Estupor ciudadano

Los madrileños asistimos, sorprendidos y haciendo uso del ese humor tan nuestro, de la película de espías que se está filmando, día a día, sin que, de momento, se sepa quienes son los protagonistas. Hasta ahora es una obra coral en la que unos apuntan a los otros, al tiempo que intentan salir lo menos posible en la foto.

    Acostumbrados a vivir con la noticia del día nos olvidamos, sin embargo, que para alcanzar la, de momento, cima en la que nos encontramos ha habido que subir muchos escalones. ¿Recuerdan lo de Tamayo y Sáez cuya actuación le arrebató a Simancas la presidencia de la Comunidad?

    En los últimos años se han ido sumando, uno tras otro, pequeños o grandes escándalos, algunos de los cuales han terminado en los tribunales. Las acusaciones de corrupción han salpicado a varios ayuntamientos, los rumores sobre el supuesto pago de favores se han ido extendiendo por el territorio de la Comunidad, sin que muchas veces se supiera si estaban basados en hechos reales o en gratuitas denuncias para desprestigiar al adversario.

Y todo ello se ha producido en un ambiente de enfrentamientos internos entre los representantes de las dos principales instituciones madrileñas, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad. Un enfrentamiento que se ha extendido a los equipos de gobierno y que ha motivado, sin duda, perjuicios para los ciudadanos.

    Hemos llegado así a este momento donde la pelea política en el seno del PP de Madrid ha alcanzado cotas inusitadas, cara a un posible desmoronamiento de la cúpula del partido tras las elecciones gallegas, vascas y europeas. Los órdagos lanzados, ante el quiebro económico que se ha producido en nuestra región, para privatizar la mitad del Canal de Isabel II y hacerse con el control total de Caja Madrid, institución sobre la que planea otra posible privatización, han sido las dos gotas que han hecho que el vaso rebose de líquido.

    Y es en este panorama cuando ha comenzado a funcionar el ventilador. Y el olor que nos llega es irrespirable. Espionaje, contraespionaje, seguimientos, partes sobre un consejero, el vicealcalde o, incluso, el vicepresidente regional son muy preocupantes sea quien sea el que los realice. Alguno de los afectados se sumó a la tesis del periódico que ha saco el tema culpando a la Comunidad pero ésta lo niega; es más, amenaza con llevar a los tribunales a quien afirme tal extremo.

    Lo que está claro es que el seguimiento se hizo, que los partes existen, que las fotos fueron realizadas y que los datos que aportaron coinciden con lo recordado por los afectados tras consultar sus agendas. La importancia del tema, la alarma social que ha causado, ha hecho que en tan sólo cinco días después el periodista levantara el escándalo, ya ha declarado ya ante el fiscal. Y sin embargo, los ciudadanos nos preguntamos cómo es posible que haya pasado una semana y aún no se sepa ni se hayan tomado medidas contra quien creó y ha controlado a un grupo encargado de realizar unas tareas ilícitas e incompatibles con una democracia.