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El abandono de Keynes

jueves 09 de septiembre de 2010, 18:43h


Ojalá la historia no se repita y el mundo deba enfrentar otra depresión económica

El historiador Cyril Aydon (History of Mankind, London 2007), nos relata cómo hasta 1935 la ciencia económica no estaba preparada para hacer frente a las recesiones económicas. La publicación ese año de La Teoría General del Empleo de John Maynard Keynes representó para la economía, según Aydon, "lo que Copérnico significó para la cosmología". Mientras la ortodoxia prevaleciente prescribía políticas de austeridad, Keynes consideraba que era necesario estimular el consumo -única vía válida para dinamizar la economía- por vía del gasto público. La puesta en práctica de sus ideas resultó fundamental para emerger de la gran depresión de aquellos años.

Todo parecía indicar que este era un capítulo resuelto y que, en la historia del saber humano, se contaba con una herramienta apta para evitar la repetición de episodios como la depresión económica de los años treinta. Paradójicamente, cuando la amenaza se cierne de nuevo sobre el mundo, líderes políticos y presidentes de bancos centrales postulan y ponen en práctica políticas arcaicas de austeridad fiscal. En el Boletín del Banco Central Europeo, del pasado mes de julio, se expone cómo después de esta sacudida las economías podrán volver "de manera natural" a sus tasas previas de crecimiento, a condición de que los gobiernos balanceen sus presupuestos y no interfieran en la dinámica del sector privado. Es como si la historia se hubiera retraído a 1930 y estuviésemos de nuevo frente a Herbert Hoover. ¿Qué ocurrió?

Lo cierto es que quienes creían que la economía contaba con la medicina adecuada para esta enfermedad no tomaron en cuenta que la misma podía presentarse acompañada de otro mal: la deuda. Años enteros de vivir por encima de sus posibilidades reales, determinaron que tanto Estados Unidos como buena parte de Europa, acumularan una fuerte deuda pública. Lo curioso es que sean tantos los que crean que un problema de corto plazo como es la recesión, pueda resolverse comenzando a atacar un problema de largo plazo como la deuda. Más lógico sería suponer que para enfrentar la deuda es necesario reencontrar primero la ruta del crecimiento económico. Pero lo más extraño es que nuevamente se hable de recuperaciones "naturales", a condición de "comenzar a poner los fundamentos de la economía en orden".

Obama cree en Keynes pero llegó hasta donde podía llegar. Un Congreso bloqueado, la inminente perspectiva de una avalancha Republicana sobre el mismo y una opinión pública que mayoritariamente rechaza nuevo incremento del gasto publico, atan sus manos. Ello a pesar de que un reciente informe dirigido por dos eminentes economistas de signo político contrario, Alan Blinder y Mark Zandi, señalan que de no haberse aplicado las políticas de estímulo, ese país enfrentaría hoy una dramática recesión. Y, a pesar también, del excelente resultado obtenido por los chinos por vía del gasto público. Sin embargo, la ortodoxia prekeynesiana está ganando la partida en Estados Unidos y Europa, haciendo que la balanza se incline de este lado. Ojalá el resto de la historia no se repita también y el mundo deba enfrentar otra depresión económica.

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