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La Comunidad Foral de Navarra se va a convertir -lo ha hecho ya- en uno de los mayores escenarios de confrontación electoral. En Navarra no se presenta el PP como tal, sino que lo hace su ‘filial’ Unión del Pueblo Navarro (UPN), que ha vuelto a colocar al actual presidente, Miguel Sanz, como candidato a la reelección. Pero el parlamento navarro, compuesto por 50 diputados, está muy atomizado: UPN cuenta actualmente con 23 escaños, pero el PSN-PSOE obtuvo 11, IU/EBN, 4, ARALAR, 4; Convergencia Democrática de Navarra (CDN), 4 y EAJ-PNV/EA, otros 4.
Ahora, la situación es mucho más complicada. Los navarros se enfrenta divididos respecto al proceso de paz con ETA, ya que creen que sobre su territorio pesa la Espada de Damocles de la Disposición Transitoria 4ª de la Constitución de 1978, que dice:
“En el caso de Navarra, y a efectos de su incorporación al Consejo General Vasco o al régimen autonómico vasco que le sustituya, en lugar de lo que establece el artículo 143 de la Constitución, la iniciativa corresponde al Órgano Foral competente, el cual adoptará su decisión por mayoría de los miembros que lo componen. Para la validez de dicha iniciativa será preciso, además, que la decisión del Órgano Foral competente sea ratificada por referéndum expresamente convocado al efecto, y aprobado por mayoría de los votos válidos emitidos”.
Y añade:
“Si la iniciativa no prosperase, solamente se podrá reproducir la misma en distinto período del mandato del Órgano Foral competente, y en todo caso, cuando haya transcurrido el plazo mínimo que establece el artículo 143”.
De ahí que UPN se haya impuesto conseguir ahora la mayoría absoluta, ya que las peticiones de territorialidad de la ilegalizada izquierda abertzale chocarían con el muro de un Órgano Foral dominado por el PP. Eso lo saben todas las fuerzas que concurren a estos comicios, y lo saben tan bien, que los socialistas han decidido cambiar de candidato: presentan ahora a Fernando Puras, en sustitución de Juan José Lizarbe Baztán.
Además, los grupos integrados en Nafarroa Bai, que fue la gran sorpresa en las elecciones generales de 2004, aparecen ahora más unidos que nunca, y encuestas no publicadas avalan la posibilidad de un Gobierno de nacionalistas con socialista y la IU navarra. Sanz, desde luego, tendrá que batirse el cobre en una situación muy difícil, pero con dato positivo: que a la mayoría de los navarros les subvierte la posibilidad de una integración en el País Vasco, que es, precisamente, lo que está aireando el PP. |
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