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Congreso PSOE: Todo muy moderno... pero a última hora

domingo 06 de julio de 2008, 12:17h
No hay nada como los finales ‘felices’. Y hasta para prensa el último día de Congreso socialista terminó, vamos a decir, bien, sin más calificativos. Porque la verdad es que los periodistas nos las hemos visto y deseado para ‘aclimatarnos’ a las condiciones de trabajo durante las dos primeras -y largas- jornadas del 37 Congreso del PSOE. Para empezar estábamos recluidos en los subsuelos del palacio Municipal de Congreso, en la planta menos cuatro. Diez minutos hasta subir a la superficie, la planta cero, donde estaba la ‘vida inteligente’, se supone, claro.

El primer día, aparte de no haber sitio ni para sentarse a escribir las crónicas del evento, por no haber, no había ni wifi para conectarse a Internet. El calor en las salas era insoportable. También lo sufrieron, bien es verdad, los invitados nacionales e internacionales, sentamos muchos de ellos en las filas de atrás del plenario y en el anfiteatro del primero piso. Había que verlos sudar a gota gorda. Algunos hasta se durmieron escuchando a Chaves. No es de extrañar porque casi bate el record en el escenario, seguido muy de cerca por Zapatero durante su discurso de apertura del cónclave. Tanto se enrolló que cuando llevaba cerca de una hora, por error, le cortaron colocándole el himno del PSOE a toda pastilla por unos segundos creyendo que se despedía. Pero el líder del PSOE no captó la indirecta y siguió hablando otros diez minutos de propina.

Y para que hablar de los pasillos, interminables pasillos que había que atravesar para llegar…a cualquier sitio, ya fuera los aseos o la cafetería, donde la temperatura subía varios grados por aquello del calor humano. La intendencia de Ferraz quiso compensar de tantas incomodidades y al menos dio un refrigerio a la prensa: canapés, medias-noches, chapatitas, cerveza y refrescos. Todo un detalle para no morir de hambre.

El tercer día las incomodidades se solucionaron. ¡Menos mal! Algo es algo. El domingo por la mañana la sala de prensa estaba fresquita, pero no demasiado, como le gusta al ministro Sebastián. Había sitio, conexión a Internet, y todo el mundo, aunque con ojeras, te atendía encantado, a sabiendas de que era el último día y que la última imagen es con la que uno se queda. Como el final de las películas.

Hasta las resoluciones del Congreso, aprobadas en el plenario, las entregaron en un CD a la prensa para facilitar el trabajo a los digitales. Gracias.
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