Cosa terribles se dicen estos días acerca de
Jesús Eguiguren, el presidente del Partido Socialista de Euskadi que ha abogado por la no ilegalización de los sucesores de Batasuna y se ha mostrado comprensivo hacia posibles negociaciones futuras con ETA. Eguiguren, que fue el principal impulsor de las negociaciones con la banda la pasada Legislatura, está estos días sometido a tiroteo en su propio partido -
Rubalcaba y
Patxi López han abominado públicamente de sus tesis- pero, sobre todo, en los ámbitos más radicalmente hostiles a cualquier contacto con el mundo ‘abertzale’.
Un diario que siempre se muestra extremista en sus tesis a veces ultraconservadoras llega a mezclar cuestiones relacionadas con la vida privada de Eguiguren con las posiciones políticas de éste. Y una emisora radiofónica no menos faltona le llama siempre “oscuro personaje”. Eguiguren puede ser un equivocado y, desde luego, sus negociaciones con la banda en el cuatrienio anterior resultaron un fiasco (por culpa, dicho sea de paso, de ETA), pero lo cierto es que se empeñó en negociar con los asesinos etarras animado por la mejor voluntad y por la creencia de que se podría acabar con una pesadilla que los españoles soportan desde hace cuarenta años.
Ahora, Eguiguren se afana en concluir el libro que, junto con un periodista, está ultimando sobre sus negociaciones pasadas. Un libro que en el Ministerio del Interior tratan de frenar y/o aplazar, aunque nos aseguran que aparecerá en otoño.
Si (
No(
