Hay que ser ingenuo para, al menos, no pensar en que el terrible accidente que ha costado la vida al secretario de Gobernación -cargo similar al de ministro del Interior- mexicano,
Juan Camilo Mouriño, tiene toda la pinta de un atentado. Aunque, como es lógico, las autoridades oficiales del país, aunque posiblemente también lo piensen, lo nieguen por ahora.
Además, oficialmente, el Gobierno mexicano afirma que
"no hay ningún indicio que haga pensar que la caída del avión oficial haya sido un atentado", como es lógico mientras no haya pruebas en tal sentido. Pero, claro, todo es muy extraño para que haya sido eso, un accidente.
Máxime cuando en la nave viajaban también el ex jefe antidrogas y funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública,
José Luis Santiago Vasconcelos, y el portavoz de la dependencia,
Miguel Monterrubio. Sabiendo, además, como se puso de manifiesto en la reciente XVIII Cumbre Iberoamericana de San Salvador, la enorme fuerza que las mafiosas bandas del narcotráfico tienen, muy por encima de Gobiernos, desgraciadamente.
Y, dentro de esta zona, México, como lo demuestran sus múltiples secuestros, asesinatos e infiltrados de los 'narcos' entre políticos, policías y jueces -que el presidente
Felipe Calderón intenta limpiar-, está a la cabeza de semejante oprobio. De modo que hoy por hoy es fácil sospechar lo peor e inclinarse por la tesis del atentado.
Si (
No(
