Iberoamérica unida, en paz y sin Chávez

Como en las últimas Cumbres Iberoamericanas, realizadas en Uruguay (2006), Chile (2007) y El Salvador (2008); el encuentro de este año en Portugal se enmarca dentro de un contexto difícil por diversos motivos. La crisis financiera internacional, los problemas surgidos debido a la inmigración y la crisis política en Honduras tendrán un papel preponderante, aunque el encuentro debería estar centrado en los temas de Innovación y Conocimiento, como ha sido propuesto por el país sede.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, debe asistir a esta nueva reunión, aunque ya ha dicho en ocasiones anteriores que muchas de las cumbres que se realizan no sirven en el plano real a los pueblos. Es su punto de vista…aunque últimamente parece haber dado un giro a su opinión y asiste a todos los encuentros a los que es invitado.

En Portugal el Gobierno venezolano, con el jefe de Estado y su canciller a la cabeza, probablemente lleve más de lo mismo: la confrontación entre socialismo y capitalismo, el rechazo al bloqueo contra Cuba y la confrontación con Colombia por el reciente acuerdo de permitir el uso de sus bases militares a Estados Unidos.

De todos esos temas el que preocupa más a los venezolanos en este momento es el llamamiento para estar preparados ante una eventual guerra contra Colombia, lo cual es deplorable desde cualquier punto de vista. Esa febril obsesión del Primer Mandatario por enturbiar las relaciones diplomáticas con sus vecinos –con cualquier pretexto- no sólo es contraproducente desde el punto de vista táctico, sino que debilita sus aspiraciones para ingresar al Mercosur y desvía la atención de los verdaderos problemas que se deben atender urgentemente, tales como la inseguridad, la inflación y el colapso de los servicios públicos.

Una cosa es clara: nuestro país no está preparado para una guerra y la gran mayoría de los venezolanos -80% según sondeos recientes – no desea una confrontación bélica y menos aún con un país hermano.

Es por ello que el escenario en Estoril no debe ser punto de disputas y desencuentros, sino de construcción de verdaderos caminos de paz y unidad para enfrentar los problemas de todos los países iberoamericanos. Las fortalezas de cada nación son inmensas y si los jefes de Estado y de Gobierno lograr ponerse de acuerdo en temas tan sensibles como la lucha contra la pobreza, el respeto del medio ambiente y un marco económico que permita mayores inversiones, sería el mejor encuentro de todos.