambio de hacer los ajustes necesarios. Su teoría era que el Gobierno tenía que asumir su propia responsabilidad cumpliendo el mandato que l habían dado los ciudadanos en las urnas, y no transfiriendo dicha responsabilidad a los agentes sociales. Un debate que está hoy plenamente vigente con motivo de la reforma laboral y que ha provocado la huelga general del próximo 29 de marzo.

La principal característica que distingue el paso de Miguel Boyer por el Gobierno es que no le tembló el pulso a la hora de tomar decisiones. Es significativo que su primera medida nada tomar posesión fue afrontar una devaluación de la peseta de un 8%, a la que seguirían años después otras tres, y un fuerte aumento del precio de las gasolinas (que entonces estaba regulado por el Ministerio de Industria). La otra gran decisión fue el llamado "decreto Boyer" que representó la mayor liberalización que se había realizado hasta ese momento. Aquello supuso un auténtico Plan de Choque dirigido a estimular la economía sin que costase ni un solo duro a las arcas del Estado. Liberalizó los alquileres de la vivienda, los horarios comerciales, la amortización de capital fijo y un largo etcétera. Como afirma el profesor Jesús Fernández Villaverde, investigador de FEDEA y profesor de la Universidad de Pennsylvania, aquello permitió una salida en "V" de la crisis como nunca antes había sucedido en la Historia Económica de España. Una lección, que en su opinión, deberíamos aprender para el momento actual, ya que nuestra economía es muy agradecida y en el momento en el que se le riega un poco en seguida le sale "brotes verdes".

La lección de Rumasa

Pero cuando se ganó un lugar en la Historia fue el día en que se enfrentó con el último magnate de la economía que era José María Ruiz Mateos. No resultaba fácil hacerlo, por tratarse del hombre más rico de España, que había destinado importantes recursos a financiar a todos los partidos políticos. Por tanto, la decisión de Boyer de expropiar el Grupo Rumasa ante la evidencia de su derrumbamiento y el riesgo sistémico que producía su quiebra tuvo que pagarlo carísimo.

Durante décadas tuvo que aguanta los insultos, agresiones físicas y chirigotas que el empresario jerezano realizó contra él y su familia. Una amplia parte de la sociedad rió las gracias de Ruiz Mateos, e incluso le votó y le permitió ser eurodiputado, a pesar de que había dejado un quebranto para la Hacienda Pública de 5.000 millones de euros. Incluso se llegó a decir públicamente que la expropiación de Rumasa y su rápida privatización se había realizado para enriquecer a los amigos de Boyer y de Felipe González. Concretamente se le acusó de haber utilizado la venta de Galerías Preciados para enriquecer a la rica familia venezolana de los Cisneros. Todas las explicaciones fueron inútiles. Ha sido necesario un cuarto de siglo para que la historia hiciera justicia y permitiera demostrar blanco sobre negro que lo que había hecho Ruiz Mateos había sido una auténtica estafa. Exactamente el mismo fraude que repitió con Nueva Rumasa tres décadas después utilizando las mismas prácticas.

Mariano Guindal

(Autor del "Declive de los dioses" Editorial Planeta)
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