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Especial fin de año 2007

Los malos tragos del 10-M

Los malos tragos del 10-M

viernes 14 de diciembre de 2007, 20:14h

Los dos grandes partidos, con sus líderes Zapatero y Rajoy a la cabeza, saben que salvo cataclismo social ninguno ganará por mayoría absoluta. A punto de disolverse las Cortes,  Blanco, Caldera y los suyos lanzan mensajes de aliento a los fieles diciéndoles que con una participación del 68 por ciento, el PSOE tiene asegurados 172 escaños. Y en las mismas fechas, Costa, Acebes y compañía se afanan por explicar a los más reacios del PP que su partido está por encima de los socialistas en escaños, aunque podría estar por debajo en número de votos.

Ambos “Estados Mayores” tienen en la participación electoral su propio y particular filo de la navaja: la abstención será de izquierdas más que de derechas, razón que le lleva al estratega Pedro Arriola a pedirle a don Mariano que baje el pistón, que haga una campaña sin sobresaltos para no movilizar el voto de hace cuatro años. Y en sentido contrario, a don José Luís le piden que busque el cuerpo a cuerpo, que tensione a los votantes, que sin los dos millones de personas que decidieron a última hora ir a las urnas en 2004, seguir en La Moncloa podría complicarse, y mucho.

Si el resultado es incierto dado el “empate técnico” del que van a partir tanto PSOE como PP, lo que es seguro es que al día siguiente, el perdedor entrará en una crisis de amplias proporciones: si perdiera Zapatero, la que se iba a montar en el socialismo hispano sería tremenda, casi una vuelta a la crisis que se desató tras la derrota de Joaquín Almunia, con más de uno queriendo “cobrarse” facturas que considera no han sido pagada. Y si perdiera Rajoy, la sucesión se abriría en canal, por más intentos que se hiciera desde algunas Comunidades autónomas y algunos liderazgos de futuro, como el de Esperanza Aguire, para mantener durante dos años al perdedor. Sería una forma de cerrar el paso inmediato a personas como Alberto Ruiz Gallardón. Los dos líderes de la derecha madrileña conocen la jugada interna de su oponente, y puede hasta encontrar aliados inesperados entre los adversarios de enfrente. Ya se sabe que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”, y que en política el enemigo siempre está en las propias filas.

El ganador se enfrentará a dos problemas de envergadura: por un lado tendrá que estructurar las dos Cámaras y, por otro, elegir el futuro Gobierno tras pasar el debate de investidura. Y para ambas cosas tan estrechamente unidas mirará – por obligación – hacia los nacionalismos catalán, vasco, gallego y canario; y hacia Izquierda Unida. Toca pactar. En peores condiciones que las que había en 2004. Las ambiciones de Artur Mas y Carod Rovira van a subir varios peldaños; lo mismo que las del recién elegido Urkullu junto a las de Ibarretxe. Y en la misma línea van a estar los dirigente del BNG, con Antxo Quintana a la cabeza, y los de la delicuescente Coalición Canaria, que no olvidemos acaba de pactar hace unos meses con el PP en el Gobierno insular en contra del socialista López Aguilar.

El más “suave” de todos podría ser Llamazares, que mantiene un liderazgo inestable en Izquierda Unida, pero esa posibilidad sumatoria sólo sería posible con el PSOE. Los demás, por más declaraciones que hayan hecho, siempre se prestarán a apoyar a aquel que más “peaje” esté dispuesto a pagar por un puñado de votos en el Congreso.

Estamos en la hipótesis de que el ganador lo sea en votos y en escaños, y que las combinaciones posibles tengan en cuenta y respeten a nivel nacional lo que no han hecho, ni hacen, a niveles autonómicos y municipales: que el ganador sea el que forme gobierno.

Legislatura complicada, muy complicada la que se avecina. La reforma de los Estatutos sigue sobre la mesa a la espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre el de Cataluña. Varias leyes tendrán que ser modificadas, y es más que posible que se tenga que afrontar una reforma constitucional que conllevaría la disolución anticipada de las dos Cámaras. Además, la situación económica en el mundo y en España es radicalmente distinta de la existente hace cuatro años. En aquel entonces nuestro país sobrevoló el ajuste europeo gracias al consumo interno y a la frenética actividad del sector inmobiliario. Ahora, el brutal estallido de la “burbuja financiera” que se había creado en Estados Unidos a través de los derivados financieros que tomaron de punto de partida unas hipotecas de alto riesgo, ha retirado del mercado miles de millones de euros de liquidez, lo que unido al brusco parón en la venta y construcción de viviendas, puede llevarnos a rozar peligrosamente la recesión económica.

El combinado es brutal: inseguridad constitucional, debilitamiento de las estructuras tradicionales del estado, partidos políticos sumergidos en problemas internos, aumento del paro sobre todo entre la población emigrantes, baja del consumo, dinero más caro para todos. Va a hacer falta, mucha falta, que los que se dispongan a gobernar saquen lo mejor de sí mismos y dejen los partidismos más ramplones en el armario.

Algunos apuntan que eso sólo será posible si los dos grandes, PSOE y PP, deciden unir sus fuerzas, bien en un gobierno de concentración como en Alemania, bien con acuerdos pactados y bien pactados y apoyos parlamentarios que eliminen la presión nacionalista; y acuerdos pactados y bien pactados con empresarios y sindicatos para evitar que junto a nuestro índice de inflación por encima de la media europea, aparezca el estancamiento de la producción y el mercado.


* Raúl Heras es editor de la revista Mas +

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