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La legislatura económica 2004/2008: bien, pero podría haber sido mejor

La legislatura económica 2004/2008: bien, pero podría haber sido mejor

viernes 14 de diciembre de 2007, 18:25h

En la evolución de la economía española entre 2004 y 2008, dentro de una globalización cada vez más acusada, ha de destacarse, primero de todo, la elevada tasa anual de progreso del PIB, que se situó en torno al 3,6 de media en el cuatrienio, lo cual se debió fundamental-mente a fuerzas motrices como la construcción y el consumo privado.

Con ese trasfondo, la gran discusión al final del cuatrienio ZP, es s -bre el crecimiento en 2008, cuando se dejen sentir agudamente los efectos de la contracción de actividad del sector vivienda. Además, está la cuestión del consumo, de si va a seguir tan fuertemente al alza, tras la amplia incorporación migratoria –no menos de dos millones de personas en los cuatro años de legislatura—, o si por el contrario podría empezar a declinar.

Con ese trasfondo, uno de los problemas que generalmente se espe-cifica como particularmente agudo en el panorama de la economía española, es el déficit por cuenta corriente, que se sitúa en torno al 8 por 100, en niveles muy similares a los que tanto se critican para EE.UU. Y debido, en gran medida, no sólo al tradicional déficit de nuestro comercio exterior, sino también a la ingente captación de crédito exterior, vía emisión de cédulas hipotecarias por las entidades creditcias en los mercados internacionales. Sin embargo, ese déficit no es tan grave como en el pasado, al estar la economía española dentro del sistema euro. Una divisa que no se halla expuesta a las turbulencias monetarias que la peseta padeció dramáticamente entre 1992 y 1995, al haber entrado sobrevaluada, en 1989, en el Sistema Monetario Europeo. Ahora, las circunstancias son muy diferentes: el euro no es devaluable ni revaluable –otra cosa es su cambio fluctuante con el dólar o el yen— y por tanto, los mayores o menores problemas que la economía española pueda tener en el futuro, no serán los propios de las tormentas monetarias de la fase 92-95. Sino más bien los atri-buibles a la lentitud de crecimiento de la productividad, y a las tensiones inflacionistas; y en definitiva, a su expresión combinada en términos de caída de competitividad frente al exterior.

A lo largo de la legislatura 2004/2008, frecuentemente se ha dicho que el Ministro de Economía y Hacienda del PSOE, el Sr. Solbes, ha mantenido la continuidad de las políticas de tiempos del PP, y señaladamente de Rodrigo Rato. E incluso se han caracterizando esas pautas como un “vivir de las rentas”, porque apenas ha habido reformas, aprovechando la bonanza, y en cualquier caso, han sido muy leves.

Precisamente por ese lado, llegaron críticas a la política de ZP en 2006, siendo muy interesantes las de Michael U. Klein, vicepresidente del Banco Mundial, quien manifestó claramente que las actuaciones del gobierno español estaban decepcionando a muchos. Pues si bien los números de por entonces resultaban boyantes, se echaba de menos un enfoque del futuro. Así las cosas, entre los países de la vieja Europa, España presenta algunos de los peores datos: la rigidez del sistema de empleo la sitúa en el puesto 161 de entre los 175 del Informe del Banco Mundial. Y los trámites necesarios para crear un negocio son insostenibles, sin olvidar la excesiva presión fiscal.

No obstante, es indudable que existen activos muy notables en la economía española de cara al futro, que son legado de la legislatura 2004/2008; y de la política anterior de preparación del ingreso de España en la Unión Monetaria, según los criterios de Maastricht (superávit público, baja inflación hasta el 2007, tipos de interés reducidos, aunque ya elevándose, y fuerte reducción de la deuda pública). Más concretamente, cabe citar tres cuestiones fundamentales:

— El servicio de la deuda pública ya sólo representa el 5,3 por 100 del total gasto presupuestario (PGE-2008), frente a cifras dramáticas de hace solamente 15 años del 20 por 100 y más. Lo cual permitirá que continúen las fuertes inversiones públicas.

— El Fondo de Reserva para Pensiones alcanzará el nivel de los 52.000 millones de euros, una cifra muy considerable, que puede valorarse a la vista de la capitalización de 41.000 en Endesa, de 70.000 en el Santander y 100.000 de Telefónica; con posibilidades de reactivar la Bolsa vía compra de valores de renta variable, según la disposición acordada en el penúltimo año de legislatura.

— La morosidad que algunos ven trágicamente creciente, pero que ha pasado de marzo a diciembre de este año 2007, del 0,686, al 0,740 por 100. Es decir, un aumento de sólo 54 centésimas de porcentaje, por lo cual puede decirse que no hay insolvencias generalizadas a la vista.

Por lo demás, podemos presenciar con tranquilidad ese fenómeno tantas veces comentado con tintes de alarma, de la disminución de los fondos estructurales europeos, que en gran cuantía se transfirieron a la economía española entre 1986 y 2006. Pero que flexionarán por lo menos en un tercio entre 2007 y 2013, por el llamado efecto estadístico: el hecho de que la renta promedio de España ha superado la media de la UE-27. Esa nueva situación, inevitable y comprensible, hará que efectivamente disminuya en el próximo septenio la entrada de recursos comunitarios de inversión. No obstante, la Unión Europea va a seguir contribuyendo en el 2008 con aportes considerables, resultando una percepción neta de 3.227 millones de euros para el 2008, lo que no es ninguna menudencia.

Por lo demás, la financiación de la que vayamos a decrecer por esa línea, podrá suplirse por los nuevos perfiles del sistema financiero, y con base en las modalidades innovadoras de la concesionalidad de la inversión pública en materia de infraestructuras.

Claro es que los datos sobre el buen estado de salud de la economía española tras casi cuatro años de PSOE en el Gobierno y de su keynesianismo electorero de última hora, también ha de tenerse en cuenta una serie de dificultades que van surgiendo en los últimos tiempos en el indudable cambio en el ciclo, de un boom que va quedando atrás. Pero que tampoco es ninguna recesión anunciada, pero que sí configuran una mayor complejidad de la situación presente y de las perspectivas futuras:

— La fuerte inflación que se sitúa en el 4,1 por 100 anual (datos de noviembre del 2007), con gran incidencia sobre todo en los pro-ductos alimenticios, la célebre cesta de la compra, lo que origina no pocas inquietudes sociales, que se multiplican en los medios. Aunque es cierto que en los 12 últimos meses ha habido una recuperación de los salarios, con aumentos netos de casi el 4 por 100, compensando algo las tendencias inflacionistas.

— La evidencia de prácticas restrictivas de la competencia en nume-rosos sectores, como ha puesto de relieve el propio Presidente de la Comisión Nacional de la Competencia. Frente a lo cual, el Go-bierno, frenado por CC.AA. como Cataluña y País Vasco, no tiene intención de ir a una mayor liberalización comercial, lo que origina inflaciones regionales algo mayores.

— Las previsiones de nuevas alzas de los precios energéticos, al superar los 90 dólares el barril de crudo, con las consiguientes presiones para elevar las tarifas eléctricas.

— Las alertas de la Comisión de la UE de que el aterrizaje de la economía española podría no ser tan suave, algo corroborado por la OCDE que sitúa el crecimiento para 2008 en no más del 2,5 por 100.

En resumen, el final de la legislatura coincide con una situación de incertidumbre, que sin embargo no es ni mucho menos patética. Por lo demás, las inercias de crecimiento son fuertes en la UE y en gran parte del resto del mundo, a pesar de la crisis de las hipotecas sub prime. Por lo cual, con medidas adecuadas la crisis actual, fundamentalmente bursátil y de burbuja inmobiliaria, podría reconducirse, sobre todo si llega a surgir un dispositivo global en esa línea, vía acuerdos BCE/Reserva Federal, y también en el marco del G-8.

Como final, para que no sea todo tan panglossiano, Rodríguez Zapatero con Solbes ya confirmado prematuramente para 2008/2012, no parece que esté jugando las bazas necesarias para fomentar la inversión propia y extranjera. Lo cual sería posible a base de un modelo fiscal más propicio, que pudiera desviar parte de las ingentes inversiones españolas en el exterior al espacio propio de nuestra economía. Como también se echan de menos otras reformas en el área del mercado laboral, de algunos aspectos del sistema financiero, y sobre todo, en el caso de las Administraciones Públicas. Porque, sin duda, uno de los aspectos más negativos del cuatrienio es la latente ame-naza de disgregación del mercado español, en contradicciones cada vez más fuertes con el mercado interior único europeo. Y es que, en definitiva, seguimos teniendo un sector Administración, que ya no es-tá al nivel de nuestras exigencias, pero que muestra una fuerte resistencia al cambio.


* Ramón Tamames, Catedrático de Estructura Económica de España, Cátedra Jean Monnet, Miembro del Club de Roma, artículo especial para la revista Mas +.

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